Sobre los autores

José Bell Lara (Guantánamo, 1939). Doctor en Ciencias Filosóficas, Máster en Desarrollo social, Licenciado en Sociología, profesor Titular y Consultante de la Universidad de La Habana y profesor-investigador con rango regional de FLACSO-Cuba. Es autor de varios libros y numerosos artículos sobre Cuba y América Latina. Dirige el área Política y Desarrollo y el equipo de investigación sobre Revolución Cubana de FLACSO-Cuba. josebell@flacso.uh.cu

Tania Caram León (La Habana, 1960). Doctora en Ciencias de la Educación, Máster en Desarrollo social, Licenciada en Lingüística, profesora Titular de la Universidad de La Habana y profesora-investigadora con rango regional de FLACSO-Cuba. Ha publicado varios artículos sobre las mujeres cubanas. Es miembro del área Mujer, familia e infancia y miembro del equipo de investigación sobre Revolución Cubana de FLACSO-Cuba. tcaram@flacso.uh.cu

Delia Luisa López García (La Habana, 1941). Doctora en Ciencias Económicas, Licenciada en Pedagogía, profesora Titular y Consultante de la Universidad de La Habana y profesora-investigadora con rango regional de FLACSO-Cuba. Ha publicado varias obras sobre Cuba y América Latina. Es miembro del área Política y Desarrollo y del equipo de investigación sobre Revolución Cubana de FLACSO-Cuba. dllopez@flacso.uh.cu

Los tres son coautores de numerosos textos, entre los que se destacan Cuba: la generación revolucionaria 1952-1961 y Cuba: las mujeres en la insurrección 1952-1961, publicados por la Editorial Félix Varela; así como la serie Documentos de la Revolución Cubana y Combatientes (2014), a cargo de la Editorial de Ciencias Sociales.

Primera edición: 2007

 

Título original: Documentos de la Revolución Cubana 1960

Edición base: Lic. Olga Lidia Machado Torres

Edición para e-book: Adyz Lien Rivero

Corrección: Liliana Gómez García

Diseño de Cubierta: Deguis Fernández Tejeda

Diseño interior: Xiomara Gálvez Rosabal

Emplane: Madeline Martí del Sol

© José Bell Lara, Delia Luisa López García y Tania Caram León, 2007

© Sobre la presente edición:

Editorial de Ciencias Sociales, 2016

ISBN 978-959-06-1783-6

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Introducción


El año 1960 se caracteriza por la profundización del proceso revolucionario, el aumento de la agresividad del imperialismo norteamericano, la radicalización ideológica de las masas y la amplia participación de estas en el proceso de transformaciones y en las medidas aplicadas. Por ello, fue denominado Año de la Reforma Agraria y, a partir de los avances en su aplicación, se produce una serie de actividades conexas que desbordan el marco de lo agrario y tienen que ver con el desarrollo económico del país. De hecho el INRA, junto al Ejército Rebelde, se constituyen en la matriz de la nueva institucionalidad revolucionaria, mientras se transforma de manera paulatina el viejo Estado, en función de las nuevas realidades y necesidades sociales.

Las leyes revolucionarias, en la medida que profundizan la Revolución, provocan el desplazamiento de personajes y actores sociales; las masas irrumpen con mayor fuerza, siendo no solo participantes, sino también actores del proceso de cambios y actúan como defensores frente a los peligros que amenazan. En esta dinámica, surgen miles de cuadros y dirigentes que asumen responsabilidades en la economía, en la defensa y en todas las esferas de la vida social.

Este no es un proceso pasivo, sino de dura lucha de clases, en la que la participación en el desarrollo revolucionario radicaliza a las masas y contribuye a eliminar prejuicios, identificar a sus verdaderos enemigos y asumir ideas más avanzadas.

En este contexto, la agresión imperialista se convierte en una constante que asume múltiples formas, desde acciones directas, la utilización de su ejército político local (las clases reaccionarias y sus seguidores), hasta operaciones encubiertas y no tan encubiertas para dañar la Revolución, como son los sabotajes, las campañas ideológicas, las actividades divisionistas y los intentos de aislarla para facilitar una acción militar directa.

En ese marco general, numerosos hechos marcan el decurso del año:

– A lo largo de 1960, continuó la profundización de la Reforma Agraria que destruyó el latifundio nacional y extranjero, se entregaron tierras gratuitamente a miles de campesinos, se crearon las granjas del pueblo, las cooperativas cañeras, la red de tiendas del pueblo y se tomaron otras, que en su conjunto implicaron una transformación radical del campo.

– Pasaron a ser propiedad de la nación las grandes empresas industriales y de servicios, nacionales y extranjeras, en las distintas ramas de la producción: azucarera, tabacalera, textil, química, metalúrgica, transporte, aviación, petróleo, minería, instalaciones portuarias y otras.

