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ELOGIOS PARA

SANANDO LAS

HERIDAS DEL ALMA

“Este libro explora y descubre los secretos de la conducta humana. Además de ser un valioso documento técnico, también es una caricia para el alma. Rafael Ayala se comunica como experto, maestro y amigo cercano. Vale la pena leerlo”.

—Carlos Cuauhtémoc Sánchez, escritor y conferencista

“Con un lenguaje sencillo y pleno de historias de primera mano, Rafael nos acerca con esta nueva edición de Sanando las heridas del alma al conocimiento de las necesidades básicas del alma y del espíritu, así como a las claves para diferenciar ambos elementos y convertirlos en un antídoto para evitar caer en la depresión”.

—Ismael Cala, periodista, escritor, productor

y presentador de radio y televisión

“Sanando las heridas del alma está escrito con mucha calidez y es muy práctico. Invita a la reflexión e inspira a vivir la vida desde el amor. Un libro perfecto para leer y poner en practica en familia”.

—Clara Stella Arenas, coach de vida, coautora del libro

El desafío de cambiar tu vida

“No existe peor fracaso que ser dominado por tus emociones. Este maravilloso libro te lleva por el proceso de sanarte y tomar control. ¡Ése es el verdadero éxito!”

—Víctor Hugo Manzanilla, autor, CEO de Salarius LTD
e influencer en liderazgo

“Rafael Ayala rebasa las expectativas. Las segundas partes son mejores”.

—Mirna Pineda, periodista, escritora, life coach y conferencista

en desarrollo humano

“Conozco muy pocas personas que puedan tomar el pulso real de las complejidades de la vida humana como Rafael Ayala, quien además tiene la habilidad para explicarlo de forma muy clara. Si esto lo cruzamos con su experiencia como persona, esposo, padre, empresario y coach, tenemos en la mano un gran material que nos ayuda a caminar por la vida”.

—Octavio Herrera, autor y pastor

Sanando las heridas del alma de Rafael Ayala es el medicamento adecuado para los tiempos enfermos que vivimos”.

—Óscar Romo Salazar, comunicador

“Rafael Ayala nos hace reflexionar sobre las necesidades de seguridad, aceptación, respeto, identidad y amor de una forma sencilla y cotidiana en nuestro entorno personal, familiar y laboral. Sin duda, su lectura te llevará a ser mejor persona”.

—Lucía Legorreta, autora, conductora

y conferencista internacional

“El autor nos regala una de las guías más completas y prácticas para entender el sentido humano de vivir y trascender con base en la sanación espiritual. Como hace dieciséis años, de nuevo GRACIAS Rafael por la renovación de Sanando las heridas del alma”.

—Josué Becerra, Comunicador en Milentio TV y Multimedios

“Herimos a otros sin darnos cuenta y sin la intención de lastimarles. Rafael Ayala me ayudó a identificar con claridad a quiénes he lastimado y a entender que el perdón es el inicio de una restauración firme del alma”.

—Carlos Romo Mena, empresario

“Rafael Ayala tiene la gran habilidad de explicar de manera clara y práctica conceptos complejos. Sanando las heridas del alma nos invita a la reflexión, pero nos mueve a la acción para cuidar nuestro cuerpo, alma y espíritu”.

—Pablo de la Peña Sánchez, profesor del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey

Sanando las Heridas del Alma

Copyright © 2018 - Taller del Éxito - Rafael Ayala

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Publicado por:
Taller del Éxito, Inc.
1669 N.W. 144 Terrace, Suite 210
Sunrise, Florida 33323
Estados Unidos
www.tallerdelexito.com
Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo
y crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Corrección de estilo: Diana Catalina Hernández
Diagramación: Joanna Blandon
Diseño de carátula: Diego Cruz
05-201901-1


