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ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES Y ALGUNAS REFLEXIONES DE LA VERSIÓN EN ESPAÑOL

CON PROFUNDA GRATITUD

PRÓLOGO

1. EN FAMILIA:
SEXO, INCESTO Y VIOLENCIA EN LAS FAMILIAS MEXICANAS

El incesto en México; El estudio del incesto en México: escribiendo acerca de las familias mexicanas; Más allá de culpar a la cultura; Metodología; Las cambiantes definiciones de incesto; Violencia sexual, defensa y apoyo, y otras intervenciones: pasado y presente; Hacia una sociología feminista de las familias incestuosas en México: el género y la sexualidad del incesto; Organización del libro

2. HIJAS CONYUGALES Y SIRVIENTES MARITALES

Las funciones sexuales de las hijas en las familias incestuosas; Hijas conyugales; Para comprender el incesto padre-hija; El proceso de llegar a ser hija conyugal; Sirvientes maritales: entre la complicidad y el desempoderamiento; Para entender la servitud marital

3. A LA PRIMA SE LE ARRIMA:
HERMANAS Y PRIMAS

Narrativas de hermanas y hermanos; Para entender el incesto hermano-hermana; A la prima se le arrima: las mujeres y sus primos; Para entender el incesto prima-primo; El terrorismo sexual y la vida familiar; Acoso sexual familiar

4. SOBRINAS Y SUS TÍOS

Tíos maternos: los hermanos biológicos de la madre; Los tíos políticos maternos; Tíos paternos: los hermanos biológicos de los padres; Los tíos políticos paternos; El tío paterno lejano; Para entender el incesto tío-sobrina; La feminización del incesto; Las políticas de desigualdad de género dentro de la familia

5. LAS NARRATIVAS DE LOS HOMBRES

Sexo con relación de parentesco y más allá; Mentiras, juego rudo y dolor; En el nombre del padre; Para entender las narrativas de incesto de los hombres; Acatamiento heteronormativo; Al primo me le arrimo; El continuum de violencia sexual en la familia

6. HACIA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA DEL INCESTO EN MÉXICO

Las culturas sexuales en las familias incestuosas; La ley, la familia heterorreproductiva y la política social; “Porque mi madre me creyó”: resiliencia y justicia familiar; Orientaciones para el futuro; La masculinidad de los hombres en las familias incestuosas

APÉNDICES

APÉNDICE A
APÉNDICE B
APÉNDICE C
APÉNDICE D

BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE TEMÁTICO

sociología
y
política

SECRETOS DE FAMILIA

Incesto y violencia sexual en México

por

GLORIA GONZÁLEZ-LÓPEZ

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siglo xxi editores, méxico
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310 MÉXICO, DF
www.sigloxxieditores.com.mx

siglo xxi editores, argentina
GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.ar

anthropos editorial
LEPANT 241-243, 08013 BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com

HV6570.9M4

G65

2019        González-López, Gloria

Secretos de familia: incesto y violencia sexual en México, por Gloria González-López — Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 2019.

348 p. – Sociología y política

e-ISBN: 978-607-03-0979-3

1. Incesto – México. 2. Delitos sexuales – México. 3. Familias – México 4. Sexo – Aspectos sociales. I. t. II. ser

ilustración de portada: liliana wilson

[título original en inglés
family secrets: stories of incest and sexual violence in mexico
copyright 2015 por new york university press]

primera edición en español, 2019

DR© por el texto: gloria gonzález-lópez
DR© 2019 siglo xxi editores, s.a. de c.v.

e-isbn 978-607-03-0979-3

derechos reservados conforme a la ley

Dedico este libro a las sesenta personas que con profunda
vulnerabilidad y generosidad me compartieron sus vidas.
Y a quienes llevan una historia similar en el corazón.

En su memoria:
Carmen Castañeda
Esther Chávez Cano
Elisa Facio
María Elena Jarquín Sánchez
José Manuel López Schultz
e Itziar Lozano.

A mi madre y a mi padre,
con mi más profundo amor y gratitud.