– Se avanzó extraordinariamente en la educación con la reforma educacional, la creación de 10 000 aulas de educación primaria, la conversión de los grandes cuarteles en escuelas, el inicio de la construcción de grandes centros escolares y la transformación de la universidad cubana.

– La política internacional propia de la Revolución cubana, adquirió nuevas dimensiones. Cuba se identificó con los movimientos de liberación en todo el mundo, amplió sus relaciones diplomáticas significativamente, estableciéndolas con numerosos países de África y Asia; restableció relaciones con la Unión Soviética y los llamados “países socialistas”; y reconoció a la República Popular China como representante legítimo de ese pueblo. Fidel Castro llevó a la ONU la voz del pueblo de Cuba, denunciando la política de agresiones del imperialismo norteamericano.

– Con el avance y desarrollo de la Revolución se fue adecuando el Estado revolucionario para acometer las tareas que la coyuntura demandaba. Desaparecen algunas instituciones estatales, en algunos casos sus funciones son asumidas por otras o, simplemente, se extinguen por no ser necesarias en la nueva situación y se dictan leyes orgánicas de algunos organismos de la Administración Central del Estado. En general, los procesos reales van por delante de los institucionales.

– Entra en una nueva fase la política de los Estados Unidos encaminada a destruir la Revolución, y se sistematiza la agresividad.

El 17 de marzo de 1960, el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos aprueba dos documentos dirigidos a este fin, el Programa de Acción Encubierta contra Castro y el Programa de Presiones Económicas contra el Régimen de Castro, que contemplaban medidas militares, propagandísticas, creación de una oposición contrarrevolucionaria y acciones destinadas a crear dificultades a la economía y al nivel de vida del pueblo. Las maniobras para dejar sin petróleo a Cuba y la supresión de la cuota azucarera fueron parte del arsenal inicial de la guerra económica que se ha implementado contra Cuba.

– En la dinámica de la lucha se fueron deslindando los campos entre Revolución y contrarrevolución; en el campo revolucionario, se dio un progresivo proceso de coordinación del accionar de las organizaciones revolucionarias, aparecieron las organizaciones de masas de amplio espectro como los CDR y la FMC, se integró el movimiento juvenil en la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR) y se produjo una renovación sindical, depurándose el movimiento obrero de elementos mujalistas.

– La instrumentación práctica de las medidas y leyes revolucionarias que beneficiaban al pueblo y la lucha por su implementación ante la oposición del imperio y sus servidores nativos, revolucionan al pueblo, a sus dirigentes, se crea un verdadero dinamo revolucionario. En esa dialéctica revolucionaria la propia Revolución radicaliza a las masas y las ideas más revolucionarias se convierten en patrimonio de la mayor parte del pueblo.

– La lucha antiimperialista fue una escuela política práctica de afirmación de la nacionalidad y de radicalización ideológica que llevaría a asumir, poco a poco la ideología socialista, al cumplirse el programa de La historia me absolverá. Las transformaciones realizadas, más allá de los límites burgueses, llevó a que se respaldaran las metas contenidas en la Primera Declaración de La Habana: la eliminación de la explotación del hombre por el hombre.

La creciente agresividad del imperialismo y la necesidad de defender las conquistas revolucionarias, pusieron a la orden del día la elevación de la capacidad defensiva de la Revolución, por lo que se intensificó el entrenamiento, preparación y organización de las milicias. Miles de ciudadanos comenzaron a dominar la técnica militar.

Las milicias constituyeron el espacio principal en el que se integraron los revolucionarios, independientemente de su ocupación o clase social: el ama de casa, el obrero, el estudiante, el empleado, el combatiente de la sierra o el de la clandestinidad se reconocen en una sola categoría: revolucionarios.

Durante el año 1960 la Revolución se encontró ante un dilema definitorio: o se detenía y con ello creaba las condiciones para retornar a la situación de subordinación del país a los intereses imperialistas, o seguía hacia adelante y asumía los riesgos de la plena independencia.

Esta caracterización apenas si constituye un esbozo del año 1960, pero muestra lo decisivo de la lucha y las actividades desarrolladas durante ese año para la profundización de la Revolución.

Al igual que en la selección correspondiente al año 1959, hemos considerado como documentos, no solo las leyes, decretos y resoluciones emitidos por el Consejo de Ministros y los organismos de la Administración Central del Estado, sino también discursos y artículos escritos en publicaciones de la época y que constituyen elementos relevantes para comprender ese momento histórico.

Por esa razón, los hemos agrupado en cuatro bloques, teniendo en cuenta su afinidad temática, aunque en la realidad histórica las acciones en los distintos campos están entremezcladas e influidas entre sí.