9781607384977

Contenido

Agradecimientos

Introducción a la nueva edición

Introducción

CAPÍTULO 1

Conociendo nuestra naturaleza

CAPÍTULO 2

La dimensión física

CAPÍTULO 3

El alma. La dimensión racional–emocional

CAPÍTULO 4

El espíritu. El área trascendente

CAPÍTULO 5

Necesidades básicas del espíritu

CAPÍTULO 6

La importancia del alma

CAPÍTULO 7

Necesidades básicas del alma

CAPÍTULO 8

Necesidad de seguridad

CAPÍTULO 9

Necesidad de aceptación

CAPÍTULO 10

Necesidad de respeto

CAPÍTULO 11

Necesidad de amor

CAPÍTULO 12

Necesidad de identidad

CAPÍTULO 13

El rechazo, asesino del alma

CAPÍTULO 14

Fuentes sociales de rechazo: medios de comunicación y redes sociales

CAPÍTULO 15

La familia como fuente de rechazo

CAPÍTULO 16

Consecuencias del alma lastimada

CAPÍTULO 17

Víctimas o victimarios

CAPÍTULO 18

Depresión, un enemigo silencioso

CAPÍTULO 19

Entendiendo el perdón

CAPÍTULO 20

Tiempo de perdonar

CAPÍTULO 21

Ejercicios para perdonar

CAPÍTULO 22

Revivir nuestra autoestima

Notas

Dedicado a Gaby

No tengo palabras adecuadas para agradecer,

reconocer y compensar tu valor, apoyo,

paciencia, respaldo, amor y talento.

AGRADECIMIENTOS

Agradezco a todas las personas que, después de leer las ediciones anteriores de Sanando las heridas del alma, me comentaron en redes sociales o personalmente los beneficios que les produjo la lectura. Escuchar sus testimonios me motivó a hacer esta versión con capítulos nuevos e información actualizada. Sus historias me han impulsado a continuar publicando, dando conferencias y generando contenidos.

Comparto algunos de esos testimonios:

“Este libro es una bendición para mí. Me ayudó a quitar miedos, rencores y muchos resentimientos que traía dentro de mí”.

María Navarro

“Sanando las heridas del alma me lo recomendó mi esposo y me ayudó mucho a salir de una fuerte angustia y dolor después de perder a mi hermano. Con la ayuda de Dios y de sus libros, supe que podía levantarme, perdonar y salir adelante”.

Araceli Alarcón. Texas. USA

“Lo leía una madrugada y me hizo llorar, porque decía que para ser libre perdonara a las personas que me habían hecho daño. Me ayudó a amarme a mí mismo, a creer que era merecedor de muchas cosas y, sobre todo, a amar a mi madre. Entendí que en el fondo las personas no son malas”.

José Luis Arenas. Los Ángeles, California. USA

“Lo leí hace tiempo cuando pensaba que mi vida era perfecta. Ahora entiendo que Dios me estaba preparando para tener paz en mi corazón. Entender y perdonar para encontrar la verdadera razón de lo que Dios quiere para mi vida”.

Gely Méndez, Puebla. México

“Sanando las heridas del alma me ayudó a sacar el rencor que tenía hacia mi mamá. Pasaron años para que yo le hablara. Para tener el valor de hacerlo, me alcoholizaba. Este libro me enseñó a perdonar”.

María Jaimes, Carolina del Norte. USA

“Me ayudó a entender lo que significan amor y perdón”.

Lan García, Walla Walla, Washington. USA

Recomendaciones y aclaraciones

En cada seminario que imparto, doy algunas recomendaciones previas para que los asistentes obtengan un mayor provecho de la información. Incluyo algunas aquí con la intención de que obtengas el máximo beneficio posible del libro y que tu experiencia al entrar en tu ser interior, no se limite a la lectura, sino que trascienda mejorando tu convivencia con los demás y contigo mismo.

Lee la introducción

La información incluida en la introducción es importante para entender el propósito de este libro y hacia donde te llevará. Lee esta sección con atención.

