Tomás Federico Arias Castro

Historia de las logias masónicas de Costa Rica (siglos XIX, XX y XXI)

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Colección Nueva Biblioteca Patria
Volumen N.º 12

A mis queridas y admiradas abuelas:

Ofelia Hidalgo Cerdas (1908-1991) y Lucrecia Caamaño Rojas (1931)

Educadoras de profesión y Maestras por vocación, así como insignes y perennes trasmisoras de la luz del conocimiento, la sabiduría y la razón a incontables generaciones de alumnos, hijos y nietos.

Agradecimientos

Una obra de investigación histórica como la presente es, siempre, el resultado del trabajo conjunto entre el autor y una serie de individuos e instituciones, cuyas acciones desinteresadas y valiosos aportes devienen en su materialización. Es por ello, que deseamos expresar nuestra más profunda gratitud a un conjunto de personas, sin cuyo espíritu de ayuda y vocación hubiese sido imposible la grata realización de este libro.

Así, nuestro sincero agradecimiento en general para los distinguidos integrantes del Gran Cuadro de la M:. R:. Gran Logia de Costa Rica (bienio 2016-2017) y al M:. R:. G:. M:. Marco A. Salazar Rojas en particular, por su apoyo absoluto (fraternal y material), así como por su gentil aquiescencia para la consulta de innumerables fuentes bibliográficas primarias en las instalaciones del Archivo, Museo y Biblioteca de la citada Gran Logia de Costa Rica.

A mis estimados amigos y hermanos de las logias Regeneración N.°1, Unión Fraternal N.°2, La Luz N.°3, Hermes N.°7, Maravilla N.°10, Torrealba N.°13, Francisco Calvo N.°15, Caridad N.°16, Coris N.°17, Le Sentier Caché N.°19, San Juan de la Perseverancia N.°20, Fénix N.°21 y Amadeus Zu den drei Säulen N.° 22, por su perenne vocación de ayuda y apoyo en la obtención de múltiples datos atinentes a la historia y estructura de sus respectivas logias.

De nuevo, tal y como tuvimos el agrado de hacerlo en 2015, al prestigioso literato y pedagogo chileno, Dr. Juan Durán Luzio, así como al Consejo Directivo de la Editorial Costa Rica, por su valiosa confianza para que, por segunda ocasión, una nueva obra del suscrito como la presente, fuese publicada con el auspicio del emblemático sello de dicha casa editorial, lo cual se yergue en un significativo motivo de orgullo para nuestra persona.

Asimismo, por la paciente labor de servicio y por la siempre gentil ayuda en la obtención de innumerables datos y referencias, a los personeros de: la sección de consulta histórica del Archivo Nacional, del Archivo Histórico de la Curia Metropolitana, de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, de las secciones de Hemeroteca y Consulta de la Biblioteca Nacional, del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, del Centro de Investigaciones Históricas de América Central de la Universidad de Costa Rica, de la Biblioteca del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y de la Biblioteca Carlos Monge Alfaro de la Universidad de Costa Rica.

Muy especialmente mi sincero reconocimiento al afamado pianista, compositor e intérprete musical Marvin Camacho V. (Director del programa de Cursos Libres y Extensión Docente de la Universidad de Costa Rica), por el sempiterno apoyo brindado al suscrito desde 2005 para la constante realización de más de una veintena de cursos dedicados a la enseñanza de la historia, el simbolismo y la significancia de la Masonería.

Finalmente, siempre que se toma la decisión de realizar un trabajo de investigación histórica como el presente, se pasa por la desafortunada experiencia de sacrificar una inmensa mayoría de los valiosos momentos que podrían dedicarse a la familia, razón por la que deseo dar las gracias más sentidas, por su paciencia, apoyo y desinterés irrestrictos, a las tres personas más importantes de mi vida, quienes me han entregado y me obsequian, su amor, su cariño y la bendición de su existencia en mi diario vivir: mis adorados mamá y papá, y mi bendito hijo Tomás Federico.

Goicoechea, Guadalupe,

24 de junio, 2017

(…) En la Masonería cabe cualquier forma de convicción religiosa… Y se obliga a respetar el modo que cada cual estime más conveniente para dar culto a Dios.