En todos los casos, se ha respetado la redacción original, cotejándose las fuentes y cuando se han introducido cambios formales a los efectos de la presentación, estos han sido mínimos.

Esperamos que esta selección documental contribuya a un mejor conocimiento de esa gran aventura de nuestro tiempo que es la Revolución Cubana.

la educación y concientización del pueblo


La profundización y avance de la Revolución durante 1960 fue una dura lucha contra la ideología burguesa al interior de nuestra sociedad.

En el terreno ideológico, hubo que enfrentar las campañas ideológicas de la contrarrevolución dirigidas a dividir las filas de los revolucionarios con el pretexto del anticomunismo, y también de sembrar el miedo, la duda y la desconfianza frente a las medidas que se tomaban.

La prensa reaccionaria, vinculada a los intereses de la burguesía local y el imperialismo, fue la punta de lanza de esas campañas, a la que se respondió, con la explicación y la difusión de la verdad de la Revolución. Una de las formas más ingeniosas fue la llamadaColetilla.

Esta era una nota aclaratoria que los trabajadores de los medios de prensa (periodistas, obreros gráficos, y locutores), impusieron al final de los cables que se reproducían en Cuba divulgados por las agencias noticiosas extranjera, cuando estas informaciones eran insidiosas o difamatorias. Comenzaron a aparecer las coletillas en enero de 1960.

Se daba así, una verdadera libertad de prensa porque junto a las opiniones de los dueños de los medios, subordinados a los intereses de la oligarquía local y el imperialismo, aparecía también el criterio de sus obreros y empleados. En torno a la coletilla se libró una profunda lucha ideológica que unió más en los diarios a los periodistas y obreros gráficos y, en las emisoras de radio y televisión, a los periodistas, locutores, técnicos y obreros.

La estrategia contrarrevolucionaria fue provocar el autocierre de esos diarios, el primero de los cuales fue el periódico Avance, cuyo director se asiló en una embajada. Con diferente ritmo, esa línea la siguió el resto de las publicaciones contrarrevolucionarias. Significativo fue el caso del Diario de la Marina, que históricamente fue el vocero de los intereses más reaccionarios en Cuba. Su director, antes condecorado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) como héroe de la libertad de prensa, intentó una provocación contra la Revolución: se negó a publicar el periódico con las coletillas y también se asiló en una embajada. Los trabajadores, bajo su responsabilidad, editaron el periódico el 11 de mayo y, el día 12, se publicó su último número con un cintillo que decía “Un día con el pueblo”.

En reunión efectuada entre el 18 y el 20 de marzo, 61 emisoras de radio partidarias de la Revolución constituyeron el Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL), que adoptaron como lema, “Fiel a Cuba, fiel a la Revolución”. El FIEL desempeñó un importante papel en la defensa y divulgación de la obra de la revolución.

La base para hacer más difícil, cuando no inútil, las campañas del enemigo en el terreno ideológico, fue la elevación del nivel educacional y cultural del pueblo.

Durante el año 1960, comenzó a aplicarse la Reforma Integral de la Enseñanza, promulgada en diciembre del año anterior. Fueron convertidos en escuelas numerosos cuarteles (la conversión del cuartel Moncada en ciudad escolar 26 de julio, fue un símbolo). El 9 de abril de ese año, funcionó la Imprenta Nacional de Cuba en los talleres de los diarios El País y Excelsior; y se crearon los Consejos Municipales de Educación que integraban un conjunto de actores locales a la labor educativa.

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) apoyó la superación cultural de los trabajadores creando aulas en numerosos centros de trabajo y cediendo locales de sindicatos para aulas.

El Ministerio de Educación fundó el Instituto de Superación Educacional, organismo que desplegó, a lo largo de los años, una importante labor en la superación y titulación de los maestros.

También el Ejército Rebelde desarrolló una intensa campaña para eliminar el analfabetismo en sus filas y elevar la preparación técnica de sus fuerzas. El MINFAR publicó una edición masiva del Manual de capacitación cívica, cuyo estudio contribuyó a la formación política de la población, y la publicación Verde Olivo, se convirtió en revista de circulación nacional.

Además, una de las herencias neocoloniales fue la escasez de técnicos, ingenieros y científicos para el desarrollo del país. La formación de miles de ellos, implicaba una profunda transformación de las estructuras educacionales y de las concepciones sobre la educación, como exigía el desarrollo del país.

Las universidades no fueron ajenas a las transformaciones y no sin lucha, se inició la modificación gradual de las mismas para que estuvieran en correspondencia con las nuevas circunstancias.