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES Y
ALGUNAS REFLEXIONES DE LA VERSIÓN EN ESPAÑOL

Quisiera expresar mi más profunda gratitud a las personas que con su generosidad y ardua labor hicieron posible la traducción y publicación de este libro en mi lengua materna y país de origen; son representantes importantes de dos instituciones que han sido de gran relevancia en este esfuerzo colectivo. Agradezco de manera especial a José María Castro Mussot y a María Oscos, por parte de Siglo XXI Editores, y a Ilene Kalish y Margie Guerra, representantes de New York University Press, por todas sus finas atenciones y solidaridad, así como por la confianza depositada durante el proceso que tuvo la publicación de este libro.

De manera especial aprecio profundamente el trabajo de traducción realizado por Maia Fernández Miret. Mil gracias, Maia, por tu arduo trabajo, cuidado, precisión y especial sensibilidad. De Siglo XXI Editores, le agradezco a Ana Ceballos igualmente toda su labor y dedicación y, en especial, su paciencia en las múltiples tareas de revisión y preparación de la versión final del libro; asimismo, a Alejandro Reza. Mi más profunda gratitud es también para Alberto Antonio Amon Jadue, mi editor chileno, que con puntuales y asertivas intervenciones me ayudó durante largas horas en el proceso de redacción y estilo de la traducción original al español.

Mi sincera gratitud es también para todas las personas que me ofrecieron su apoyo durante el proceso de traducción y revisión de categorías conceptuales, tanto teóricas como metodológicas. Mil gracias de todo corazón a Javier Auyero, Ximena Canelo-Pino, Gloria Careaga Pérez, Patricia Castañeda Salgado, Lydia Cordero Cabrera, Daniel Fridman, Vivian Deidre Rodríguez Rocha, Patricia Torres Mejía y Ofelia Woo Morales. Gracias a Sebastián Colón Otero por la prolongada conversación sobre sexualidad y género, sentida y pensada en español. Gracias a Sofian Merabet por escucharme y solidarizarte de manera generosa durante momentos críticos de traducción de conceptos metodológicos. A Mariana Gabarrot, con especial gratitud, por su solidaridad y apoyo. Eli: muchas gracias.

A Marcela Lagarde y de los Ríos, como siempre, el sentimiento me rebasa y me quedo sin palabras para expresar mi más profunda gratitud por su presencia y sororidad intelectual y personal. Gracias por ser mi sorora mayor, mi maestra del feminismo vivido, pensado y escrito en español y desde el corazón.

Finalmente, le doy gracias a la vida por el sueño hecho realidad de publicar este libro en el idioma en el que me enseñaron a hablar, escribir y amar. La satisfacción más profunda de haber trabajado en la publicación de este libro en español fue la recuperación de las voces originales de las sesenta personas que compartieron sus relatos de vida conmigo en este estudio, así como las de treinta y cinco especialistas que me compartieron sus saberes y conocimientos, desde diferentes disciplinas, en el estudio de la violencia sexual. Todas las entrevistas fueron realizadas, grabadas y transcritas originalmente en español; para la escritura del libro original en inglés se tradujeron partes de dichos textos a esta segunda lengua. Así que fue una inmensa alegría a nivel personal y profesional el poder recuperar el lenguaje original en el que las y los interlocutores compartieron sus narraciones biográficas conmigo. En el idioma en el que se aprende a amar se inscriben los significados emocionales de las experiencias vividas y, sin duda, el libro en español captura las sutilezas emocionales, lingüísticas y culturales en la lengua materna de mis informantes, lo que da una textura especial de la que el libro original, en inglés, acaso carece. Para contrarrestar esto último en la versión original, incorporé en español expresiones de relevancia emocional, lingüística y cultural —la misma intervención que utilicé en un proyecto anterior con migrantes de origen mexicano que radican en Los Ángeles, California.

Por otro lado, el reto más grande para publicar este libro fue la traducción de conceptos y teorías del inglés al español. He hecho el mayor esfuerzo por traducir de la manera más precisa posible los términos que se manejan en el campo de la violencia sexual contra niñas y mujeres en los estudios feministas pertenecientes a las ciencias sociales.