Aplica la información a tu propia vida

Aplica la información que consideres valiosa a tu persona. Conforme avances en la lectura, encontrarás ideas importantes para amigos y familiares; resiste la tentación de adjudicarlas a ellos en lugar de hacerlo primero contigo.

Anota en el libro

Uno de los grandes beneficios que ofrecen los libros es la posibilidad de personalizarlos. Subraya puntos que te parezcan importantes y haz anotaciones al margen. Al hacerlo, no dañas el libro, por el contrario, lo enriqueces. De hecho, considero que al individualizarlo lo conviertes en un manual de consulta. Al concluir la lectura, repasa las partes que subrayaste y tus anotaciones. No confíes en tu memoria, anota. “Es mejor un papel arrugado que una mente brillante”.

Comparte con alguien más el conocimiento que vayas adquiriendo

La mejor manera de aprender algo es enseñándolo a otra persona. Comprométete a compartir con alguien la información del libro. Hacerlo te brindará la oportunidad de conocer otra perspectiva, además de profundizar en la compresión del material. También fortalecerá tu relación con esa persona, ya que el contenido trata aspectos importantes de las relaciones humanas. Sé fiel a este compromiso. Determina ahora mismo con quién compartirás el contenido del libro. No esperes a terminarlo, comparte a medida que avances y recuerda leer para enseñar y no solo para comprender. Cuando lo hacemos así, nuestra retención y aprendizaje se incrementan.

Tome lo bueno y deseche lo malo

Los seres humanos somos la variable más grande del universo. Somos impredecibles y cambiantes, por lo que es imposible pensar que cada recomendación será la respuesta ideal para todas las personas bajo cualquier circunstancia. A pesar de que esta obra está pensada con base en principios universales, es necesario considerar cada situación individualmente. Juzga lo que lees y permite que, en toda duda, predomine el sentido común. Recuerda que cada persona es diferente y que vivimos distintos momentos y realidades. Pondera los consejos aquí escritos y opta por aquellos que traigan paz, estabilidad y beneficios reales a tu vida y a la de los tuyos. Pero, por favor, no utilices esta aclaración para justificar tu temor de enfrentar situaciones incómodas que tengas y que debes resolver.

INTRODUCCIÓN A
LA NUEVA EDICIÓN

Hace dieciséis años se publicó por primera vez esta obra. Fue el primer libro que escribí y, para mi sorpresa, de entre mis publicaciones, sigue siendo el más solicitado y el que más me refieren las personas. A fin del año pasado, conversamos con Diego Cruz de la editorial Taller del Éxito, y él me propuso actualizar y ampliar el contenido de esta obra para lanzar una nueva edición. Estuve de acuerdo de inmediato pues, con mucha frecuencia, después de impartir una conferencia, se acercan personas a agradecerme por el libro. He tenido la bendición de escuchar gente que, con lágrimas en los ojos, me comparten sobre los beneficios que han recibido gracias a Sanando las heridas del alma. Ellos me platican de cómo ha mejorado su autoestima, que su matrimonio se salvó, las bondades que ahora viven como familia y que ahora entienden la diferencia entre alma y espíritu, lo cual les ha permitido fortalecer su relación con Dios.

Me sucede como autor que no me gusta leer mis obras. porque las personas vamos cambiando e incorporando nueva información y perspectivas a nuestro conoci­miento, si leo de nuevo lo escrito tiempo atrás, seguramente encontraré cosas que ahora veo distinto y desearía cambiar. Esta ha sido mi gran oportunidad para modificar y agregar ideas a Sanando las heridas del alma. Después de leerlo de nuevo, anoté los puntos que deseaba modificar y los temas que quería agregar. De hecho, hice modificaciones extremas en la capitulación. La versión original contiene seis capítulos. La actual ¡Veintidós! De los temas más importantes que agregué está un capítulo sobre depresión, este terrible mal que tanto ha crecido en nuestros tiempos. También sumé información a cada tópico tratado y agregué un capítulo respecto a fortalecer la autoestima. En cuanto al tema de rechazo, incluí una fuente del mismo que no existía cuando escribí por primera vez la obra: las redes sociales.