Aspira a una religión universal en cuanto las comprendiese a todas sin distinción de verdaderas o erróneas; una tolerancia excluyente de cualquier religión que aspire a tener especiales prerrogativas sobre la conciencia humana.

Por principio los masones son enemigos de todo dogmatismo…

Cada uno de sus miembros tiene el derecho de formarse su propio concepto de Dios (…).

“1884: El Estado, la Iglesia y las Reformas Liberales”,
Hist. Ricardo Blanco Segura, 1984
(1932-2011)

(…) hoy se ha creído más oportuno, no imponerle al Masón otra religión que aquella en que todos los hombres están de acuerdo, y dejarles completa libertad respecto a sus opiniones personales.

Esta religión consiste en ser hombres buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sea la confesión o creencia que los distinga.

De este modo la Masonería se convertirá en un centro de unidad y el medio para establecer verdadera relaciones amistosas entre individuos que, fuera de ella, habrían permanecido distanciados entre sí para siempre (…).

“The Constitutions of the Free-masons”
Chapter 1, 1723

Pastor James Anderson
(1678-1739)

Presentación

Al volar el ave se remonta al cielo en busca de una visión totalizadora de su entorno. Los libros son prácticas de vuelo en los que vemos reflejada una determinada sociedad. Con el espíritu de mantener la visión integradora del país siempre actualizada, la Editorial Costa Rica pone a disposición de los lectores la Nueva Biblioteca Patria, continuación de la primera Biblioteca Patria, la cual, en el periodo 1975-1978 dio a luz veintiuna obras históricas y científicas originales de autores costarricenses o compilaciones de documentos sobresalientes de la historia nacional. La resolución de publicar la Nueva Biblioteca Patria fue tomada por el Consejo Directivo el 21 de mayo de 2012.

De esta manera, el lector dispondrá del máximo de herramientas con las cuales preservar y divulgar los pilares de la cultura escrita en Costa Rica y con ella el reservorio identitario nacional que nos refleja como patria, territorio y pertenencia en el imaginario de las generaciones de viajeros y costarricenses venideras. Con ello la Editorial Costa Rica contribuye al enriquecimiento del patrimonio de intangibles del país.

Capítulo I

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Introito histórico

…La historia universal es el progreso de la conciencia de la libertad…

George W. F. Hegel
1770-1831

Durante el presente año 2017 la Masonería está conmemorando en todo el mundo su tricentenario de fundación formal y oficial. Circunstancia que se originó desde el momento histórico en que un visionario grupo de individuos adscritos hasta entonces a los denominados trabajos masónicos operativos, decidieron readecuar y redefinir las antiguas acciones y trabajos que habían ejercido y desempeñado desde tiempos inmemoriales, dando así origen, en 1717, a las actuales actividades masónicas simbólicas.

Sin embargo, resulta claro que la anterior referencia necesita de una explicación pormenorizada acerca de varios de los conceptos ahí expuestos. Ya que, para el lector neófito, ello resulta imprescindible para comprender el motivo de la muy significativa peculiaridad de que una institución como la Masonería haya logrado mantenerse vigente por tanto tiempo a pesar de todo género de especulaciones, críticas, ataques, difamaciones, cuestionamientos y diatribas que se han vertido en su contra desde siempre.

La Masonería Operativa

No pretende esta obra entrar al análisis de las múltiples hipótesis que se han elaborado acerca del origen legendario de la Masonería, pues, como su propia naturaleza lo contiene, ello se basa en postulados subjetivos de origen mítico sin más sustento probatorio que las aseveraciones de sus distintos emisores.

Así las cosas, los antecedentes históricos más remotos y, sobre todo, comprobables de lo que actualmente es la Masonería, se ubican en la época de la Alta Edad Media y propiamente al interior del continente europeo. En ese sentido, tras la caída del Imperio Romano de Occidente1 (476 d.C.),2 gran cantidad de los conocimientos y las enseñanzas que dicha civilización alcanzó sobre el arte y el oficio de la construcción (sobre todo en lo concerniente a lo realizado por el llamado Colegio de los Pontífices),3 fue asimilado y celosamente resguardado por los nuevos grupos de constructores surgidos a inicios del citado Medioevo. Agrupaciones cuyas primeros siglos de égida y labores estuvieron circunscritos en especial a edificaciones de carácter religioso tales como iglesias, catedrales, conventos, basílicas, monasterios, capillas, parroquias, etc.