Como migrante mexicana que ha vivido por más de treinta años en Estados Unidos, tanto mi formación como socióloga y feminista, como mi superviviencia y labor intelectual en el mundo académico en este país, ha sido en inglés. En otras palabras, como mujer mexicana, vivo y siento mi vida personal y emocional en español; como feminista y académica, vivo y pienso en inglés. Así que este libro posee la riqueza lingüística y cultural de las voces en español de mis informantes, entrelazadas con mi esfuerzo personal por seguir descubriendo y nutriendo mi propia voz intelectual en el mismo idioma. La versión original de este libro, publicado por New York University Press en 2015, tiene sin duda mi voz académica, la cual posee mayor precisión y definición a nivel analítico. A pesar de que los conceptos que acuño e incorporo fueron originalmente pensados y escritos en inglés, hice todo lo posible por alcanzar la misma calidad intelectual en este libro en español; el apoyo de quienes colaboraron en varias etapas del proceso de publicación lo hicieron posible —mil gracias de nuevo.

“Nepantla” se traduce como “en medio” más de una vez en el Gran Diccionario Náhuatl en línea de la Universidad Nacional Autónoma de México y es un concepto fundamental en el quehacer intelectual de la teórica chicana Gloria E. Anzaldúa. Nepantla anuncia, además, el intenso reclamo de Anzaldúa por recuperar lo propio, las raíces culturales e históricas mexicanas y vitales en su teorización de la nepantla epistemológica. Así bien, al igual que otras y otros migrantes mexicanos que vivimos en Estados Unidos, resulta que también pienso en español y a veces siento en inglés —estoy inmersa en ese nepantla anzalduano. Desde esa nepantla —esa tierra entre medio de límites desdibujados, confusos y con frecuencia angustiantes, pero de transformación humana indescriptible— nació y evolucionó el libro que usted tiene en sus manos.

Mis últimas palabras de agradecimiento son para quien tenga interés en este libro con fines de sanación individual o grupal, o de promoción de la igualdad de género y la justicia social desde el feminismo. Gracias por darle lectura y, de corazón, espero que les sea de utilidad y beneficio en sus esfuerzos personales y colectivos.

El feminismo crítico desvanece la soledad humana de las niñas y las mujeres.

Aquí estamos.

Y somos muchas.

GLORIA GONZÁLEZ-LÓPEZ
Austin, Texas, verano de 2018

CON PROFUNDA GRATITUD

En primer lugar, deseo expresar mi más profunda gratitud a los sesenta hombres y mujeres que me abrieron su alma y corazón para compartir los conmovedores relatos de vida que dieron luz a este proyecto de investigación. He hecho todo lo posible por escribir sus historias en este libro y otras publicaciones con la misma vulnerabilidad, honestidad y respeto con los que me fueron compartidas por ustedes.

Expreso mi más profunda gratitud a todas las siguientes personas, incluyendo a las y los profesionales que me ofrecieron su apoyo en cada ciudad; algunas de ellas ya me habían honrado con su amistad en el pasado, otras se convirtieron en amigas y amigos personales durante esta travesía de investigación. Algunas de estas personas se nos adelantaron en el camino de la vida y ya no se encuentran entre nosotras; las llevo en el corazón.

Ciudad Juárez. Esther Chávez Cano, trascendiste a través de tu valiosa obra. Irma Guadalupe Casas Franco, Claudia Heredia, Eva Moreno, Fernando Ornelas, Efraín Rodríguez y Juan Vargas: muchísimas gracias. Señora Socorro Gutiérrez de Lozoya, gracias a usted y a su familia por su hospitalidad y todas sus finas atenciones durante mi estancia en Ciudad Juárez. Adela Lozoya Gutiérrez y Carmen Vásquez Sierra, gracias por su amorosa y solidaria amistad.

Guadalajara. Alejandra de Gante Casas y José Manuel López Schultz se convirtieron en mi fortaleza y la luz que me guio en la ciudad. Alejandra querida, gracias por tu bondad y generosidad, y por tu hermoso corazón y tu amistad. Carmen Castañeda y Águeda Jiménez Pelayo, así como Belinda Aceves, Gandhi Magaña, Nelly Ordaz, Patricia Peña y Marysol Soto, mil gracias.