Durante mi proceso de escritura, recordé la importancia que tiene el perdón en la vida todo ser humano. No podemos vivir sin perdonar y sin pedir perdón. En algún momento de nuestra existencia, o mejor dicho, en muchos momentos, hemos sido heridos por personas que amamos. Y, sin duda, también nosotros hemos sido la causa del dolor de gente que queremos. Hablar de estos temas es como hablar de respirar y comer. Son temas fundamentales que no podemos evitar y, si los evadimos, nos asfixiamos por dentro. Espero que, en esta nueva versión, encuentres más y mejores ideas que en la primera; que estas nuevas reflexiones y planteamientos te brinden la posibilidad de desarrollar libertad y paz interior; y, por lo tanto, alcances y disfrutes mejores relaciones y goces más tu vida.

Me dará mucho gusto recibir tus opiniones sobre el libro. Espero leer si te ha sido útil, responder dudas e intercambiar historias, ideas y comentarios. Todo eso lo podemos hacer a través de la maravilla de la tecnología utilizada en el internet. Puedes comunicarte conmigo por muchos medios. La manera más fácil es entrar a mi página y de allí moverte al canal de YouTube, Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin, Podcast, etc. En esos medios, encontrarás más información gratuita sobre este tema y otros más de desarrollo humano y empresarial. Mi página web es: www.rafaelayala.com.

INTRODUCCIÓN

Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír

nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante, ¡vivir!

Robert Louis Stevenson

A mediados de los gloriosos años ochenta, durante unas vacaciones de verano cuando era estudiante universitario, realicé un viaje a Nueva York con la compañía y patrocinio de mi hermana. En aquel entonces, mi mayor pasatiempo y trabajo eventual era la fotografía, por lo que pueden imaginar la cantidad de equipo y material fílmico que llevé a “la gran manzana”. Las nuevas generaciones no conciben siquiera lo que implicaba, en costo, equipo y cargamento, ser un aficionado serio a la fotografía en la época previa a la expansión del mundo digital.

Mi gran ventaja en aquellos tiempos es que aún era soltero, todavía no tenía hijas y, por lo tanto, contaba con mis dos manos y hombros, totalmente libres, para cargar mis herramientas fotográficas. Los papás saben que, cuando tus hijos están pequeños,

necesitas cinco manos para cargar pañales, biberones, leche, alimento, cobertores, cambio de ropa, carriola y, por supuesto, el o los bebés. Eso lo aprendí una vez nacidas mis dos hijas, que fue cuando, en los viajes, decidí sustituir mi equipo fotográfico por los utensilios de las niñas.

En aquella ocasión, el equipo consistía de una cámara de treinta y cinco milímetros, Pentax A3000; un par de lentes intercambiables; filtros para los lentes; trípode; y disparador a distancia que, desde luego, no era inalámbrico. Llevaba un cargamento de rollos de diferentes sensibilidades, unos de color y otros de blanco y negro. Todo ello dentro de una maleta gris de tela con interiores forrados para proteger el equipo. Mientras escribo estas líneas, viene a mi memoria el olor pelicular de aquella mochila. Disfrutaba mucho esa afición.

El primer sitio que visitamos fue la Estatua de la Libertad. Después de esperar en una larga fila, subimos a la embarcación que nos llevaría a la isla donde se encuentra el monumento. Durante el recorrido, aproveché para poner el primer rollo de película en mi cámara, pero justo en el momento de hacerlo, el navío hizo un movimiento brusco y solté el rollo fotográfico. Para mi desgracia, cayó directamente sobre el obturador de la cámara, dañándolo lo suficiente como para no poder utilizarla el resto del viaje. Ahí estaba yo, en Nueva York, con mi cámara fotográfica y sin poder fotografiar.

