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© Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)

Impreso en el Perú – Printed in Perú

Autor: Diego Labrin

Edición: Diana Félix

Corrección de estilo: Claudia Prieto

Diseño de cubierta: Daniela Choroco (Red)

Diagramación: Daniela Choroco (Red)

Fotografía del autor: @rafaroeder para

@rebelle_women

Editado por:

Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C.

Av. Alonso de Molina 1611, Lima 33 (Perú)

Teléfono: 313-3333

www.upc.edu.pe

Primera edición: febrero de 2019

Versión ebook: marzo de 2019

Distribuido por: Saxo.com Perú S.A.C.

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Telf: 51-1-221-9998

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Miraflores, Lima - Perú

Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)

Centro de información

Labrin, Diego. Proceso de moda multifocal. Aproximaciones teóricas y prácticas sobre indumentaria latinoamericana en el siglo xxi.

Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), 2019

ISBN (versión impresa): 978-612-318-200-7
ISBN (versión PDF): 978-612-318-204-5
ISBN (versión e-pub): 978-612-318-203-8

MODA, DISEÑO DE MODA, DISEÑO TEXTIL, SIGLO XXI, AMÉRICA LATINA

746.920905 LABR

DOI:http://dx.doi.org/10.19083/978-612-318-200-7

Registro de Proyecto Editorial en la Biblioteca Nacional del Perú nro. 31501401900128

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n°. 2019-01709

La publicación fue sometida al proceso de arbitraje o revisión de pares antes de su divulgación.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial.

El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente la opinión de los editores.

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EL PORQUÉ DE ESTO, AHORA

2019

dos mil diecinueve

C

ada año que transcurre, contamos el tiempo que nos distanciamos de sistemas y ejes arcaicos. A 19 años de comenzar un nuevo milenio en este planeta, es momento de tornarnos existencialistas para cuestionarnos y revisar qué es el indumento:

"el por qué de esto,
ahora".

En nuestra región, los métodos y procesos por los cuales se ha desarrollado la moda (indumentaria) como una profesión y un oficio han respondido, normalmente, a modelos que no necesariamente reflejan nuestro contexto cultural y planetario actual. Seguramente, el lector pensará que esta introducción corta es una propuesta para romper un paradigma establecido y normalizado. Lo es. Si cavamos profundamente, descubriremos las capas y capas de información que los indumentos y las imágenes transmiten. La creación de la indumentaria forma parte de la configuración de los mundos sociales y nos revela mensajes sobre el entorno idiosincrático global que experimentamos. La actual herramienta indumentaria se analiza desde perspectivas paralelas e interdisciplinarias, lo cual enriquece el estudio y el propósito de las tendencias en el ámbito del diseño de modas.

Así, este proyecto desdibuja ideas preconcebidas y superficiales sobre los procesos de moda multifocal y, más bien, explora y profundiza en los cuestionamientos del proceso creativo de la indumentaria, sus inspiraciones, sus pasos, su ejecución y por qué conocer esto ahora.

E

lizabeth Tunstall (2013), antropóloga de diseño estadounidense, en su ensayo “Decolonizing Design Innovation: Design Anthropology, Critical Anthropology, and Indigenous Knowledge”, publicado en el libro Design anthropology: Theory and practice, expone la importancia de “descolonizar” el diseño de los mismos lugares de los que la sociedad occidental lo ha generado, en ciudades como París, Milán y Nueva York. Además, la autora enfatiza sobre las maneras descontextualizadas en las que sociedades como la asiática, la africana o la mexicana han adoptado ciertos modelos de diseño y los han aplicado en sus propios contextos, sin considerar que estas maneras no responden a un real entendimiento de sus necesidades como industria local y regional (Asia, África y América Latina, respectivamente), sino todo lo contrario. Por ello, se destacan propuestas de modelos descolonizantes que entablen diálogos entre sí y empiecen, empírica y teóricamente, a retroalimentarse y construir estructuras más plásticas o líquidas, como diría Zygmunt Bauman.

Por lo tanto, Tunstall (2013) afirma que, al descolonizar nuestro diseño, permitimos que dialogue con un cambio dramático sobre cómo nos percibimos como sociedad: ¿qué proponemos? No nos vemos, entonces, como una sociedad que solo sigue (pasivamente) modelos no relacionados con la forma en que creamos nuestras civilizaciones.