Fidel Castro, en una de sus cada vez más frecuentes visitas a la Universidad de La Habana, lanzó la iniciativa de crear la Ciudad Universitaria que llevaría el nombre de José Antonio Echeverría, en cuya construcción tomarían parte los estudiantes.

Se dieron los primeros pasos para la creación de un sistema de estipendio a los estudiantes de bajos ingresos y otras medidas para propiciar el acceso de los jóvenes de extracción popular a la Universidad.

Che Guevara abordó, en discursos en las tres universidades cubanas de la época, la necesidad de cambiar la composición clasista de esos centros y vincularlos a las necesidades del desarrollo económico del país. En diciembre de 1960, se creó el Consejo Superior de Universidades, integrado por representantes de esas tres universidades, con el objetivo de coordinar, planificar y racionalizar el desarrollo de la enseñanza superior cubana.

En este capítulo reproducimos ocho textos que consideramos representativos de los cambios que se promovían.

La Revolución convierte los cuarteles en escuelas1

1 Fragmentos del discurso del Primer Ministro, doctor Fidel Castro Ruz, en el Acto de entrega de la Quinta Estación de Policía al Ministro de Educación, el 10 de enero de 1960. Tomado del folleto editado por el Ministerio de Relaciones Exteriores con el título de “La Revolución convierte los cuarteles en escuelas”, 1960.

Fidel Castro

[….]

Bueno es recordar lo que fue el año pasado, los primeros meses que se perdieron. El Estado completamente desorganizado; había que buscar hombres y sobre todo saber distinguir entre el que es leal, el que era bueno de verdad y el que era un farsante, el que llevaba dentro de sí el virus de la traición a la Revolución y a la Patria. Hay que ver que no fue un año de Gobierno Revolucionario, sino que sólo fueron unos meses de Gobierno Revolucionario, pero este año 1960 sí va a ser un año entero de Gobierno Revolucionario, porque el Gobierno tiene más experiencia, el pueblo tiene más experiencia.

Me recuerdo que en los primeros momentos después del triunfo del Ejército Rebelde y de la Revolución, dije que en aquellos días estábamos como cuando habíamos desembarcado en las Playas de Las Coloradas o mejor dicho en el pantano de Las Coloradas y que por delante teníamos mucho que aprender. Este año nos sentimos todos como después del primer año de guerra, que habíamos tenido oportunidad de aprender mucho a lo largo de aquel primer año y así ha ocurrido en el primer año de Gobierno Revolucionario: hemos tenido que trabajar mucho, ha sido un trabajo arduo, pero nos queda la satisfacción de ver que la obra de la Revolución ha adelantado, y esto no se ve aquí, se ve sobre todo en aquellos lugares donde más necesitaba nuestro pueblo de la Revolución, se ve sobre todo en los campos y se observó sobre todo a raíz de las Navidades en todos los pueblos del Interior de la República, donde había una alegría desbordante sin excepciones, como si hubiese sido una sola consigna, como si alguien hubiese dado una consigna que nadie dio, pero que el pueblo se dio, de expresar en todos los rincones de Cuba su alegría desbordante y extraordinaria.

[….]

Nosotros sabemos hacia dónde vamos, y nosotros sabemos los frutos de la obra de nuestra Revolución; pero ellos deben saber también hacia dónde van y cuáles serán los amargos frutos de la obra de la contrarrevolución. Nosotros sabemos dónde está el premio de los hombres honestos; nosotros sabemos cuál es el premio de los hombres justos; nosotros sabemos cuál es el resultado de hacer el bien. Ellos deben saber, sin que les quepa la menor duda, cuál será el resultado de hacer el mal.

Hoy me ha parecido que nuestra bandera ondeaba más libre y más hermosa que nunca. Esta mañana ha sido una mañana verdaderamente feliz. Otro centro de tortura y de crimen fue demolido y convertido en un parque: el Buró de Investigaciones; pero ahora, esta siniestra estación de la dictadura que fue testigo de los peores horrores de la tiranía será convertida en escuela. Es que algunos de aquellos horrores fueron peores que otros, o todos fueron igualmente horrorosos, pero este edificio ganó fama, porque fue la guarida de una de las peores pandillas de asesinos que ha conocido la historia de los pueblos.

Realmente, no faltaban deseos de meterle también las “bulldozers” y destruirlo, pero en definitiva el edificio está construido y nosotros tenemos que hacer uso de él, para algo que sea diametralmente opuesto al uso que tenía antes. Le vamos a quitar esas aspilleras, le vamos a quitar esas torres y garitas y vamos a convertirlo también en un centro escolar, porque las bulldozers lo pueden destruir, pero creo que un centro escolar lo destruye más todavía. Y será así como un símbolo de nuestra Revolución, que convierte en escuelas y en lugares de estudios los que ayer fueron centros de crimen.