Días después, pedí prestada otra cámara a un amigo que visitamos. Cada día se convirtió en una verdadera cacería fotográfica. Me esmeré en usar el mejor lente para cada momento. Esperaba la mejor hora del día para obtener el efecto y las sombras que más me agradaran. Me levantaba de madrugada para atrapar con el lente los colores cálidos y especiales de los primeros rayos del sol. Cada clic quedaba grabado en mi imaginación como una fotografía digna de enmarcar y, ¿por qué no?, de inscribirla en un concurso. Obviamente, además de las estampas artísticas, tomé muchas fotografías de nuestros queridos amigos estadounidenses.

Algo que requiero explicar para la nueva generación es la sensación que experimentabas cuando recibías en el laboratorio de revelado tus fotografías. Era algo similar a recibir una carta por correo físico. Es una pena que la gente joven no experimente estas emociones. Parece que estoy hablando de la prehistoria, pero, en realidad, hace apenas quince o veinte años todavía se revelaban los rollos. En aquel entonces, disparabas tu cámara confiando haber elegido la apertura y velocidad del lente adecuadas. No tenías la certeza de cómo saldría la imagen hasta que la vieras impresa. Es por eso que, cuando fui a recoger mis tesoros de papel, estaba muy emocionado. Finalmente vería las fotos que había tomado en el viaje.

Mi decepción fue gigante. No, las fotografías no salieron feas, ni movidas, ni fuera de foco o un poco oscuras; ¡ni siquiera salieron! ¡Nada! Todos los rollos se encontraban totalmente blancos, ni una sola imagen se había salvado. No lo podía creer, debía haber algún error, algo habían hecho mal en el laboratorio o me estaban entregando los rollos de otro cliente. Eso podía pasarle a otros, pero no a mí y mucho menos con los rollos del viaje a Nueva York.

Después de un tiempo de vana discusión con el encargado del negocio, caí en la cuenta de lo que había sucedido: el sistema de la cámara que me habían prestado para arrastrar el rollo estaba defectuoso y los rollos nunca avanzaron. Uno puede confirmar si la película se adelanta con solo observar si gira la bobina opuesta a la de la palanca de avance, es decir, el carrete donde se encuentra el filme. Realmente es algo fácil y elemental. En otras palabras, lo que había pasado era que, cada vez que colocaba una película, no lo hacía bien y no avanzaba, por lo que en realidad nunca tomé fotos. Había llevado a revelar puros cilindros en blanco, totalmente nuevos, los había colocado en la cámara, disparaba el obturador, pero los rollos nunca caminaron.

La lección de esta experiencia fue lo suficientemente fuerte como para que hasta la fecha no la olvide. Aprendí que de nada sirve concentrarme en los detalles técnicos de la luz, lentes, sombras, filtros, colores y demás, si primero no ponía total atención en lo básico, lo realmente importante, en este caso, colocar bien el rollo. Si el rollo no avanza, no hay fotografía.

Este suceso me ha hecho reflexionar sobre la simpleza de la vida y la complejidad que generamos al recorrerla. La vida es muy sencilla y las personas somos muy complicadas. Pasamos gran parte de nuestras vidas concentrados en todo tipo de detalles y olvidamos las cosas realmente importantes. La mamá tiene el enfado más grande del mes al darse cuenta de que la ropa que envío a la tintorería no quedó tan blanca como en los comerciales. El ejecutivo cuida celosamente que se respeten los formatos de los informes y deja de lado la misión de la empresa. El conductor de un automóvil enloquece porque el vehículo que va frente a él no sale disparado al cambiar el semáforo a verde, su frustración se debe a que ha perdido uno o dos segundos. Los papás se desesperan con sus hijos adolescentes o infantes porque se comportan como es característico de su edad en lugar de actuar como los adultos que aún no son. Rompemos relaciones con los vecinos porque el perro ladra. ¿Alguien espera que un perro no lo haga? Nos irritamos con nuestros familiares al observar que no viven sus propias vidas como creemos que deberíamos vivir las nuestras y trabajamos de sol a sol sacrificando nuestro tiempo con la familia para afirmar constantemente que el dinero no es lo más importante. Así somos, vivimos contradicciones y olvidamos que el estado de las relaciones con nuestros seres queridos es lo que nos trae la máxima felicidad en la vida.