De modo preciso, fue durante esa coyuntura alto medieval cuando surgió el vocablo específico mattjon4 (de origen fráncico) para referirse en concreto a los integrantes del oficio constructivo especializado del que se ha hecho mención. Palabra cuya etimología especifica hacía alusión al trabajo exclusivo de un cantero o cortador/labrador de piedra y que, después de varios siglos de evolución lingüística, derivó en los términos idiomáticos maçon (francés), mason (inglés) y masón (castellano).5

Fue entonces a partir de ese desarrollo cuando surgió la antes citada acepción de Masonería Operativa, para referirse a los grupos de constructores medievales reconocidos por su talento, experiencia y conocimientos, así como por su manejo de ramas intelectivas como la geometría, la aritmética, el cálculo y la matemática. Vocablos ambos instituidos por la historiografía masónica de los siglos XIX y XX para distinguirla de la llamada Masonería Simbólica a la que nos referiremos con posterioridad.

Ahora bien, con el advenimiento de la Baja Edad Media a partir del siglo XI,6 el modelo histórico de la actividad constructiva europea experimentó un ostensible cambio. Esto por cuanto en dicha época los otrora constructores de sitios religiosos, empezaron a diversificar sus labores a otros tipos de edificaciones (civiles, reales, militares, privadas, etc.) y, de modo determinante, comenzaron a agruparse bajo organizaciones laicas para el establecimiento y defensa de determinadas prebendas y deberes propios de su labor.

Es a raíz de lo anterior cuando se formaron las denominadas guildas o gremios de oficios,7 cuya principal característica consistió, precisamente, en el otorgamiento a sus integrantes de una tutela efectiva de sus derechos y una categorización laboral especifica por parte de las autoridades (reales, feudales, nobles, eclesiásticas, municipales, etc.). Asunto que se materializó tanto a través de la emisión formal de ordenanzas y normativas para cada gremio,8 como por la implementación de relaciones jurídicas contractuales9 (de tipo bilateral o multilateral, según fuse el caso) en cuyas estipulaciones se consignaba de modo preciso las clausulas en que dichos trabajadores efectuarían sus desempeños. Todo lo cual tenía entre sus principales objetivos, el amparo y diferenciación de dichos constructores, respecto de la miseria y la ignominia bajo la que, en general, se hallaban los llamados siervos de la gleba feudales.10

Asimismo, se agregó la concesión de excepciones o franquicias a determinados individuos cualificados y a guildas especificas, como un reconocimiento a la calidad de su trabajo o el renombre adquirido con el devenir de los años. Situación de especial importancia, ya que fue en territorio británico y como resultado de la consolidación de dichas franquicias (franchises), donde se masificó el uso del prefijo franc junto al vocablo mason, dando así origen a la expresión francmasón,11 con la que también se alude a los integrantes de la Masonería.

De modo paralelo a lo anterior, los gremios estuvieron conformados por establecimientos de aprendizaje y trabajo llamados comúnmente con el apelativo de talleres12 (lugar de tallado), cuya autoridad era ejercida por el denominado maestro13 (dueño de dicho sitio y constructor más avezado), siendo sus otros dos integrantes los llamados aprendices14 (alumnos iniciales) y compañeros15 (alumnos avanzados). En ese sentido, tanto para el ingreso o ascenso a un taller o una guilda, era necesario que el aprendiz pasase por una serie de pruebas, rituales y juramentos previos, con lo cual se buscaba la perfección de los futuros integrantes del gremio. Pues, junto al desarrollo intelectivo, el otro cúmulo de enseñanzas y lecciones dentro de los talleres, eran los de tipo axiológico. Todo lo cual buscaba el crecimiento integral del masón operativo.