Es clave agregar que la antropóloga sugiere un cambio en las metodologías y en los sistemas que ponderen el valor humano, la característica tangible de dichos sistemas y la alineación de estos con las experiencias de las personas de los mismos lugares en donde se realizan. Es decir, una teoría explícita que responda a los mismos contextos donde son aprendidos. Una teoría basada en nuestras prácticas sociales y cotidianas.

Las futuras acciones del diseño latinoamericano —y de la innovación en sus procesos teóricos y prácticos— deben considerar la estructura de sus sociedades, su historia (precolonialista), sus ideales y sus preferencias como un punto de partida para diagramar y conceptualizar aproximaciones imaginativas hacia un real cambio de paradigma, asociado directamente a lo que precisamos a nivel local, regional y global. Por ello, efectuar este cambio, es absolutamente imprescindible la cooperación, la empatía y las nuevas metodologías para teorizar nuestras prácticas sociales.

Siglo xxi
Era digitalizada. Es una era complicada. ¿Qué era no lo fue? Incluso, más complicada para pensar en el futuro. ¿Será por eso que vivimos de instantes presentes archivados en arcas de memoria que son externas a nosotros?

Podría ser. No lo sabemos íntegramente, eso está claro. Además, intentar responder concretamente a preguntas como estas sería un craso error de mi parte. No obstante, lo que sí sabemos es que esta Era se caracteriza por ser vertiginosamente instantánea yanclarse particularmente en el presente (¿tecnófilo?) antes que en preocupaciones anticipadas. También es la era del consumo rápido, de la ligereza, de lo efímero (Lipovetsky, 2016) y de la cultura de la convergencia mediática (Jenkins, 2006), donde todo es inmediato.

Los semiólogos e investigadores peruanos Juan Biondi y Eduardo Zapata (2017), en su libro Nómades electronales, arguyen que pasamos del pensamiento lineal o secuencial, propiciado por el alfabeto, al simultáneo o visual, generado por la tecnología de la información que definen como “electronal”. Así, según su juicio, todos nos convertimos en ciudadanos empoderados que no solamente consumimos signos ajenos, sino que también producimos los propios. Los objetos tienen su propia agencia. Es un traspaso hacia un modo mucho más democratizador y menos déspota de la producción del saber y de la información, y de su asimilación y propagación.

Por su parte, el escritor y profesor de escritura Kenneth Goldsmith (2015), en su fascinante texto Escritura no-creativa, determina que es, justamente, en ese traspaso de un tipo de producción a otra que la internet y el hipervínculo cambiaron dramáticamente la manera en que se desarrollan la escritura (también la lectura) y otras áreas de la cultura globalizada. Es decir, la manera en que codificamos información y la decodificamos se rige íntegramente por el contexto histórico-cultural, en el cual los seres humanos somos partícipes. Este investigador de los nuevos usos de la escritura concluye que la obsolescencia de sistemas de información y expresión y la aparición de nuevas modalidades son una de las pocas constantes en el modo en que los humanos existimos: el cambio en nuestros modos de pensar y de hacer. El ser humano teme enfrentarse a lo desconocido, pero tiene que hacerlo, porque es su libertad. Libertad de cambio.

“A medida que la información se mueve con más velocidad y tenemos que manejar cada vez mayores cantidades, nos atraen fragmentos más pequeños” (Goldsmith, 2015, p. 253).

En la cita de Goldsmith, se identifican dos variables claras en el cambio del manejo de la información: la cantidad de la información que consumimos y la velocidad con la que hacemos. Ambas variables se mueven en intervalos paralelos que reformulan cómo percibimos dicha información (visual, sensorial y alfabética) y de qué maneras se debe organizar para percibirla en este contexto digital.

Nicholas Carr es un escritor estadounidense especializado en tecnología, negocios y cultura, así como colaborador de la revista especializada en management Harvard Business Review. Carr (2011), en su libro Superficiales: ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes?, que le valió ser finalista de un Premio Pulitzer, realiza una serie de revisiones científicas sobre este precepto. Cuenta que, en la década de 1970, muchos padres se opusieron a que se permitiera el uso de calculadoras portátiles en las escuelas. sin embargo, muchos estudiantes lograron un aprendizaje mucho más profundo de los principios básicos de los ejercicios que calculaban. Este hecho, sostiene el autor, se expone actualmente para defender nuestra creciente (exponencialmente) dependencia de las bases de datos online (big data) como algo liberador y benigno. Así, relata que “los que celebran la ´externalización´ de la memoria a la Web se han dejado engañar por una metáfora. Pasan por alto la naturaleza fundamentalmente orgánica de la memoria biológica” (p. 232).