Vivimos sin revisar si la cámara está lista para fotografiar y, cuando es tiempo de ver el fruto de nuestro esfuerzo, nos damos cuenta de que hemos ignorando lo fundamental, sin lo cual es imposible disfrutar cualquier cosa: el estado de nuestro ser interior. Tener un alma sana es como traer el rollo bien colocado. Cada momento de gozo se vuelve demasiado pasajero para un alma atrapada en el rencor, tristeza, inseguridad, coraje y demás emociones que nos roban la paz. Es por esto que encontramos personas que, a pesar de contar con todo lo que asociamos con felicidad, viven en desdicha y desilusión. Ellos Poseen una autoestima baja que les impide desarrollarse ampliamente en sus relaciones sociales y de trabajo.

Necesitamos salud mental, física y espiritual para vivir mejor. Conocemos cómo mantener sano nuestro cuerpo, pero muy poco se nos ha enseñado acerca de qué hacer para alimentar y sanar nuestra parte emocional y afectiva. Este estudio te enseñará a hacerlo contigo mismo y con tus seres queridos. El libro también tiene como propósito recordarnos lo importante de la vida para darle el lugar que le corresponde, así como proveer ideas prácticas para manejar bien esas prioridades.

A lo largo de nuestra existencia, cuidamos de muchos detalles: los muebles de la casa, la categoría de la escuela de los hijos, el saldo de la cuenta bancaria, el estado de nuestra ropa, tener vacaciones de categoría, la imagen del negocio, la pintura del automóvil, el número de “me gusta” de nuestras publicaciones en redes sociales, el color de las cortinas, nuestra apariencia física, etc. Y todo esto tiene importancia, pero no es fundamental. Así como di por hecho que las fotos saldrían bien porque el rollo estaba dentro de la cámara, creemos que seremos felices porque respiramos. Esta lectura, siguiendo el ejemplo del ahora caduco proceso químico de fotografía, es una invitación a revisar que la película avance para que, cuando la revelemos, obtengamos imágenes hermosas para recordar, disfrutar y compartir.

El alma y el espíritu no son temas religiosos

Disertar sobre el alma es hablar del ser humano. Muchas personas asocian de inmediato el concepto de alma con el de religión. Lo mismo sucede cuando hablamos de lo espiritual. Este libro no es una obra que nos hable de religión, doctrinas e iglesias. Si por tu mente pasa la idea de que lo espiritual y relativo al alma se limita a las prácticas místicas o eclesiales, permíteme decirte que no es así. Los conceptos de alma y espíritu, como el de cuerpo, se refieren a ti y a mí. Hablan de nosotros, los seres humanos. Esos grandes desconocidos que somos, incluso para nosotros mismos. Entender el funcionamiento del alma y del espíritu es comprender cómo operamos las personas y por qué. Este conocimiento nos permite avanzar ante los retos de la vida. Esas circunstancias que, sin aviso alguno, de pronto aparecen bloqueando el sendero que andamos, rasgando nuestros planes y demoliendo la estabilidad que teníamos.

Escribir sobre las heridas del alma es reflexionar sobre los fundamentos que, en buena medida, definen nuestra forma de ser y actuar. Revisar los cimientos que dan forma a nuestra estructura mental, la manera en que percibimos el mundo y el manejo emocional que hacemos en nuestras relaciones con los semejantes. Trabajar desde adentro implica mucho más que aplicar simples técnicas para tener éxito en la vida. Se trata de entender, restaurar y fortalecer la persona que somos, para así colaborar en el crecimiento sano de quienes nos rodean y aquellos que amamos.

