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Título original: 50 Prosperity Classics

Traducido del inglés por Francesc Prims

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Para Cherry

Introducción

En las páginas de este libro encontrarás los secretos de la prosperidad. Todo lo que tienes que hacer es actuar a partir de ellos, haciéndolos tuyos.

El Diccionario Oxford define la riqueza como «un tipo de prosperidad», es decir, que está contenida dentro del concepto de prosperidad, que es más amplio. Mientras que la riqueza no es más que la posesión de dinero o bienes, o el proceso de obtener más y conservar más para nosotros mismos, la prosperidad es el estado de «florecer, prosperar o tener éxito». En pocas palabras, la riqueza tiene que ver con el dinero, mientras que la prosperidad atañe a la vida e incluye las ideas más amplias de buena suerte, abundancia y bienestar.

John Wesley, el gran reformador religioso, dijo: «Hagan todo lo que puedan, ahorren todo lo que puedan, den todo lo que puedan». Andrew Carnegie, quizá el filántropo más famoso de la historia y fundador de miles de bibliotecas gratuitas, señaló: «Ningún hombre se vuelve rico a menos que enriquezca a los demás». Más recientemente, los autores de Millonario en un minuto nos dieron un credo similar:

Hago millones.

Gano millones.

Invierto millones.

Doy millones.

50 clásicos de la prosperidad celebra el acto de crear riqueza, pero también reconoce la alegría de dar. La prosperidad se aprecia mejor como un círculo en que el dinero es, primero, atraído y creado, y a continuación es bien gestionado y compartido con buenos fines. A menudo se dice que el dinero no puede comprar la felicidad, y este libro no pretende sugerir lo contrario. Sin embargo, también es cierto que la capacidad de atraer, generar, administrar y compartir la riqueza es importante para tener una vida feliz, y muchos de nosotros tratamos de mejorar económicamente no para acumular dinero como una finalidad en sí misma, sino para tener el control de nuestro tiempo y poder invertirlo de manera significativa.

La idea de la prosperidad sugiere que somos administradores de la riqueza: la creamos a partir de los recursos existentes y, finalmente, la devolvemos de alguna forma. No se puede lograr una verdadera satisfacción a partir del hecho de saquear de manera desconsiderada los recursos naturales tan solo para obtener ganancias, o del hecho de ser un consumidor inconsciente. Sin embargo, la riqueza que se crea de una forma que implica el menor daño posible para las personas y el planeta forma parte, sin duda, del círculo de la prosperidad. Por esta razón, este libro abarca títulos que celebran la riqueza sostenible, que incluyen El capitalismo natural, de Hawken, Lovins y Hunter, la autobiografía Otra forma de hacer negocios, de Anita Roddick (fundadora de The Body Shop), y La bolsa o la vida, una guía fundamental para una vida más simple. Aunque muchos podrían argumentar que es el fantástico crecimiento de la riqueza en el último siglo lo que ha causado nuestros problemas ambientales, también es cierto que sin una prosperidad continua vamos a carecer de los recursos necesarios para investigar sobre nuevas fuentes de energía e invertir en ellas, por ejemplo, o para reparar lo que ha sido dañado.

Para algunas personas, todavía hay un estigma asociado a la búsqueda de la riqueza. Sin embargo, si entendemos la creación de riqueza como parte del concepto más amplio de la prosperidad, nada debería retenernos. Tenemos el deber con nosotros mismos y con el mundo de maximizar los recursos, usar la imaginación y trabajar duro para traer cosas nuevas y valiosas a la existencia. Al adoptar esta visión más amplia, es posible tanto estar bien financieramente como vivir con la conciencia tranquila.

¿Qué vas a encontrar en este libro?

50 clásicos de la prosperidad abarca muchos de los grandes escritos sobre la riqueza y la abundancia. Los títulos sobre la atracción de la riqueza constituyen claramente todo un género en sí mismos, y aquí se cubre una selección de ellos. Las biografías de las personas de negocios tratan de inspirar o volver a inspirar al emprendedor que hay en uno, y los títulos sobre finanzas personales tienen por objeto proporcionar una formación fundamental y práctica en cuanto a la forma de gestionar y hacer crecer lo que uno tiene. La creación de riqueza no acontece en un vacío social; por lo tanto, también se ponen de relieve algunas de las obras emblemáticas y más provocadoras sobre economía y economía política. Este libro también destaca un puñado de títulos inspiradores sobre cómo dar la riqueza de forma inteligente a quienes van a sacarle el máximo partido.

Existe una división natural entre los libros relacionados con la «consciencia de la prosperidad», o los aspectos internos o psicológicos de la creación de riqueza, y los volúmenes más mundanos sobre los entresijos de las finanzas personales, el espíritu empresarial y la economía. 50 clásicos de la prosperidad tiene como objetivo cerrar esta brecha. Si te sientes atraído de forma natural por los aspectos filosóficos de la prosperidad, aprenderás mucho de los comentarios sobre inversiones, finanzas y economía. Si estás versado en estas áreas más prácticas, los clásicos más metafísicos de la abundancia pueden abrirte los ojos o el corazón. Tu objetivo último debe ser integrar ambos, con el fin de que puedas convertirte en un maestro del juego interior y exterior de la riqueza.