Esto quiere decir, sobre todo, una cosa: es que al mismo momento que destruimos el pasado, tenemos que construir el porvenir. Nos engañaríamos si no comprendiéramos que el porvenir está por construir; nos engañaríamos si no comprendiéramos que la tarea es larga; nos engañaríamos si no comprendiéramos nuestras dificultades y nuestras limitaciones; nos engañaríamos, porque la realidad es que nosotros sólo contamos con lo que nos dejaron. Si nos dejaron cientos de miles de analfabetos y tenemos por delante la tarea de educar a esos analfabetos. Si nos dejaron una gran escasez de técnicos y de hombres preparados, lo que contamos es con esa falta y esa escasez de hombres necesarios para la obra que tiene que realizar nuestra patria.

Es decir, que no contamos con otra cosa que con lo que nos dejaron y con lo poco que tenemos es con lo que tenemos que construir la patria del Futuro. ¡Qué distinta será la tarea de los hombres que tengan que gobernar nuestro país en los años venideros! ¡Qué distinta, por ejemplo, la generación cubana dentro de diez años! ¡Cuántos miles y miles de técnicos, cuántos miles y decenas de miles de hombres capacitados! No habrá ya un solo analfabeto en nuestro país, ya nuestras ciudades escolares, ya nuestras Universidades, todos lo centros de enseñanza que estamos hoy creando, habrán dado sus primeros frutos, y entonces para cada tarea habrá un hombre competente, para cada tarea habrá un hombre responsable, para cada tarea habrá un hombre capacitado, porque lo decisivo en cada obra, lo decisivo desde la más importante hasta la más modesta obra de un Gobierno, está en contar con un hombre competente al frente de cada tarea y al frente de cada obra. Porque cuando el hombre es competente todo marcha bien, cuando no hay el hombre competente todo marcha mal. Y nosotros no contamos con otra cosa que con lo que nos dejó el pasado: no prepararon las generaciones en los tiempos pasados, y nosotros nos encontramos una generación que está llena de amor patriótico, que está llena de valor, que está dispuesta a realizar la tarea, pero que es la generación que surgió del pasado; y con lo poco que contamos, tanto en el orden económico como en el orden técnico, es con lo que tenemos que realizar la gran tarea del futuro.

Que la Universidad se pinte de negro, de mulato, de obrero, de campesino, que se pinte de pueblo2

2 Centro de Estudios Che Guevara: Discurso al recibir el título de Profesor Honoris Causa de la Universidad Central de Las Villas, 28 de diciembre de 1959.

Ernesto Che Guevara

Queridos compañeros, nuevos colegas del Claustro y viejos colegas de la lucha por la libertad de Cuba:

Tengo que puntualizar como principio de estas palabras que solamente acepto el título que hoy se me ha conferido, como un homenaje general a nuestro ejército del pueblo. No podría aceptarlo a título individual por la sencilla razón de que todo lo que no tenga un contenido que se adapte solamente a lo que quiere decir, no tiene valor en la Cuba nueva; y cómo podría aceptar yo personalmente, a título de Ernesto Guevara, el grado de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Pedagogía, si toda la pedagogía que he ejercido ha sido la pedagogía de los campamentos guerreros, de las malas palabras, del ejemplo feroz, y creo que eso no se puede convertir de ninguna manera en una toga; por eso sigo con mi uniforme del Ejército Rebelde aunque puedo venir a sentarme aquí, a nombre y representación de nuestro ejército, dentro del Claustro de Profesores. Pero al aceptar esta designación, que es un honor para todos nosotros, quería también venir a dar nuestro homenaje, nuestro mensaje de ejército del pueblo y de ejército victorioso.

Una vez a los alumnos de este Centro les prometí una pequeña charla en la que expusiera mis ideas sobre la función de la Universidad; el trabajo, el cúmulo de acontecimientos, nunca me permitió hacerlo, pero hoy voy a hacerlo, amparado ahora, además, en mi condición de Profesor Honoris Causa.

Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba, y si este pueblo que hoy está aquí y cuyos representantes están en todos los puestos del Gobierno, se alzó en armas y rompió el dique de la reacción, no fue porque esos diques no fueron elásticos, no tuvieron la inteligencia primordial de ser elásticos para poder frenar con esta elasticidad el impulso del pueblo; y el pueblo que ha triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca.