Cabe señalarse que junto al taller, también existieron las llamadas logias16 (apelativo surgido con probabilidad del término griego logos),17 el cual se utilizaba desde la época medieval para referirse al recinto adscrito a toda construcción en donde los masones operativos planificaban sus obras, departían durante sus ratos de ocio, ingerían alimentos, pernoctaban, custodiaban sus herramientas, guardaban materiales y que, en general, les servía de domicilio temporal durante el tiempo que durasen sus trabajos.18 Fue por esta circunstancia y debido en específico a que en muchas ocasiones la relación tripartita entre maestros, compañeros y aprendices se desarrollaba durante semanas y meses en dichas logias, lo que hizo que estos sitios se convirtiesen, en la práctica, en los talleres de aprendizaje y trabajo ya referidos, lo que a su vez conllevó al uso indistinto de cualesquiera de ambos vocablos para referirse al sitio de reunión de los masones operativos.19 Tal y como sucede hasta el presente.20

Ahora bien, el paradigma histórico antes descrito se mantuvo inalterable tanto hasta el final del Medioevo, como a partir del subsiguiente origen de la Edad Moderna (1453),21 no mostrando modificaciones sustanciales hasta el fenecimiento del siglo XVII. Empero, ya desde inicios del siglo XVIII, comenzó a gestarse un nuevo fenómeno al interior de los talleres, sobre todo en los ubicados en territorio británico y con especial énfasis en suelo escocés. Circunstancia que consistió en la particularidad de que individuos no adscritos al oficio de la construcción, solicitaron la aquiescencia de las autoridades gremiales para asistir a las distintas reuniones y actividades en dichas logias.

Así, la petitoria de esos individuos (intelectuales, académicos, profesionales, nobles, comerciantes, artistas, etc.) se sustentaba en su certero interés de conocer y aprender con amplitud acerca del vasto conocimiento y sapiencia que los masones operativos habían adquirido desde antaño. A lo cual se unió su intención de regir sus vidas por medio de las escalas de valores y principios éticos que caracterizaban a dichas instituciones masónicas.

Fue entonces cuando se empezó a dar un cambio paulatino en la conformación y estructuración de los talleres, gremios y guildas masónicas operativas. Pues, por una parte, se amplió ostensiblemente el espectro intelectivo de sus miembros como consecuencia de la concatenación de los diversos saberes (ya no solo constructivos) que se integraron a ellos desde ese momento. Mientras que, por otra parte, esa misma situación hizo imperioso la readecuación de los fines y objetivos de la Masonería Operativa con el fin de adaptarla a la nueva realidad acontecida durante el siglo XVIII.

La Masonería Simbólica

Aunque el proceso de transformación de las antiguas logias masónicas operativas se empezó a gestar en Escocia, fue en Inglaterra en donde sucedió la consolidación total de dicho cambio, teniendo a la ciudad de Londres como escenario histórico de ello.

En efecto, el 24 de junio de 171722 (día de la antiquísima advocación religiosa de San Juan Bautista),23 115 integrantes de cuatro de las logias operativas que se ubicaban en la capital inglesa (The Rummer and Grapes, The Goose and Gridiron, The Crown y The Apple Tree),24 decidieron abandonar el vetusto modelo operativo que los había caracterizado desde la Edad Media y redefinieron su naturaleza integradora por una nueva:

“(...) formación que, conservando las formas externas y los símbolos de las logias de los masones constructores tradicionales, no tendría como meta la construcción de edificios, sino la de reunir a los hombres de cualesquiera ideologías, razas, religiones o nacionalidades para cimentar y lograr una sociedad humana armónicamente edificada, a fin de que la paz y la tolerancia sustituyeran, algún día, a la disensión y la guerra (...)”.25

FOTO1
Fachada exterior de la logia The goose and gridiron, sitio de fundación de la Masonería simbólica, el 24 de junio de 1717 (CALLAEY, Eduardo, El mito de la revolución masónica).