Los títulos de este libro se pueden organizar de acuerdo con estos cuatro enfoques: atraer, crear, gestionar y compartir la riqueza. A pesar de que se divide en cincuenta capítulos, la obra está diseñada para ser como una conversación que te presenta una gran variedad de ideas y estrategias. Sacarás más provecho de unos capítulos que de otros, y en distintas épocas de tu vida. Lee ahora lo que más te fascine en estos momentos.

Atráelo

Cómo dominar el juego interior de la riqueza y la abundancia

Tendemos a pensar que la riqueza implica la capacidad de moldear el mundo a nuestro alrededor para fines lucrativos. Sin embargo, la riqueza realmente comienza en la mente, con nuestras ideas, visiones, creencias y carácter. Atraemos o repelemos la riqueza de acuerdo con lo que pensamos y creemos sobre nosotros mismos; por lo tanto, nunca es una pérdida de tiempo trabajar en nuestro propio desarrollo. Aristóteles dijo: «La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo», pero es una victoria que nos permite ganar en todos los demás aspectos de la vida.

En El camino de la prosperidad abundante, James Allen pone de relieve este concepto; señala que una mente disciplinada y poner el enfoque en servir a los demás son fundamentales para la consecución de cualquier prosperidad. Napoleon Hill asegura en La llave maestra de la riqueza que la precisión del objetivo y el deseo de «hacer un esfuerzo adicional» son esenciales para la creación de valor y, por extensión, riqueza. El famoso ensayo de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo sostiene que los primeros comerciantes protestantes fueron capaces de atraer fortunas como resultado directo de su intensa preocupación por las virtudes personales de la honestidad y la austeridad.

Los libros centrados en adquirir la «consciencia de la prosperidad» están muy en boga hoy en día gracias al éxito de títulos ­contemporáneos como El Secreto, pero este género tiene una herencia que se remonta a casi un siglo. La prosperidad, de Charles Fillmore, por ejemplo, y los escritos de Genevieve Behrend introdujeron a los lectores a la base metafísica de la prosperidad; estas lecturas señalaban que los sentimientos de carencia indican sencillamente una separación respecto de la «fuente» (Dios o el universo), carencia que puede ser fácilmente subsanada mediante la oración, la afirmación o la visualización. Más tarde, escritores como Catherine Ponder mantuvieron vivas estas ideas, antes de que el libro de Esther y Jerry Hicks y el de Rhonda Byrne detonaran un nuevo interés en la idea de que nuestro estado emocional puede actuar como un imán que «atraiga» la riqueza.

En Los secretos de la mente millonaria, Harv Eker demuestra la importancia primordial de este «juego interior» por medio de mostrar cómo cada uno tiene un «esquema financiero» mental que o bien permite que el dinero fluya hacia nosotros o bien evita este flujo. Podemos cambiar nuestro esquema, pero el primer paso es que lleguemos a ser individuos abiertos a las oportunidades en lugar de estar centrados en las quejas.

En su bestseller de 1987 (el libro original) Haz lo que amas; el dinero te seguirá, Marsha Sinetar afirma que la clave para una vida abundante es hacer el trabajo que uno ama. Esto no solo conduce a la excelencia en lo que se produce, lo que tiende a atraer más gratificaciones, sino que, además, el hecho de que la persona alinee su propia vida con sus valores y talentos más profundos da lugar a un manantial de felicidad sostenida.

Todos los títulos anteriores tienen un hilo conductor: la prosperidad comienza con los pensamientos de prosperidad, los cuales configuran un estado emocional que solo puede atraer lo bueno a la vida.

Créalo

Los secretos del creador de riqueza

Una vez que hemos comprendido los aspectos psicológicos de la prosperidad, podemos pasar a la actividad de crear riqueza. La sabiduría convencional sugiere que no hay sustituto para el aprendizaje sobre la marcha; sin embargo, el creador de riqueza inteligente va a querer «estar montado en hombros de gigantes», absorbiendo la rica sabiduría almacenada en las biografías de las personas que han triunfado en los negocios.

P. T. Barnum es descrito a menudo como «el mayor showman del mundo», pero en su manual para el éxito de 1880 aconseja unos ingredientes sorprendentemente simples para lograr la prosperidad: un buen estado de salud, carácter personal, la vocación correcta y el lugar adecuado para practicarla. A Conrad Hilton, que convirtió un hotel ruinoso de un pueblo minero en una cadena hotelera mundial, sus padres le dijeron que la oración y el trabajo eran los elementos básicos del éxito en la vida, pero a partir de su propia experiencia añadió un tercer elemento: la necesidad de soñar y pensar en grande. Cuando los tiempos son difíciles, como lo fueron para él durante la Gran Depresión, puede ser que una visión potente sea lo único con lo que uno cuente para seguir adelante. En el caso de Bill Gates, su gran visión tuvo un papel decisivo a la hora de construir la mayor fortuna privada del mundo. En realidad, nadie anticipó el auge de los ordenadores personales, pero el sueño de Gates de un ordenador en el escritorio de todos, que ejecutara un software que fuera «tan fácil de usar que pudiesen utilizarlo incluso las madres», aseguró que Microsoft estuviera dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad que apareciera en su camino. Donald Trump, aunque atribuye gran parte de su éxito a sus habilidades como negociador, también ha llegado a la cima en su campo gracias a su capacidad de pensar en grande.