Ese es el mensaje primero, es el mensaje que hubiera querido decir los primeros días después de la victoria en las tres Universidades del país, pero que solamente pude hacer en la Universidad de Santiago, y si me pidieran un consejo a fuer de pueblo, de Ejército Rebelde y de profesor de Pedagogía, diría yo que para llegar al pueblo hay que sentirse pueblo, hay que saber qué es lo que quiere, qué es lo que necesita y qué es lo que siente el pueblo. Hay que hacer un poquito de análisis interior y de estadística universitaria y preguntar cuántos obreros, cuántos campesinos, cuántos hombres que tienen que sudar ocho horas diarias la camisa están aquí en esta Universidad, y después de preguntarse eso hay que preguntarse también, recurriendo al autoanálisis, si este Gobierno que hoy tiene Cuba representa o no representa la voluntad del pueblo. Y si esa respuesta fuera afirmativa, si realmente este Gobierno representa la voluntad del pueblo, habría que preguntarse también: este Gobierno que representa la voluntad del pueblo en esta Universidad, ¿dónde está y qué hace? Y entonces veríamos que desgraciadamente el Gobierno que hoy representa la mayoría casi total del pueblo de Cuba no tiene voz en las universidades cubanas para dar su grito de alerta, para dar su palabra orientadora, y para expresarlo sin intermedios, la voluntad, los deseos y la sensibilidad del pueblo.

La Universidad Central de Las Villas dio un paso al frente para mejorar estas condiciones y cuando fue a realizar su forum sobre la Industrialización, recurrió, sí, a los industriales cubanos, pero recurrió al Gobierno también, nos preguntó nuestra opinión y la opinión de todos los técnicos de los organismos estatales y paraestatales, porque nosotros estamos haciendo —lo podemos decir sin jactancia— en este primer año de la Liberación, mucho más de lo que hicieron los otros gobiernos, pero además, mucho más de lo que hizo eso que pomposamente se llama la “libre empresa”, y por eso como Gobierno tenemos derecho a decir que la industrialización de Cuba, que es consecuencia directa de la Reforma Agraria, se hará por y bajo la orientación del Gobierno Revolucionario, que la empresa privada tendrá, naturalmente, una parte considerable en esta etapa de crecimiento del país, pero quien sentará las pautas será el Gobierno, y lo será por méritos propios, lo será porque levantó esa bandera respondiendo quizás al impulso más íntimo de las masas, pero no respondiendo a la presión violenta de los sectores industriales del país.

La industrialización y el esfuerzo que conlleva es hijo directo del Gobierno Revolucionario, por eso lo orientará y lo planificará. De aquí han desaparecido para siempre los préstamos ruinosos del llamado Banco de Desarrollo, por ejemplo, que prestaba 16 millones a un industrial y este ponía 400 mil pesos, y estos son datos exactos, y esos 400 mil pesos no salían tampoco de su bolsillo, salían del 10 por ciento de la comisión que le daban los vendedores por la compra de las maquinarias, y ese señor que ponía 400 mil pesos cuando el Gobierno había puesto 16 millones, era el dueño absoluto de esa empresa y como deudor del Gobierno, pagaba plazos cómodos y cuando le conviniera. El Gobierno salió a la palestra y se niega a reconocer ese estado de cosas, reclama para sí esa empresa que se ha formado con el dinero del pueblo y dice bien claro que si la “libre empresa” consiste en que algunos aprovechados gocen del dinero completo de la nación cubana, este Gobierno está contra la “libre empresa”, siempre que esté supeditada a una planificación estatal; y como hemos entrado ya en este escabroso terreno de la planificación, nadie más que el Gobierno Revolucionario que planifica el desarrollo industrial del país de una punta a la otra, tiene derecho a fijar las características y la cantidad de los técnicos que necesitará en un futuro para llenar las necesidades de esta nación, y por lo menos debe oírse al Gobierno Revolucionario cuando dice que necesita nada más que determinado número de abogados o de médicos, pero que necesita cinco mil ingenieros y 15 mil técnicos industriales de todo tipo, y hay que formarlos, hay que salir a buscarlos, porque es la garantía de nuestro desarrollo futuro.

Hoy estamos trabajando con todo el esfuerzo por hacer de Cuba una Cuba distinta, pero este profesor de Pedagogía que está aquí no se engaña y sabe que de profesor de Pedagogía tiene tanto como de Presidente del Banco Central, y que si tiene que realizar una u otra tarea es porque las necesidades del pueblo se lo demandan, y eso no se hace sin sufrimiento mismo para el pueblo, porque hay que aprender en cada caso, hay que trabajar aprendiendo, hay que hacer borrar al pueblo el error, porque uno está en un puesto nuevo, y no es infalible, y no nació sabiendo, y como este Profesor que está aquí fue un día médico y por imperio de las circunstancias tuvo que tomar el fusil, y se graduó después de dos años como comandante guerrillero, y se tendrá luego que graduar de Presidente de Banco o Director de Industrialización del país, o aún quizás de profesor de Pedagogía, quiere este médico, comandante, presidente y profesor de Pedagogía, que se prepare la juventud estudiosa del país, para que cada uno en el futuro inmediato, tome el puesto que le sea asignado, y lo tome sin vacilaciones y sin necesidad de aprender por el camino; pero también quiere este profesor que está aquí, hijo del pueblo, creado por el pueblo, que sea este mismo pueblo el que tenga derecho también a los beneficios de la enseñanza, que se rompan los muros de la enseñanza, que no sea la enseñanza simplemente el privilegio de los que tienen algún dinero, para poder hacer que sus hijos estudien, que la enseñanza sea el pan de todos los días del pueblo de Cuba.