Ciudad de México. Laura Martínez Rodríguez, gracias por siempre, mujer de ardua lucha. Miriam Valdez Valerio, gracias por tu presencia siempre disponible, especialmente durante las incontables consultas profesionales después de realizar mi trabajo de campo. Gracias por su presencia y solidaridad a Joaquín Aguilar, Sofía Almazán, José Barba Martín, Gloria Careaga Pérez, Patricia Duarte, Gerardo González Ascencio, Patria Jiménez, Alejandro Núñez, Alicia Elena Pérez Duarte y Noroña, Luciana Ramos Lira y Patricia Ravelo Blancas. Itziar Lozano: mi gratitud por su apoyo e inspiración durante aquella especial conversación que nunca olvidaré.

Monterrey. Exsenadora y exdiputada federal María Elena Chapa Hernández, Marina Duque y Martha Flores Cavazos, mi gratitud por convertirse en esa presencia vital e incondicional. Elizabeth Aguilar Parra, Karina Castro, Ramona Gámez, Clara Beatriz León Hernández, Rafael Limones, Mariaurora Mota, Antonio Nevárez, Silvia Puente, Maribel Sáenz, y Miguel Villegas Lozano: muchísimas gracias. A Hortensia Rodríguez Castañeda y a la familia Wong Rodríguez agradezco su amistad y apoyo. Gabriela Lozano de Pérez en Laredo, Texas: gracias por tu solidaridad y apoyo durante mis viajes a México. Mi especial gratitud es para mi hermana Olivia Guadalupe González López por su generosidad, bondad y hospitalidad durante mis diferentes viajes a Monterrey.

En estas cuatro ciudades, gracias a todas y todos ustedes que organizaron, patrocinaron o asistieron a los talleres y seminarios donde presenté los resultados preliminares o temas relacionados antes, durante y después de mi trabajo de campo. Gracias por ayudarme a expandir mi redes profesionales y por ayudarme de tanta maneras, tanto a nivel profesional como personal. Gracias a todas las personas que en su momento me presentaron a cada una de las sesenta extraordinarias mujeres y hombres que participaron en el estudio y a mucha gente amable y generosa que conocí de manera informal o muy brevemente en cada ciudad, personas cuyos nombres no están incluidos aquí pero cuya presencia contribuyó para que pudiera completar el trabajo de campo, así como etapas posteriores de este proyecto de investigación. Muchísimas gracias.

Mi más profunda gratitud es para el cuerpo académico y de supervisión clínica que tuve el honor de conocer en la Universidad del Sur de California (USC), en Los Ángeles, a inicios de la década de 1990: Constance Ahrons, Irving Borstein, Carlfred Broderick, Marcia Lasswell y Alexander Taylor. No habría sido capaz de trabajar en este proyecto de investigación sin la preparación y capacitación clínica y profesional que me ofrecieron ustedes en aquel entonces en mi formación como psicoterapeuta de pareja y familia; su sabiduría y experiencia se convirtieron en la mejor compañía que pude haber tenido durante la realización de mi trabajo de campo.

Expreso mi gratitud también a todas las personas que ofrecieron su apoyo como asistentes de investigación. Ana Durini Romero en la Ciudad de México: gracias de corazón por trabajar tantas horas de ardua labor conmigo. En la Universidad de Texas en Austin, gracias Paloma Díaz-Lobos por tu apoyo profesional y por facilitar la presencia de estudiantes responsables y trabajadores: Gloria Delgadillo, Allison Hollander y Willa Staats. Gracias Juan Ramón Portillo Soto y Brandon Andrew Robinson por su invaluable ayuda y apoyo.

Gracias por la luz de su amistad durante el proceso de escritura de este libro a Sonya Grant Arreola, Marysol Asencio, Juan José Battle, Ari Chagoya, Elvira M. Cisneros, Beth Dart, Rafael Díaz, Patricia Emerson, Marcela Lagarde y de los Ríos, Ani Tenzin Lhamo, Lisa Moore, Lorena Porras, Sharmila Rudrappa, Pepper Schwartz y Christine Williams. Gracias William Rodarmor por editar partes de este libro y por ser un buen amigo. Para Liliana Wilson mi más profunda gratitud por tu invaluable amistad y compromiso. Sylvia Flesner, Robyn E. McCarty, Dale Rishel, y Tony Ward: gracias por su sanadora presencia.