Las autobiografías de Richard Branson, Felix Dennis, Anita Roddick y Howard Schultz muestran que la pasión constituye los cimientos para construir grandes empresas (como Virgin, The Body Shop y Starbucks), y que el deseo de la persona de permanecer fiel a su conciencia es a menudo una base enormemente subestimada para la creación de riqueza. Aunque con el tiempo pueden llegar a integrarse en el sistema establecido, al principio son los individuos rebeldes y desconocidos los que crean un valor sorprendente, excepcional. Peter Drucker, una leyenda en el terreno de la gestión, pone énfasis en este hecho al señalar que los empresarios aportan nuevo valor no solamente por hacer las cosas mejor, sino también por hacerlas de manera diferente. Todos los negocios empiezan siendo pequeños, pero el libro de Michael Gerber El mito del emprendedor es un recordatorio vital de tener visión de futuro y evitar empantanarse en la gestión del día a día. Uno se convierte en emprendedor no con el fin de «lograr un trabajo», sino para crear sistemas potentes que proporcionen satisfacción a la gente.

No se puede crear riqueza sin un marco económico de apoyo, y la famosa obra de Adam Smith La riqueza de las naciones demuestra ampliamente que una sociedad en la que cada uno es libre de perseguir sus propios intereses económicos es más probable que ofrezca prosperidad al mayor número de individuos. Heredero moderno de Smith, Milton Friedman muestra que si bien las intenciones de los gobiernos suelen ser buenas, los mercados libres garantizan mejor las libertades personales. Por su parte, Ayn Rand argumenta de forma convincente que el capitalismo es el único sistema moral de organización económica, ya que insiste, en su mismísimo núcleo, en la libertad personal. La riqueza en sí pueden obtenerla estados criminales o individuos corruptos, pero la prosperidad (entendida como la paz mental derivada de la abundancia material) descansa de forma natural en el supuesto de esta libertad. Más recientemente, Thomas Friedman ha proporcionado el argumento convincente de que la tecnología está creando un mundo «plano» que permite a más millones de personas competir en el mercado global. Los gobiernos no pueden detener este cambio; lo que pueden hacer es ayudar por medio de asegurarse de que sus ciudadanos estén bien formados y bien comunicados.

Gestiónalo

Estrategias de finanzas e inversiones personales

Es maravilloso ganar dinero, pero aún es mejor ser capaz de conservarlo. Tanto si cuentas con unos ingresos inesperados para invertir como si eres un asalariado normal que invierte un poco cada mes, los títulos de esta categoría te mostrarán cómo sacar el máximo provecho de lo que tienes.

David Bach revela cómo el hábito de «pagarse a sí mismo primero» puede hacer que una persona de escasos recursos llegue a ser millonaria, gracias al poder del interés compuesto a lo largo de décadas, mientras que Thomas Stanley y William Danko proporcionan un notable retrato del «rico tranquilo» que llega a serlo por medio de vivir dentro de sus posibilidades e invertir sus ahorros.

¿Cuál es la mejor forma de inversión? Además de tu propio negocio, si tienes uno, los mejores rendimientos parecen provenir de las acciones o los bienes raíces. En cuanto al mercado de valores, los inversores legendarios Warren Buffett, Benjamin Graham y Peter Lynch hacen hincapié en la diferencia entre la inversión a largo plazo en empresas y la especulación bursátil para obtener ganancias a corto plazo. En el caso del pequeño inversor, lo mejor puede ser que ponga su dinero en un fondo indexado que se limite a comprar una parte de cada sociedad que cotiza en bolsa, lo que le asegurará participar en el crecimiento empresarial de su país. La inversión inmobiliaria también puede ser una ruta sorprendentemente fácil hacia la riqueza, sobre todo si el inversor adopta una visión a largo plazo en lugar de buscar ganancias rápidas. William Nickerson escribió la primera «biblia» inmobiliaria en este sentido, y Andrew McLean y Gary Eldred proporcionan una completa receta contemporánea para alcanzar la riqueza con la inversión en este sector.

En una época de niveles récord de deuda de los consumidores, sin embargo, muchos de nosotros necesitamos saltar el primer ­obstáculo de ser solventes. Hay una gran cantidad de excelentes títulos en esta área; el mejor es tal vez el manual de Jerrold Mundis sobre cómo liberarse de las deudas. Como persona que estuvo en quiebra, los consejos de Dave Ramsey sobre el efecto pernicioso de la deuda en las familias y la forma de recuperar la prosperidad también son valiosos. En un nivel más holístico, Joe Domínguez y Vicki Robin retan a los lectores a abrazar las viejas ideas de una vida más simple y austera, a la vez que muestran que controlar las propias finanzas es clave para una vida plena.