Y es lógico: no se me ocurriría a mí exigir que los señores profesores o los señores alumnos actuales de la Universidad de Las Villas realizaran el milagro de hacer que las masas obreras y campesinas ingresaran en la Universidad. Se necesita un largo camino, un proceso que todos ustedes han vivido, de largos años de estudios preparatorios. Lo que sí pretendo, amparado en esta pequeña historia de revolucionario y de comandante rebelde, es que comprendan los estudiantes de hoy de la Universidad de Las Villas que el estudio no es patrimonio de nadie, y que la Casa de Estudios donde ustedes realizan sus tareas no es patrimonio de nadie, pertenece al pueblo entero de Cuba, y al pueblo se la darán o el pueblo la tomará, y quisiera, porque inicié todo este ciclo en vaivenes de mi carrera como universitario, como miembro de la clase media, como médico que tenía los mismos horizontes, las mismas aspiraciones de la juventud que tendrán ustedes, y porque he cambiado en el curso de la lucha, y porque me he convencido de la necesidad imperiosa de la Revolución y de la justicia inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera que ustedes, hoy dueños de la Universidad, se la dieran al pueblo. No lo digo como amenaza para que mañana no se la tomen, no; lo digo simplemente porque sería un ejemplo más de los tantos bellos ejemplos que se están dando en Cuba, que los dueños de la Universidad Central de Las Villas, los estudiantes, la dieran al pueblo a través de su Gobierno Revolucionario.

Y a los señores profesores, mis colegas, tengo que decirles algo parecido: hay que pintarse de negro, de mulato, de obrero y de campesino; hay que bajar al pueblo, hay que vibrar con el pueblo, es decir, las necesidades todas de Cuba entera. Cuando esto se logre nadie habrá perdido, todos habremos ganado y Cuba podrá seguir su marcha hacia el futuro con un paso más vigoroso y no tendrá necesidad de incluir en su Claustro a este médico, comandante, presidente de Banco y hoy profesor de pedagogía que se despide de todos.

El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia3

3 Fragmento final del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto celebrado por la Sociedad Espeleológica de Cuba, en la Academia de Ciencias, el 15 de enero de 1960. Tomado del periódico Revolución, 16 de enero de 1960, p. 2.

Fidel Castro

Nosotros tenemos que convertir a la gente joven, tenemos que despertar en ellos esta actividad y ojalá que en los años venideros crezca la sociedad espeleológica y crezcan nuestras instituciones científicas; ojalá que legiones de cubanos se sumen. Hoy todavía es un círculo reducido el círculo de los investigadores, porque las circunstancias le dificultaron el camino a la inteligencia.

El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que más estamos sembrando; lo que más estamos sembrando son oportunidades a la inteligencia; ya que una parte considerabilísima de nuestro pueblo no tenía acceso a la cultura, ni a la ciencia, una parte mayoritaria de nuestro pueblo. Era una riqueza de la cual no podía nada esperarse porque no tenían la oportunidad. Y así, siendo la mitad de nuestra población rural, solamente el 5 % de los niños campesinos llegaban hasta el 5to. grado.

¡Cuántas inteligencias se habrán desperdiciado en ese olvido! ¡Cuántas inteligencias se habrán perdido! Inteligencias que hoy se incorporarán a la vida de su país; inteligencias que hoy se incorporarán a la cultura y a la ciencia, porque para eso estamos convirtiendo las fortalezas en escuelas; para eso estamos construyendo ciudades escolares; para eso estamos llenando la isla de maestros, para que en el futuro la patria pueda contar con una pléyade brillante de hombres de pensamiento, de investigadores y de científicos.

Ustedes, que han sido los pioneros, verán cómo algún día no lejano, empiezan a cosecharse los primeros frutos de la semilla que hoy estamos sembrando para que deje de ser la cultura, deje de ser la universidad, lugar donde solo tiene acceso una parte de nuestro pueblo, para que todo nuestro pueblo tenga acceso a ella. Por eso, nosotros consideramos que el mejor sistema es aquel que le brinda la oportunidad de ir a la universidad, no al privilegio sino a la inteligencia. Y así pensamos organizar las escuelitas en los campos y así pensamos organizar los centros secundarios de enseñanza rural y así pensamos organizar las ciudades escolares, de manera que los niños más inteligentes, los más inteligentes de cada escuela, tengan oportunidad de llegar a las universidades y tengan oportunidad de escalar los lugares más destacados de nuestra cultura.