Dos casos con dolor en el alma

Verónica llamó por teléfono a nuestra casa. Un amigo en común le había dado el número. Necesitaba hablar. Le invitamos a que nos visitara. Llegó puntual. Le pasamos a la sala. Tenía alrededor de sesenta años, tal vez un par de años menos. Al inicio, su mirada evasiva se perdía entre la tela de los sillones. Buscaba un pedazo de confianza. Hablaba de problemas menores que tenía con su pareja y sus hijos. Tanto Gaby como yo sabíamos que ese no era el motivo de su presencia. Finalmente, junto con una respiración profunda, sacó el tema que tenía su corazón contra la pared. Días atrás había engañado a su esposo. Se encontró con un amigo de la universidad y planearon un fin de semana juntos en la playa. La razón de su adulterio era un acto de venganza después de enterarse de que su marido tenía una relación con otra mujer. Sus palabras se humedecían con las gotas que escurrían de los ojos que ahora sí nos veían de frente.

Varios dolores atravesaban su pecho, pero el más profundo era haber actuado contra ella misma. Nunca había traicionado a alguien, menos a su marido, y ahora se había involucrado con un hombre que no le interesaba, que no le importaba. ¿Por qué actuó así? Sabía que el engaño de su esposo era el detonante, que no era justo lo que él hacía. Pero ella no creía en lo que había hecho. Con frases entrecortadas decía. ¿Por qué mi corazón me llevó a actuar contra mí misma?, ¿por qué al recordarlo lloro y pienso que al menos me vengué? No me gusta como actué. No quiero ser como no deseo. ¿Cómo controlar mi pena por haber sido engañada?, ¿cómo reclamar si ahora soy igual?

A Gilberto le conocí por un curso que impartí en su empresa. Antes de sus cuarenta años, ya era propietario de una comercializadora con muy buenos ingresos. Su habilidad en los negocios y su esmero en hacer las cosas bien le habían permitido tener éxito profesional. Formaba parte de la comunidad empresarial de su ciudad. Después de la capacitación que les ofrecí, y durante algunos meses, le apoyé con un programa personal de coaching empresarial. Nuestras reuniones, además de brindarle beneficios en el negocio, nos permitió tener una relación de amistad ya no solo profesional.

En su llamada, escuché la misma voz acelerada con la que solía hablar. Le urgía que nos viéramos. No me sorprendió. Casi siempre todo era urgente con él. Llegué al restaurante cinco minutos antes de la hora convenida y él ya estaba allí. Para mi sorpresa, no hablaba por el celular ni enviaba mensajes por su tableta. Sostenía en su mano una taza con café. Su mirada atravesaba el ventanal para perderse en alguna parte del verde jardín mientras el humo de su bebida escapaba como fantasma buscando el techo. Al saludarle, volteó lentamente. Me sorprendió verle carente de la energía que le caracterizaba y sin la pulcritud con la que solía cuidar su presencia. El nivel de confianza que teníamos le permitió ir directo al punto. En esta ocasión, no hablaríamos de su empresa. Su hermano menor había sido diagnosticado con cáncer. Había buenas posibilidades de que saliera adelante. Los médicos estaban optimistas. Sin embargo, Gilberto atravesaba un proceso fuera de lo común para sí mismo. Su entusiasmo, energía y vida productiva habían desaparecido. Se encontraba indiferente ante los negocios, su familia e incluso ante sí mismo. Al principio, pensó que se debía al diagnóstico de su hermano. Pero ya habían pasado tres semanas y no se recuperaba de ello. Hasta su cuñada estaba mejor que él.