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El flujo de la riqueza y dar algo a cambio

La prosperidad no es solamente el logro y la gestión de la riqueza, sino también su circulación. Si hemos tenido la suerte de generarla, como ciudadanos de la Tierra y miembros de la humanidad tenemos la obligación de utilizar nuestro dinero para poner remedio a problemas o para inspirar. Como argumenta Lynne Twist en El alma del dinero, a partir de su trabajo como recaudadora de fondos global, no solo los destinatarios, sino también los donantes, reciben los beneficios de la filantropía activa: acumular dinero solo detiene el flujo y tiende a corromper a su poseedor o a sus descendientes.

Andrew Carnegie creía que una persona que muere rica «muere en desgracia», y con sus enormes dotaciones para caridad proporcionó a los individuos ricos el modelo moderno de la filantropía. La obra magistral de Joel Fleishman sobre las fundaciones revela las enormes cantidades de dinero privado que se están destinando a ayudar a hacer frente a los males del mundo, en gran medida por parte de empresarios que desean llevar la pasión y el enfoque en los resultados que les permitieron tener éxito en los negocios a hacer frente a problemas sociales y generar oportunidades. Alguien que encarna esta actitud es Chuck Feeney, un minorista de productos libres de impuestos que, inspirado por Andrew Carnegie, renunció a su enorme riqueza para emplearla en proyectos valiosos en todo el mundo.

Si la prosperidad importa algo, debe incluir a los «más pobres entre los pobres». Muhammad Yunus ganó el Premio Nobel por haber creado un banco que ofrece micropréstamos a mujeres que sueñan con convertirse en económicamente autosuficientes. Su fascinante libro relata que en última instancia no es la caridad sino elementos sencillos que damos por sentados, como el acceso a financiación y la propiedad de bienes, los que constituyen las bases de la riqueza y el bienestar.

Tampoco podemos seguir generando riqueza a expensas de nuestro planeta, y Paul Hawken y Amory y Hunter Lovins subrayan que la verdadera prosperidad significa tener tanto cuidado de nuestro capital natural como el que tenemos de nuestro capital financiero.

Unas últimas palabras

Antes de emprender la lectura de los comentarios, ten en cuenta algunos puntos prácticos:

Además…

Cuando leas las historias de éxito financiero o empresarial de las páginas que siguen, tal vez pienses que a ti no puede ocurrirte lo mismo. Sí que puede. Este libro tiene como objetivo recordarte que otros experimentaron miedos y dudas similares a los tuyos, y sin embargo pasaron a través de ellos. La vida nos reta constantemente a creer que vivimos en un universo abundante; si lo asumimos, pueden suceder cosas extraordinarias.

En los momentos de duda, piensa en la bellota, un antiguo símbolo de la abundancia. Esta semilla del poderoso roble comienza a crecer solo cuando el árbol alcanza la madurez. La prosperidad siempre implica tiempo. Nada grande se logra de la noche a la mañana, y todas las cosas comienzan siendo pequeñas.

1905

El camino de la prosperidad abundante

Enmienda tu corazón y enmendarás tu vida. La lujuria, el odio, la ira, la vanidad, el orgullo, la avaricia, la autoindulgencia, el egoísmo, la obstinación... todo ello es pobreza y debilidad; mientras que el amor, la pureza, la dulzura, la mansedumbre, la compasión, la generosidad, el olvido de sí mismo y la autorrenuncia es, todo ello, riqueza y poder.

Sea cual sea tu posición en la vida, antes de que puedas aspirar, en cualquier medida, a tener éxito, ser útil y tener poder debes aprender a enfocar las fuerzas de tu pensamiento mediante el cultivo de la tranquilidad y el reposo.

Dices que estás encadenado por las circunstancias; clamas por mejores oportunidades, por un ámbito de acción más amplio, por unas mejores condiciones físicas, y tal vez por dentro maldices al destino que te ata de pies y manos. Es para ti para quien escribo; es a ti a quien hablo [...] Sé que este camino parece estéril al principio [...] pero si te comprometes a transitar por él [...] te verás sorprendido por los cambios mágicos que tendrán lugar en tu vida.

En pocas palabras

Tan solo conseguirás la prosperidad verdadera cuando hayas disciplinado tu mente. Paradójicamente, la riqueza (y la felicidad) acuden con mayor facilidad a aquellos que se olvidan de sí mismos en su servicio a los demás.

