De la praxis de una logoterapeuta Elisabeth Lukas y Heidi Schönfeld

Introducción

Lukas: A raíz de los debates sobre el discutible tema del suicidio asistido, los investigadores Jansen-van der Weide y Onwuteaka-Philipsen realizaron en 2005 varias encuestas en los Países Bajos. Entre otros aspectos, se trataba de indagar acerca de los motivos que tenían los enfermos graves para solicitar el suicidio asistido.5 El resultado no correspondió a las expectativas generales. Solo en el 7 % de los encuestados se adujo el estado de ánimo depresivo, y ni siquiera un tercio de los encuestados, es decir, el 30 %, mencionaron el miedo a los dolores. El motivo principal del deseo de morir era el «sinsentido del sufrimiento», como respondió el 67 % de los encuestados; seguido del miedo a una «pérdida de dignidad» en el 65 % de los casos. Los investigadores constataron sorprendidos que lo que quita a los enfermos graves su voluntad de vivir no se combate solo con tratamientos médicos y cuidados paliativos.

He mencionado esta investigación porque la experiencia con personas sanas o «solo» psíquicamente enfermas muestra que su afirmación de la vida depende fundamentalmente de estas dos condiciones: 1) de ver un sentido en sus vidas a pesar de todas las dificultades y 2) de estar conscientes de su valor incondicional y su dignidad como personas. Si se cuenta con una de estas condiciones, disminuye la barrera psicológica de amenazar, dañar, acortar, etcétera, la propia vida (o la ajena), es decir, de arrojarla al remolino de satisfacciones momentáneas sin tener en consideración consecuencias posteriores. Una existencia responsable solo se da cuando hay un horizonte de sentido y de valores.

Ahora bien, hay una orientación psicoterapéutica que, por así decirlo, se ha especializado en el sentido y la dignidad de la persona: la logoterapia de Viktor E. Frankl. Se fundamenta en el axioma de que no hay una situación de vida, por más complicada que sea, que no ofrezca una posibilidad de sentido, y que tampoco hay ningún ser humano –sea no nacido, inválido, moribundo o de otra condición– que esté por fuera del carácter espiritual de la naturaleza humana y ya no pertenezca a ella. Frankl desarrolló sus conceptos psicoterapéuticos a partir de este fundamento axiomático, y para ello creó una «psicoterapia con dignidad» sin parangón con ninguno de los muchos tratamientos que se ofrecen hoy día. Testimonio de ello son los conmovedores casos que se presentan a continuación, los cuales fueron tratados por la doctora Heidi Schönfeld y comentados aquí por mí.

En el transcurso de mi actividad docente, transmití lo que yo misma pude aprender de Frankl durante mi formación psicológica. La doctora Heidi Schönfeld es una de mis antiguas alumnas y de la cual estoy orgullosa. Ella continúa de manera brillante la tradición del pensamiento de Frankl, por lo que es para mí un honor acompañarla en su praxis terapéutica en las siguientes páginas y observar, por encima de su hombro, un trabajo tan provechoso. Estoy convencida de que este «observar por encima del hombro» será también algo fascinante para los lectores. Si son legos en la materia, podrán, en caso de necesidad, sacar provecho para sí mismos de alguna de las prácticas sanadoras aquí expuestas. Si son profesionales en la materia, tal vez se sientan movidos a ocuparse intensivamente con la literatura médica de Frankl.

Vivimos tiempos de gran desasosiego y creciente desorientación. Reflexionar sobre la esencia de lo humano y sobre la «voz más interior» dentro de nosotros –que da razón y cuenta del respectivo sentido pleno– proporciona un apoyo espiritual que sirve de soporte para atravesar todas las turbulencias. Es inevitable que el azar nos golpee con fuerza, sea a individuos o a todo un colectivo, pero en nuestras manos y en nuestro juicio está cómo abordarlo. Nuestra dignidad radica en esta «libertad última». Nuestra tarea consiste en aprovecharla con sensibilidad axiológica. Si solo queda esto en la memoria tras la lectura del presente texto, ha valido la pena escribirlo de manera conjunta con mi colega.