Así las cosas, existen varios factores que desempeñaron un papel de primer orden en dicho acontecimiento. En primer lugar la escogencia de la fecha de cita no fue producto del azar o resultado de una ocurrencia, pues, de modo preciso, fue durante la Edad Media cuando se había establecido el patronazgo religioso específico de la figura bíblica de San Juan sobre los gremios o guildas de los constructores masones operativos.26 En segunda instancia, los apelativos del cuarteto de logias citadas correspondían en realidad a los nombres que poseían los pubs o tabernas27 en que los masones operativos y los nuevos integrantes de otras profesiones y labores se reunían con periodicidad en lugar de los antiguos talleres o logias, correspondiéndole en concreto a The goose and gridiron ser la sede del evento de cita.28 Como tercera situación, en dicho mitin se acordó la pionera creación de un ente superior que rigiese a las cuatro logias referidas, así como a todas las que se adscribiesen en el futuro,29 lo cual conllevó al establecimiento de la llamada Gran Logia de Londres.30 Por último y con el afán de escoger a un individuo que por sus méritos intelectuales y valía moral fuese reconocido por sus colegas para que presidiese a la Gran Logia de Londres, se designó al caballero inglés Anthony Sayer31 (1672-1741) como primer Gran Maestro32 de dicha novel institución.

Ahora bien, en los años posteriores y con el fin de suceder a Sayer, fueron escogidos como Grandes Maestros33 los masones George Payne (1718 y 1720), Jean Théophile Désaguliers (1719) y John (duque) de Montagu (1721-1722), siendo precisamente durante el mandato de este último cuando se emitió una decisión de relevante importancia para el proceso histórico iniciado en 1717.

Lo anterior por cuanto Montagu dispuso la compilación y redacción de una nueva normativa masónica en la que se concatenasen las antiguas ordenanzas y reglamentaciones de los otrora masones operativos junto a una serie de nuevas disposiciones y estipulaciones surgidas desde la creación de la Gran Logia de Londres. Documento cuya conformación fue encargada en 1721 al Doctor en Filosofía y pastor presbiteriano de origen escocés, James Anderson34 (1678-1739) y al ya citado Gran Maestro (de origen francés) Désaguliers (1683-1744).35

Fue entonces en consecuencia de lo anterior, cuando Anderson y Désaguliers se avocaron con intensidad a la tarea encomendada por Montagu, la cual fue terminada a finales de 1721 y adicionada por otras autoridades masónicas a lo largo de 1722. Hasta que, finalmente, dicha norma fue aprobada en 172336 por la Gran Logia de Londres (presidida por el nuevo Gran Maestro Philip (duque) de Warton),37 con el nombre de The Constitutions of the Free-masons (containing history, charges, regulations of that most ancient and right worshipful fraternity),38 también conocidas con el sobrenombre de Constituciones de Anderson.39

Con posterioridad, le correspondió a España el erigirse en el primer territorio no británico en donde se instauró una logia bajo la autoridad de la Gran Logia de Londres. Hecho que se dio en 1728 cuando el mencionado y ahora ex Gran Maestro Warton (quien se había trasladado a suelo español por motivos militares y diplomáticos) fundó la logia Las tres flores de lis N.° 5040 en la ciudad de Madrid. Situación que fue seguida, en 1738, de la refundición de la Gran Logia de Londres, en la Gran Logia de Inglaterra.41 Lo cual fue consecuencia de una intensa y ascendente serie de querellas internas que se habían desatado desde el propio año de 1717 en varios puntos de dicha nación anglosajona, entre los miembros de la Gran Logia de Londres y otros variados grupos de antiguos masones operativos (escoceses, irlandeses e, incluso, gran cantidad de ingleses), al auto considerarse cada uno de ellos como legítimos herederos y continuadores de la desaparecida Masonería Operativa.42 Por lo que, dejando de lado las consideraciones subjetivas de esos otros grupos masónicos y continuando su propio derrotero, los integrantes de la Gran Logia londinense optaron entonces por ampliar su radio de acción a todo el territorio inglés en ese citado año de 1738.

FOTO2
Portada original de The Constitutions of the Freemasons/Constituciones de Anderson (DEDOPULOS, Tim, Claves y secretos de la Masonería).