En la misma línea

Genevieve Behrend. Tu poder invisible

Rhonda Byrne. El Secreto

Charles Fillmore. La prosperidad

Catherine Ponder. Abre tu mente a la prosperidad

Max Weber. La ética protestante y el espíritu del capitalismo

Capítulo 1

James Allen

¿Dónde está el camino a la prosperidad? ¿Se puede encontrar a través de acciones, bonos o bienes raíces (bienes inmuebles), o tal vez por medio de poseer una empresa? Estas son expresiones tangibles de la riqueza, pero no dicen nada acerca de quién la ha logrado ni cómo. De hecho, la prosperidad es creada por individuos, que por lo tanto necesitan tener determinadas cualidades personales. En El camino de la prosperidad abundante, James Allen sostiene que la prosperidad es siempre personal, de modo que se apoya de lleno en el grado en que uno se ha perfeccionado y mejorado a sí mismo. Si bien es posible que cualquiera logre ser rico, ser felizmente próspero sugiere que uno tiene paz interior además de riquezas monetarias.

Allen es famoso por ser el autor de Como un hombre piensa (puedes ver el comentario de este libro en 50 clásicos de la autoayuda), que expresa bellamente la idea de que uno crea su mundo a través de sus pensamientos. El camino de la prosperidad abundante profundiza en la relación entre la forma de pensar y la abundancia material y es uno de los títulos sobre la prosperidad más espirituales. El propio Allen era un hombre piadoso y modesto, que murió relativamente joven, y sus escritos están impregnados de una sensación de paz y bienestar.

Este libro es un comienzo excelente para el viaje de cualquier persona hacia la abundancia, ya que va al núcleo de lo que significa la prosperidad: tener un buen corazón y convertirse en una persona que es auténticamente valiosa para sus semejantes.

Sigue el camino que conduce a la luz

Sorprendentemente, el primer capítulo del libro versa sobre el «mal». Allen define el mal no como una fuerza cósmica que está fuera de la persona, sino simplemente como «la ignorancia de la verdadera naturaleza de las cosas y la relación entre ellas». El universo está lleno de luz, explica, y la experiencia de la «noche» en la Tierra no es más que una ilusión. De la misma manera, cuando experimentas una noche oscura consistente en tristeza, dolor o algún infortunio, debes darte cuenta de que se trata de una experiencia temporal e ilusoria, y de que tu verdadera naturaleza está llena de luz («la oscura sombra que te cubre no la arroja nadie ni nada más que tú mismo»). Las emociones oscuras no tienen realidad fundamental, y la luz de la verdad está a la espera de irrumpir en tu vida si tú lo permites.

Sean cuales sean tus sufrimientos y dificultades, han llegado enteramente como resultado de tus pensamientos y acciones anteriores. Estos problemas son un regalo: cuando aceptas que los has atraído y luego decides sobrellevarlos, has aprendido la ley fundamental de la vida y pasas a ser libre para moldear tus propias circunstancias. Has aprendido a convertir el mal o los contratiempos en algo bueno. Este conocimiento vale más que cualquier fortuna, y también es esencial para crear una prosperidad real. Controla tus pensamientos y emociones y te convertirás en el dueño de tu destino.

Ten el poder de elegir

En el capítulo «El mundo es un reflejo de los estados mentales», Allen recuerda esta declaración del Buda: «Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado. Se basa en nuestros pensamientos y se compone de nuestros pensamientos».

Si eres feliz, es porque estás teniendo pensamientos felices. Si eres infeliz, es a causa de tus pensamientos de desánimo. En una de las bonitas estrofas que complementan la prosa del libro, Allen escribe:

¿Quieres amabilidad? Sé amable.

¿Pides honestidad? Sé honesto.

Lo que das de ti es lo que encuentras;

tu mundo es un reflejo de ti.

Por supuesto, señala, podemos vernos afectados por los acontecimientos externos, pero nos influirán solamente en la medida en que comprendamos el poder del pensamiento. Pone el ejemplo de dos hombres a quienes conocía que, siendo jóvenes, habían perdido los ahorros que habían ganado gracias a su duro trabajo. El primero cayó en un profundo desaliento y pesar, mientras que el otro se dijo: «La preocupación no me devolverá mis ahorros, pero el trabajo duro sí lo hará». Se lanzó a realizar su trabajo con gran vigor, y rápidamente fue capaz de eclipsar sus anteriores ganancias. El otro hombre siguió llorando su pérdida y su mala suerte, lo cual derivó matemáticamente en circunstancias aún peores para él. La pérdida fue una bendición para uno de ellos, mientras que para el otro supuso una maldición. Allen observa:

Si las circunstancias tuvieran el poder de bendecir o perjudicar, bendecirían y perjudicarían a todos los hombres por igual; pero el hecho de que las mismas circunstancias sean buenas o malas en función de las almas demuestra que lo bueno o lo malo no está en la circunstancia, sino solo en la mente de aquel que se encuentra con dicha circunstancia.

Esto no es solo una teoría metafísica. En su clásico psicológico Aprenda optimismo, Martin Seligman señala que las personas con un «estilo explicativo positivo» superan rápidamente los contratiempos y prosperan. Fundamentalmente, el optimismo –que en esencia consiste en la elección de pensar de una determinada manera a pesar de la realidad presente– se puede aprender y a menudo es el único factor diferencial que lleva al éxito o al fracaso profesional.