Me confesó que, además de esta indiferencia ante la vida, estaba enojado con su esposa, pero no tenía claro por qué. Era como si hubiera desaparecido todo margen de tolerancia hacia ella. Cada cosa que hacía o decía le molestaba. Se sorprendía por tener esos sentimientos sin contar con argumentos válidos. Ya en varias ocasiones, le había hecho reclamos por cosas insignificantes. Él mismo entendía que sus quejas eran ridículas, pero así se sentía. ¿Cómo arrancar esto de su mente?, ¿por qué le afectaba tanto lo de su hermano?, ¿qué hacer para recuperar el entusiasmo en su vida?, ¿qué había sucedido dentro de él que ahora no le importaba atender su negocio?

Casos como los de Verónica y Gilberto son frecuentes. Situaciones que impactaron sus vidas detonaron en ellos conductas ajenas a las que habituaban. Las emociones que experimentaban les perturbaban y aniquilaban su paz interior. A pesar de ser personas maduras y firmes en sus convicciones, vivían etapas contradictorias y difíciles. Sus cuerpos parecían estar sanos, pero algo había cambiado en ellos. Enfrentaban situaciones desfavorables pero comunes. Mucha gente ha sobrevivido enfermedades graves en sus familiares o el engaño de parte de un ser querido. Lo que estaban viviendo eran consecuencias de heridas en su alma; daños que van más allá de lo físico y se incrustan en nuestro ser, afectándolo; situaciones en las que el corazón no encuentra ni entiende razonamientos.

Lo maravilloso de nuestra naturaleza es que contiene mecanismos de sanidad. Así como en el área física contamos con un sistema que nos defiende ante las enfermedades, también el ser interior posee mecanismos que nos liberan de los estragos que nos deja el rechazo, las carencias y la ausencia de alimento emocional. Pero estos procesos de sanidad no surgen solos. A diferencia de los sistemas físicos, requieren de nuestra voluntad. Para activarlos requerimos cierto conocimiento, conocer cómo funcionamos. Los casos de Verónica y de Gilberto tuvieron solución. Recuperaron su estabilidad mental y emocional, pero ambos iniciaron aceptando su realidad y buscando información, solicitando ayuda. Sanando las heridas del alma pretende proveer contenido que traiga cura a situaciones similares a las de los ejemplos planteados. Casos donde el temor impide que tomemos buenas oportunidades. Situaciones de baja valía personal que nos llevan a permitir que otros abusen de nosotros. Corazones con miedo a expresar el cariño que sienten por los demás. Autoimágenes distorsionadas que llevan a la gente a entrar en relaciones dañinas. Dolores escondidos que provocan actitudes agresivas y violentas hacia la gente que amamos. Conductas contrarias a las que deseamos tener a pesar de proponernos lo contrario, etc.

Esto pasa cuando nuestro ser emocional se enferma. De resolver situaciones así, trata esta obra. Su propósito es que nuestro pasado se convierta en algo a aceptar, entender, superar y liberar. Espero que logremos descubrir las deficiencias del alma que se crearon en nuestra infancia, adolescencia, juventud e incluso etapa adulta, para que, una vez identificadas, las sanemos. Al hacerlo, seremos capaces de aprovechar nuevas oportunidades, nos veremos como personas más valiosas y dignas de respeto. Sé que quien sana del alma afronta mejor las circunstancias difíciles y avanza por la vida con mayor seguridad en sí mismo. Es mi deseo que todo el que recorra estas páginas aligere la carga de su interior. Que se abra para dar y recibir el cariño que lleva dentro y que le comparten los demás. Que alcance niveles de vida mejores a los que tenía antes de leer. Que sus relaciones sean más satisfactorias y que el resto de su existencia, sea plena, efectiva y con abundancia de paz.

CAPÍTULO 1

Conociendo

nuestra naturaleza

Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo;

todo hombre es un fragmento del continente,

una parte de un conjunto.

John Donne