Así, los distintos avatares y posteriores enfrentamientos que prosiguieron no solo en Inglaterra y sus territorios circunvecinos, sino que se desarrollaron entre las diversas logias internas de otros países europeos y de estas con otras logias nacionales, produjeron el surgimiento, en los años venideros, de una serie de interpretaciones y elucubraciones acerca del origen, temática y fines de la Masonería.43 Lo cual ocasionó, a su vez, el acaecimiento de un variopinto conjunto de métodos de inducción y enseñanza acerca de su conceptualización bajo el nombre específico de ritos.44 Temática que la presente obra no pretende dilucidar por no constituirse en su objeto de estudio.

Únicamente resta por indicar que la etapa histórica que arrancó en junio de 1717, recibió con posterioridad el nombre específico de Masonería Simbólica.45 Ya que, si bien es cierto, dentro de las nuevas logias se mantuvo casi incólume la reminiscencia de su antiguo conocimiento constructivo surgido en el Medioevo, también resulta verdadero que dicha sapiencia se reconvirtió (junto a las otras ramas del saber intelectivo que se le agregaron) en una amplia parafernalia de naturaleza interpretativa para sus nuevos integrantes. Es decir, dicho cambio implicó el surgimiento y la inserción de una ostensible serie de elementos, iconos, significados y acepciones que por medio del estudio pormenorizado y sistemático de la simbología, empezó a permitir el desarrollo académico y moral del ahora nuevo llamado masón simbólico o especulativo.46

 

1 MONTANELLI, Indro y GERVASO, Roberto, Historia de la Edad Media, Barcelona: Editorial Debolsillo, 2004, p. 391.

2 SECCO ELAURI, Oscar y BARIDÓN, Pedro, Roma, Buenos Aires: Editorial Kapelusz, 1972, p. 214.

3 MANAVELLA CAVALLERO, Carlos, Curso de Derecho Romano (prolegómenos-historia), San José: Editorial ARS, 1981, p. 83 y ZAMBRANA VÁZQUEZ, Antonio, Derecho Romano, San José: Editorial ISOLMA, 2012, p. 3.

4 LAVAGNINI, Aldo, El secreto masónico, Buenos Aires: Editorial Kier, 2007, p. 18.

5 HURTADO JUÁREZ, Amando, Nosotros, los Masones, Madrid: Editorial EDAF, 2005, pp. 31-32.

6 SECCO ELAURI, Oscar y BARIDÓN, Pedro, Edad Media, Buenos Aires: Editorial Kapelusz, 1972, p. 9.

7 CABANELLAS DE TORRES, Guillermo, Diccionario Jurídico Elemental, Buenos Aires: Editorial Heliasta, 1994, p. 181.

8 FOURNIER ACUÑA, Fernando, Historia del Derecho, San José: Ediciones Juricentro, 1978, p. 114.

9 CALATAYUD PONCE DE LÉON, Vicente, Diccionario de Latín Jurídico, San José: Editorial Investigaciones Jurídicas, 2005, p. 71 y CAMPOS VARGAS, Henry, Latín Jurídico, San José: Instituto de Investigaciones Jurídicas (UCR), 2014, p. 233.

10 SÁENZ CARBONELL, Jorge F., Elementos de Historia General y Nacional del Derecho, San José: Editorial ISOLMA, 2016, pp. 206-208.

11 DAZA, Juan C., Diccionario Akal de Francmasonería, Madrid: Ediciones Akal, 1997, pp. 149-159.

12 GUIER ESQUIVEL, Jorge, Historia del Derecho (tomo I), San José: ECR, 1968, pp. 550-554.

13 ADOUM, Jorge, El Maestro masón y sus misterios, Buenos Aires: Editorial Kier, 2007, pp. 7-22.

14 ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro, La Masonería: escuela de formación del ciudadano, Madrid: Universidad Pontificia Comillas, 2005, pp. 208-229.

15 CASSARD, Andrés, Manual de la Masonería, Nueva York: Macoy & Sickles, 1861, p. 869.

16 ESPINOZA, Ronald, “La Masonería revela sus secretos”, Revista Dominical (La Nación), 24 de setiembre, 1995, p. 9.

17 LAVAGNINI, op. cit., 2007, p. 31.

18 HURTADO JUÁREZ, op. cit., 2005, p. 117.

19 QUIRÓN, Mónica, Las sociedades secretas, Madrid: EDIMAT Libros, 2007, p. 66.

20 BLANCO SEGURA, Ricardo, 1884: el Estado, la Iglesia y las reformas liberales, San José: ECR, 1984, pp. 102-103.

21 PIRENNE, Jacques, Historia Universal: las grandes corrientes de la Historia (tomo II), Barcelona: Editorial Texto, 1973, p. 335.