Para progresar, ocupa tu posición actual

En el capítulo «La salida de las condiciones indeseables», Allen se extiende más sobre el funcionamiento de la ley universal. Deja de ­quejarte, dice, porque cuanto más te quejes más te apretarán las cadenas que te atan. El camino hacia una vida mejor no es la queja, sino encontrar formas de ofrecer servicio y brindar amor. Si no estás totalmente satisfecho con tus circunstancias actuales, el secreto de tu liberación es hacer lo mejor con lo que tienes ahora. No puedes pasar a algo mejor sin haber cumplido con lo que se espera de ti en tu posición actual.

Si estás viviendo en un alojamiento pobre o en condiciones de hacinamiento, conserva tu espacio impecablemente limpio y haz que sea lo más acogedor posible; este simple esfuerzo atraerá la casa que mereces. Si estás sufriendo debido a un jefe terrible, absorbe sus comentarios negativos y contempla la situación como una oportunidad de practicar la paciencia y el autocontrol. Con el tiempo serás quien va a ser fuerte, mental y espiritualmente:

Despréndete del engaño de que estás siendo herido u oprimido por otro. Realmente, tan solo te hace daño lo que está dentro de ti. No hay práctica más degradante, envilecedora y destructora del alma que la de la autocompasión.

Domina el yo y gánalo todo

Allen pasaba la primera hora de cada día en un lugar tranquilo mirando el mar. Veía este tiempo no como un lujo, sino como una necesidad:

Si quieres caminar con firmeza y de forma segura, y deseas obtener cualquier logro, debes aprender a superar y controlar todas las vibraciones perturbadoras y retardantes. Debes practicar a diario el hábito de poner la mente en reposo, de «entrar en el silencio», como se dice comúnmente. Este es el método de sustituir un pensamiento angustiante por uno apacible, un pensamiento de debilidad por uno de fuerza.

En nuestro mundo tan ajetreado puede ser difícil creer que la fuerza viene del silencio; sin embargo, muchas personas señalan que sus ideas más valiosas y sus actos más amorosos nacen en momentos de quietud. Además de deshacernos de la ansiedad, ganamos comprensión, llegamos a juicios correctos y nuestras «dispersas fuerzas del pensamiento se aúnan», lo que nos devuelve a la acción correcta. Nuestras preocupaciones son generalmente ilusorias: el resultado de la ignorancia o de la falta de fe. Al elegir nuestros pensamientos, podemos evitar vernos esclavizados por nuestros estados de ánimo cambiantes y la necesidad de controlar a otras personas. Allen escribe:

Renuncia a ese ser agobiante y estrecho que pretende que todas las cosas sirvan a sus propios intereses mezquinos y tendrás la compañía de los ángeles; entrarás en el corazón y la esencia del amor universal.

Y continúa diciendo:

No hay absolutamente ningún otro camino hacia el poder verdadero y la paz perdurable que el autocontrol, el autogobierno y la autopurificación. Hallarse a la merced de los estados de ánimo es ser impotente, estar triste y ser poco útil para el mundo.

La paradoja de la prosperidad real es que acude a aquellos que se olvidan de sí mismos para prestar servicio a los demás. Cuando se convierten en personas valiosas, reciben una lluvia no solo de dinero, sino también de amor.

Cualquiera puede lograr riqueza si se empeña lo suficiente en ello, pero la prosperidad y la paz interior solamente llaman a la puerta de las personas que se han dominado a sí mismas primero. Puedes perseguir directamente la riqueza, pero es más prudente que te perfecciones mientras prestas tu servicio. Así, aun en medio de las riquezas seguirás siendo virtuoso; te verás a ti mismo menos como un propietario que como un mayordomo de la abundancia divina. Allen afirma:

El camino hacia la verdadera riqueza consiste en enriquecer el alma por medio de la adquisición de la virtud. Fuera de la virtud real del corazón no existen la prosperidad ni el poder; tan solo la apariencia de estos.

Comentarios finales

Es apropiado que el libro de Allen sea el primero entre los cincuenta que aquí se presentan, ya que nos lleva a la base misma de la riqueza y el éxito: el carácter personal.

Aristóteles dijo: «La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo». Pero esta victoria nos permite ganar en todos los demás aspectos de la vida. Los primeros comerciantes protestantes crearon fortunas porque tenían la reputación de la honestidad estampada en oro. La confianza que se depositaba en ellos era el resultado del perfeccionamiento constante de los atributos personales que creían que Dios les exigía. De todos modos, no necesitas profesar una fe religiosa para entender que cuanto mayores sean tu profundidad moral y tu valor, más destacarás entre tus semejantes. El dinero por sí solo puede hacerte rico económicamente, pero para ser rico y feliz debes ser capaz de vivir a gusto contigo mismo. Ningún trabajo que emprendas para perfeccionar tus virtudes (honestidad, diligencia, compasión, etc.) es nunca una pérdida, ya sea en un sentido espiritual o material. Cuanto más abunden en ti estas cualidades, más fácilmente atraerás riquezas, en comparación con quienes solo persiguen ganancias a corto plazo.