Por el contrario, Carr (2011) afirma:

“La Web surte un efecto muy diferente. Impone más presión a nuestra memoria de trabajo, no sólo desviando recursos de nuestras facultades de razonamiento superior, sino también obstruyendo la consolidación de la memoria y el desarrollo de esquemas a largo plazo. La calculadora, una herramienta potente pero altamente especializada, resultó ser una ayuda para la memoria. La Web es una tecnología para el olvido” (p. 234).

Carr (2011) agrega que la clave de la consolidación de la memoria a largo plazo (aprendizaje) es la atención:

“(…) cuanto más usemos la Web, más entrenamos nuestro cerebro para distraerse, para procesar la información muy rápidamente y de manera muy eficiente, pero sin atención sostenida. Esto ayuda a explicar por qué a muchos de nosotros nos resulta difícil concentrarnos incluso cuando estamos lejos de los ordenadores. Nuestro cerebro se ha convertido en un experto en olvido, un inepto para el recuerdo” (p. 236).

El crítico escritor del sistema económico y cultural estadounidense David Foster Wallace (2005, como se citó en Carr, 2011,
p. 236) expone que:

“Aprender a pensar en realidad significa aprender a ejercer control sobre cómo y qué pensar (…). Significa ser suficientemente consciente para elegir a qué prestar atención, cómo construir significado a partir de la experiencia. Renunciar a ese control significa quedarse corroído por la constante sensación de haber poseído y perdido algo infinito”.

Asimismo, el antropólogo francés y estadounidense Pascal Boyer, especializado en la ciencia cognitiva de las religiones (2009, como se citó en Carr, 2011, p. 238), enfatiza en el riesgo que supone la internet de convertirnos en una cultura superficial, debido a cómo la cultura se renueva en las mentes de los miembros de cada generación: acontecimientos, hechos, conceptos, habilidades, al ser almacenados externamente a los actantes de estos sucesos dificultan más la transmisión cultural.

Si bien es muy válido lo que expresan Carr, Foster Wallace y Boyer sobre el abrupto cambio en la generación, transmisión y construcción de la cultura y el conocimiento, también es claro que sus posturas sean sesgadas, quizás por una nostalgia de la sociedad de la generación en la que crecieron y la distinta transmisión y construcción de cultura con respecto al contexto actual, donde el fenómeno digital forma parte de nuestro quehacer y es global. No obstante, estas posturas son legítimas para enunciarlas, ya que nos ubican en un sitio clave y nos permiten realizar una introspección, es decir, mirarnos y criticarnos constructivamente como sociedad digitalizada. Debemos lograr reformular lo que no podemos observar por completo en nuestro espacio actual al estar sumergidos en la vorágine de data de la que somos consumidores y productores a diario.

Carr (2011) adhiere que “cada uno de nosotros lleva y proyecta la historia del futuro. La cultura se sustenta en nuestra sinapsis” (p. 238).

R

Es vital recalcar que ya no se percibe de manera lineal, sino todo lo contrario. Por ello, surgen las siguientes interrogantes:

Si nuestra percepción ha cambiado (y sigue modificándose), ¿por qué el proceso de diseñar indumento sigue regido por métodos lineales y no más bien multifocales? ¿Estaríamos replanteando una nueva era en donde podríamos reteorizar y repensar el indumento y su proceso de diseño y hacerlo partícipe de los cambios histórico-culturales de los que ya somos parte?

emedios Zafra es una escritora y profesora española especialista en el estudio crítico de la cultura contemporánea, la antropología, el ciberfeminismo y la cultura digital. Zafra, en su libro Ojos y capital (2015), piensa que este cambio constante en los modos de pensar y de hacer se articula con el carácter “excedentario” con el cual define la cultura-red donde estamos inmersos. Asimismo, realiza profundas observaciones sobre un contexto global embelesado por imágenes que, según su juicio, en su mayoría, sobran:

“Es el sobrante lo que se convierte en producto o servicio cuyo reto comercial aspira a configurarlo como necesidad. Y si algo define la cultura-red como cultura visual contemporánea sería su carácter excedentario. El inconmensurable mundo de imágenes que marca esta época forma parte del excedente que se ha ido conformando como nuevo ecosistema de ojos frente a pantallas; un sobrante que sentimos que nos arropa y acompaña de manera incondicional”

(Zafra, 2015, p. 54).