Este proyecto de investigación fue realizado gracias al apoyo del Woodrow Wilson Career Enhancement Fellowship for Junior Faculty (2005-2006) y al soporte económico y profesional que me ofreció la Universidad de Texas en Austin a través del “Dean’s Fellowship” (Otoño de 2006), el Center for Mexican American Studies (CMAS), el Departmento de Sociología y el Teresa Lozano Long Institute of Latin American Studies (LLILAS). Gracias Peter Ward y al “C.B. Smith Sr. Centennial Chair in US-Mexico Relations” por los fondos proporcionados. Center for Women’s and Gender Studies (CWGS) y Voices Against Violence (VAV): mi gratitud por el respaldo profesional y su solidaridad e inspiración feminista.

Denise Segura, mi gratitud por sus perspicaces y valiosas recomendaciones en aquel entonces, cuando preparé el primer borrador de este libro. Tomás Almaguer: gracias por tu generoso y bondadoso espíritu y por tu apoyo incondicional, precisamente cuando más lo necesitaba.

Pierrette Hondagneu-Sotelo, gracias de corazón por tu invaluable apoyo y solidaridad profesional de más de veinte años y por creer una vez más en mi trabajo; gracias a ti y a Víctor Ríos por considerar este libro como parte de la New York University Press, Latina/o Sociology series. Cecilia Menjívar: gracias por tu gentil y bondadoso corazón, y por ofrecerme esa motivación profesional que no conoce límites. Jodi O’Brien: gracias por tu apoyo generoso y bondadoso, tanto a nivel personal como profesional. Mi especial gratitud también es para Caelyn Cobb y Alexia Traganas por su gentileza, paciencia y ardua labor. Ilene Kalish, editora ejecutiva de New York University Press, gracias por tu compromiso, ardua labor y apoyo, y por la manera tan genuina de interesarte y darle importancia a este libro; te convertiste en la respuesta a mi plegaria en silencio.

Venerable Kirti Tsenshab Rinpoche y Lama Thubten Zopa Rinpoche, los maestros de mi corazón, les ofrezco este libro y todo el trabajo y esfuerzo que le dieron vida. Que estas narraciones biográficas contribuyan a un mejor entendimiento, sanación y eliminación de todas las formas de sufrimiento y dolor humano, y sus causas. May this book be endlessly beneficial to others.

GLORIA GONZÁLEZ-LÓPEZ
Austin, Texas, otoño de 2014

PRÓLOGO

Nuestra autora, Gloria González-López, ha conseguido avanzar Hacia una teoría sociológica feminista sobre el incesto, con lo que se inscribe en la vía clásica de Gayle Rubin y las demás, con su Hacia una antropología feminista. Ha realizado una investigación indispensable para visibilizar la problemática relativa al incesto en México, donde aún es tabú entre sus víctimas, sus familias y comunidades. Los agresores se benefician del secreto que lleva, implícitamente, este tabú sobre sus actos, que en realidad no son desconocidos. Se benefician también de la misoginia que siempre culpabiliza a las víctimas, así como de su supremacía de género indiscutible. En los campos académico y penal se requiere una revisión profunda de conceptos y categorías para nombrar, prevenir, sancionar el incesto y caminar hacia su erradicación.

Este libro es un aporte por su calidad teórica, etnográfica y testimonial, basada en el método biográfico comparativo. En el ámbito de las migraciones, nuestra autora construyó, de manera dialógica, sesenta historias de vida marcadas por el incesto, que siempre es una violencia de género y edad, que acompaña a la desaparición de muchísimas niñas y mujeres y conduce a múltiples casos de feminicidio. Esto sucede por la paradoja de la falsa creencia en la confianza irrestricta sobre todo de niñas y adolescentes, a quienes se les inculca una absoluta protección sexual, familiar y comunitaria, que contrasta con la realidad política patriarcal de amplia permisividad de conductas sexuales violentas contra niñas y adolescentes, aunadas al encubrimiento de los hechos, el silencio y la secrecía obligatoria en torno a los actos de violencia cometidos por hombres parientes, allegados y autoridades, basada en el miedo y sometimiento de las mujeres y en la complicidad de género entre los hombres.