Con su énfasis en el poder de la mente para crear circunstancias y con sus fundamentos metafísicos, El camino de la prosperidad abundante fue un precursor de libros como El Secreto y ha tenido una influencia importante en el campo del autodesarrollo. No tiene más que treinta páginas, pero es un pequeño tesoro.

James Allen

James Allen nació en Leicester (Inglaterra) en 1864. A los quince años se vio obligado a abandonar la escuela y trabajar en las fábricas cuando su padre, que había ido a Estados Unidos en busca de trabajo con la intención de llevar luego a su familia, fue objeto de robo y asesinado.

Allen fue contratado por varias empresas manufactureras británicas hasta 1902, cuando comenzó a escribir a tiempo completo. Se trasladó al pueblo costero de Ilfracombe, en Devon, donde pasó a tener una vida tranquila dedicada a la lectura, la escritura, la jardinería y la meditación. En una década escribió diecinueve libros; El camino de la prosperidad abundante fue el segundo. Otros títulos suyos son De la pobreza al éxito; Como un hombre piensa, así es su vida; La vida triunfal y Las ocho columnas de la prosperidad. Allen murió en 1912.

Puedes encontrar más información en James Allen and Lily L. Allen: An Illustrated Biography, de John Woodcock (Ilfracombe: JLW, 2003).

2000

Múltiples fuentes de ingresos

Cada dólar es una semilla de dinero. Así como una pequeña bellota contiene el poder de convertirse en un fuerte roble, cada billete de un dólar tiene el poder de convertirse en un árbol de dinero enorme.

Las personas prósperas siempre han sabido [...] que si una fuente se seca pueden apoyarse en muchas otras. Las llamadas personas corrientes son mucho más vulnerables: si pierden una de sus fuentes, están perdidas [...] En el futuro, tendrás una cartera de flujos; no una o dos fuentes de ingresos, sino muchas, con orígenes totalmente distintos y diversos, de modo que si una fuente se seca, apenas lo notarás. Tendrás estabilidad. Tendrás tiempo para adaptarte. Gozarás de seguridad.

En pocas palabras

Los prósperos no dependen de una sola fuente de ingresos, sino que siembran huertos de «árboles de dinero».

En la misma línea

John C. Bogle. El pequeño libro de la inversión con sentido común

Mark Victor Hansen y Robert G. Allen. Millonario en un minuto

Joe Karbo. El camino hacia la riqueza para los perezosos

Robert Kiyosaki. El cuadrante del Cash Flow

Andrew McLean y Gary W. Eldred. La inversión en el sector inmobiliario

William Nickerson. Cómo convertí mil dólares en tres millones en el sector inmobiliario (en mi tiempo libre)

Capítulo 2

Robert G. Allen

Robert Allen señala que en la década de los cincuenta la mayoría de las familias podían sobrevivir con una sola fuente de ingresos. En estos días, casi todas las familias necesitan dos. En el futuro, vamos a necesitar múltiples fuentes de ingresos para ser verdaderamente prósperos. La gente piensa que tener un buen empleo significa seguridad, pero si ocurre algo con ese empleo, la prosperidad puede convertirse en pobreza a una velocidad increíble. Ampliar las fuentes de ingresos proporciona tranquilidad, porque uno sabe que si una fuente se seca no solo cuenta con otras, sino que tiene la posibilidad de encontrar más.

Allen es famoso por su oposición a los «desembolsos iniciales» y por su «financiamiento creativo» en sus libros sobre inversiones inmobiliarias, por lo que se podría esperar que su libro Múltiples fuentes de ingresos se centrara solo en las estrategias hacia la riqueza más llamativas y de alto rendimiento. La sorpresa es que la primera parte abarca estrategias de inversión conservadoras, tales como tener una «cuenta de supervivencia» con tres meses de efectivo para prevenir una posible emergencia, asegurarse de que el 10% de los ingresos se canalizan siempre hacia inversiones y, en caso de entrar en el mercado de valores, apostar principalmente por los fondos indexados. Allen también pone énfasis en el poder del interés compuesto (el barón de Rothschild lo describió como «la octava maravilla del mundo»): señala que, en el lapso de una vida normal, un solo dólar al día, o treinta dólares al mes, crecerán hasta convertirse en un millón de dólares. Admite haber «perdido todo» dos veces, por lo que quizá no resulta sorprendente que se sintiera atraído de nuevo por estas bases financieras.

Sin embargo, la mayoría de los lectores estarán buscando ganar dinero a un ritmo más rápido que en el curso de toda la vida, y es aquí donde Múltiples fuentes de ingresos se pone interesante. Allen identifica tres «montañas de dinero» –las inversiones, los bienes raíces y los mercados de valores– de las cuales la persona promedio debería, con solo un poco de conocimiento y esfuerzo, ser capaz de obtener al menos diez fuentes de ingresos que permanezcan fluyendo y, en el proceso, conseguir la libertad respecto de un solo empleador. Hay demasiadas ideas en el libro para que podamos ocuparnos ahora de cada «montaña» correctamente, pero los siguientes puntos deben darte una idea de su contenido.