Así que lo que esperamos de ustedes es que nos ayuden. Lo que esperamos de ustedes es que continúen trabajando, porque Cuba necesita de ustedes mucho; Cuba necesita mucho de los hombres de pensamiento, sobre todo de los hombres de pensamiento claro, no solo hombres que hayan acumulado conocimientos; hombres que pongan sus conocimientos del lado del bien, del lado de la justicia, del lado de la patria, porque vivimos en estos momentos en que el papel del pensamiento es excepcional, porque solo el pensamiento puede guiar a los pueblos en los instantes de grandes transformaciones y en los momentos en que se emprenden grandes empresas como esta que está llevando adelante nuestro pueblo.

Y entre los hombres de pensamiento hay que librar la batalla, entre los hombres de pensamiento hay que formar la legión que brinde los recursos de su inteligencia a la Revolución en esta hora, porque hombres hay que han acumulado pensamientos, pero no los emplean sino en beneficio de sus propios intereses, no los emplean sino egoístamente, y necesitamos hombres de pensamiento que lo empleen en bien de los demás. Y si en definitiva han tenido el privilegio, por la naturaleza o por las circunstancias, que les permitieron adquirir luces que les sirvan para comprender mejor nuestros problemas, para ver más claras las cosas; porque he aprendido bien que los problemas de nuestro país son tan evidentes, que el que no los entiende es porque no quiere, el que no los ve, es porque no los quiere ver. Y aquí realmente no hay equivocados; entre los hombres de pensamiento no hay equivocados; equivocados pueden haber entre los analfabetos, que sin embargo están viendo más que nunca; equivocados podrían haber entre los que no tuvieron oportunidad de ir a la escuela, pero hoy, cuando hasta el guajiro que no sabe leer ni escribir conoce los problemas de la Revolución, sabe cuáles son sus intereses y sabe de qué lado se debe situar, en instantes como estos, el hombre de pensamiento que se sitúe contra la Revolución no es un equivocado, sino un enemigo consciente de la justicia, un enemigo consciente de los intereses de su pueblo, un enemigo consciente de su patria, porque no puede haber equivocados.

Los hombres que han adquirido un grado determinado de cultura comprenden los problemas políticos, económicos y sociales de nuestro pueblo y si se sitúan contra la Revolución, no lo hacen por error, sino porque puestos en la disyuntiva de ponerse junto al pueblo o junto a intereses y minorías privilegiadas; puestos en la disyuntiva de ponerse junto al pueblo, a los intereses del pueblo, o junto a los intereses personales, egoístamente escogen el camino de sus intereses o el camino de los intereses de minorías privilegiadas.

Por eso, frente a los que claudican, frente a los desertores de la verdad, frente a los que hacen, como hacían estos que escribían cartas al SIM que delataban ante los cuerpos represivos a sus compañeros; desertores de la verdad, traidores al pensamiento; frente a esos que en esta hora se deciden del lado del mal y del lado de los intereses, necesitamos, entre los hombres y las mujeres de pensamiento, de aquellos que hicieron lo que hicieron Núñez Jiménez y los demás miembros buenos de la sociedad espeleológica, que perseveraron, que resistieron, que se mantuvieron junto a la verdad, para tener la infinita satisfacción de este minuto reparador, de este minuto alentador, de este minuto emocionante, que es como si en este minuto comenzaran todas las amarguras y todos los sufrimientos pasados.

Así, este ejemplo debe enseñarnos que estamos viviendo en esta hora y que en esta hora tendremos también los desertores, como tendremos los hombres leales, pero con el conocimiento de que los hombres que perseveran, los hombres que resisten, los hombres que defienden una causa justa y saben llevar adelante esa causa, vencen.

Y así también, hoy estamos empezando; mañana, después de un recuento como el que hoy hicieron, mañana, después de un recuento más largo, los hombres leales, los hombres que sobrevivan —porque mañana, como ayer, quizás también tengamos que lamentar bajas—, mañana los hombres y las mujeres leales volverán a reunirse; mañana los hombres de pensamiento que se pongan junto a la dignidad y junto a la verdad, volverán a reunirse a hacer el recuento, y nuevamente como hoy, Núñez Jiménez, él u otros compañeros, volverán a hacer la historia, porque de una cosa podemos estar seguros y es que estamos empezando, y de otra cosa podemos estar seguros y es que llegaremos también a la meta.

(OVACIÓN).