22 MARTÍN ALBO, Miguel, La Masonería: una hermanad de carácter secreto, Madrid: Editorial LIBSA, 2003, p. 117.

23 SELF, David, El libro de los Santos, Valencia: Editorial Alfredo Ortells, 2006, pp. 18-19 y Enciclopedia de la Biblia, Madrid: Enciclopedias Afrodisio Aguado, 1968, p. 165.

24 Ubicadas respectivamente en: Westminster, St. Paul´s Churchyard, Drury St. y Charles St. y cuya existencia se mantiene actualmente en tres de los casos bajo los nombres de: Antiquity N.° 2 (The Goose and Gridirionde), Royal Somerset House and Inverness Lodge N.° 4 (The Rummer and Grapes) y Lodge of Fortitude and Old Cumberland N.° 12 (The Aplee Tree). DEDOPULOS, Tim, Claves y secretos de la Masonería, Barcelona: Ediciones Robinbook, 2006, p. 78.

25 HURTADO JUÁREZ, op. cit., 2005, p. 48.

26 LAVAGNINI, Aldo, Manual del Aprendiz (estudio interpretativo sobre el valor iniciático de los símbolos y las alegorías del primer grado masónico), Buenos Aires: Editorial Kier, 2007, p. 46.

27 CALLAEY, Eduardo, El mito de la revolución masónica, Madrid: Editorial Nowtilus, 2007, pp. 47-48.

28 MARTÍN ALBO, op. cit., 2003, p. 117.

29 LAVAGNINI, Aldo, Manual del Maestro, Buenos Aires: Editorial Kier, 2007, pp. 161-162.

30 MARTÍNEZ ZALDUA, Ramón, Historia de la Masonería en Hispanoamérica, México D.F.: Talleres de B. COSTA-AMIC, 1968, p. 8.

31 KNIGHT, Christopher y LOMAS, Robert, La clave secreta de Hiram, México D.F.: Editorial Grijalbo, 2003, p. 411.

32 PEREIRA CUOTO, Sergio, Diccionario secreto de la Masonería, Madrid: DIGERATI, 2006, pp. 40-41.

33 MENUÉ, Konrad, La Masonería y las ciencias ocultas, Barcelona: Reditar Libros, 2004, p. 87.

34 MANSUR NETO, Elías, Masonería, Madrid: Universo dos Livros, 2006, p. 23.

35 MARTÍN ALBO, op. cit., 2003, p. 120.

36 LAVAGNINI, Aldo, Manual del Compañero (estudio interpretativo de los símbolos y alegorías del segundo grado masónico), Buenos Aires: Editorial Kier, 2006, p. 20.

37 HURTADO JUÁREZ, Amando, La Masonería, Madrid: Editorial EDAF, 2001, p. 49.

38 ÁLVAREZ LÁZARO, op. cit., 2005, p. 71.

39 QUIRÓN, op. cit., 2007, p. 66.

40 HOENIGSBERG, Julio, Influencia revolucionaria de la Masonería en Europa y América, Bogotá: Editorial ABC, 1944, p. 68.

41 HURTADO JUÁREZ, op. cit., 2005, p. 49.

42 KNIGHT y LOMAS, op. cit., 2003, pp. 414-416.

43 CARO RODRÍGUEZ, José, El misterio de la Masonería, Santiago: Imprenta Chile, 1926, pp. 8-9.

44 PEREIRA CUOTO, op. cit., 2006, p. 91.

45 También llamada con los nombres de: Masonería Especulativa y Masonería Moderna. NIETO MARTÍNEZ, Carla, La Masonería: ritos y símbolos, Madrid: Editorial LIBSA, 2007, p. 19.

46 LAVAGNINI, op. cit., 2006, p. 23.