Primero, detén las fugas

Para poder aprovechar el concepto de múltiples fuentes de ingresos, Allen explica que debes «detener las fugas». Una de ellas son los impuestos. La gente rica no teme gastar dinero en conseguir el mejor asesoramiento fiscal disponible.

La otra fuga importante son los gastos. Las personas prósperas hacen las cosas de manera diferente cuando gastan; las siguientes son acciones que solo requieren unos pocos minutos, pero que reflejan su dominio del dinero:

Allen señala que algunos son muy buenos a la hora de buscar gangas, pero que luego no hacen nada constructivo con el dinero que ahorran. Las personas prósperas son excelentes tanto para encontrar gangas como para invertir lo que ahorran (les encanta «ahorrar» en ambos sentidos).

La principal diferencia entre los ricos y los pobres es esta: los pobres ven el dinero solamente como efectivo en sus manos, para utilizarlo tan pronto como lo consiguen. Los ricos, en cambio, entienden el dinero principalmente como semillas que se sembrarán y se convertirán en «árboles de dinero».

Gana un ingreso residual

Allen pregunta: «¿Cuántas veces te pagan por cada hora que trabajas?». A la mayoría de las personas se les paga una sola vez por cada hora de trabajo; en esto consiste ganar un sueldo, y se aplica incluso si uno tiene un empleo muy bien remunerado, como en el caso de los médicos. Te pagan para estar en un lugar determinado en un momento determinado y hacer ciertas cosas, así que por mucho que ganes haciendo eso, estás en una especie de cinta de correr. Comenta Allen: «Trabajar para otra persona, a menos que recibas una parte de los beneficios, no da seguridad. Proporciona tan solo una ilusión de seguridad».

El secreto de los ricos no reside tanto en la cantidad de dinero que ganan como en el hecho de que lo ganan de una forma diferente. Con los ingresos «residuales», se trabaja duro una vez y ese esfuerzo genera un flujo de ingresos durante los años siguientes, a menudo durante el resto de la vida. Allen lo expresa de otra manera: «La pobreza es cuando grandes esfuerzos producen resultados pequeños. La riqueza es cuando pequeños esfuerzos producen grandes resultados».

Su propio ejemplo es la escritura del libro Nothing Down, un manual de bienes raíces que escribió en 1980. Pasó más de mil horas escribiéndolo y no recibió nada a cambio durante dos años: «Los adolescentes que trabajan en McDonald’s ganaban más dinero que yo –señala–. Pero yo no estaba buscando un salario. Yo quería los derechos de autor». El libro finalmente se convirtió en un éxito de ventas y Allen sigue ganando decenas de miles de dólares al año por un producto que creó hace casi cuatro décadas.

Los diseñadores de software, artistas, inventores y actores de cine pueden ganar derechos de autor por cosas que hicieron o produjeron una sola vez. Los inversores pueden tener fuentes de ingresos inagotables (a través de dividendos, intereses o plusvalías) como resultado de efectuar una sabia inversión. Los propietarios inmobiliarios reciben un flujo continuo de dinero en efectivo de sus propiedades; muchos otros perciben una «parte de las ganancias» –asesores de marketing, socios comerciales, agentes de seguros– en lugar de obtener un pago por su trabajo, o además de ello. Gracias a flujos de ingresos residuales o pasivos que entran incluso mientras duermen, estas personas liberan tiempo para diseñar o crear aún más fuentes de ingresos.

Ganar a lo grande en el sector inmobiliario

Allen señala que las personas se involucran en una enorme variedad de formas de obtener dinero cuando tienen justo delante la más simple y poderosa de todas ellas: la propiedad. Él llama a los bienes raíces «el recurso que convierte a los pobres en millonarios», ya que con poco o ningún dinero (incluye en su libro todo un apartado sobre la ausencia de financiación inicial) se puede llegar a ser muy rico en pocos años, por medio del efecto palanca y asumiendo tasas de revalorización modestas.

Pone el ejemplo de comprar hoy una propiedad por 150.000 dólares, poniendo 10.000 en concepto de depósito. Si se revaloriza a una tasa del 5%, la propiedad tendrá un valor de 244.000 dólares en diez años. En ese momento, la hipoteca solo será de 131.000 dólares, lo que significa que el capital del inversor, restando los préstamos pendientes, será de unos 130.000. Esto equivale a una rentabilidad de más del 20% anual de la inversión original de 10.000 dólares. «¿Cuántas personas obtienen un retorno del 20 por ciento del mercado de valores durante un período tan largo?», pregunta. Tal vez Warren Buffett, pero es uno entre un millón.

Solo con que la propiedad se revalorice de forma modesta, el dueño promedio de una vivienda gana dinero mientras duerme. Es una lástima, sugiere Allen, no comprar más propiedades y multiplicar el efecto.