El tabú del incesto genera una gran impunidad que deja un dolor continuado por la falta de justicia y la revictimización de las mujeres y las niñas.

El horror del incesto se incuba en la desigualdad estructural de género, junto con creencias morales de respeto y subordinación a los “padres”, así como en la ausencia de una formación escolar científica con perspectiva de género sobre la sexualidad, por lo que las niñas viven y sufren desde la ignorancia esta terrible experiencia. A ello se suma la falta de actuación de autoridades institucionales de la escuela, del sistema de salud, del sistema de justicia, es decir, del Estado en su conjunto, que debería proteger y garantizar sus derechos humanos. Sucede también que mujeres y niñas pobres, en situación de marginación, viven en comunidades donde hay una real ausencia del Estado, lo que permite la predominancia de las formas más autoritarias de la opresión patriarcal de las mujeres y las niñas, tales como la apropiación y el daño de los parientes a través de la sexualidad incestuosa.

El incesto no es extraordinario. Es parte de los sistemas de parentesco vigentes en México. Es un hecho transclasista y transétnico. Los principios, las normas, las prácticas y los mecanismos contradictorios dejan a las niñas y adolescentes en la indefensión y a sus agresores, en la impunidad. Aun en los casos en que las mujeres y las niñas víctimas denuncian, su palabra vale menos que la de sus agresores y se disminuye el problema, al que ni siquiera se considera falta o delito, o no se les cree. Cuando acuden a otras mujeres en busca de protección —madres, hermanas, maestras— ellas no tienen cómo protegerlas por temores varios, por su situación de subordinación y por ser también víctimas de violencia. Si las víctimas acuden a instancias institucionales ajenas y de las que desconfían, es probable que sean víctimas de discriminación y violencia institucional.

Con una gran empatía hacia las mujeres con quienes hizo la investigación y apoyándose en sus conocimientos empíricos y teóricos sobre el incesto y sus terribles secuelas, Gloria González-López hace énfasis en la necesidad de crear una política integral democrática para que las niñas tengan conocimientos sobre sus derechos humanos, su salud sexual y reproductiva, sobre la justicia. Sostiene que no bastan esos conocimientos sino que es preciso transformar la conciencia sobre las relaciones personales y sociales e introducir en ellas el amor y otras prácticas y formas de respeto en la convivencia.

También propone fortalecer a las activistas que trabajan para atender a víctimas de incesto. A mí me encantaría que veamos la urgencia de la aplicación de una política de Estado en prevención de todos los tipos y las modalidades de violencia de género, tal como lo establece la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, vigente en México desde 2007. Sin embargo, la prevención en México está ausente. Urge lograr el empoderamiento de las mujeres y las niñas desde una perspectiva de género feminista y la puesta en marcha de programas institucionales integrales para garantizar el respeto, la garantía y la vigencia de sus derechos humanos.

El trabajo de Gloria González-López es imprescindible para comprender los mecanismos sociales, culturales, individuales y colectivos que propician el incesto y el tabú que lo acompaña, pero también la resiliencia y las vías para lograr la intocabilidad, el respeto y la protección de la integridad, la dignidad, la libertad y la seguridad de las mujeres y las niñas, como base indispensable para lograr su acceso a la justicia y a la construcción de la igualdad entre mujeres y hombres, como un nuevo contrato social.

¡Por la vida y la libertad de las mujeres y las niñas!

MARCELA LAGARDE Y DE LOS RÍOS

1. EN FAMILIA:
SEXO, INCESTO Y VIOLENCIA EN LAS FAMILIAS MEXICANAS

“Mis senos se quedaron del tamaño que tenían cuando mi abuelo los tocó”, revela Elisa al explicar las razones por las cuales su cuerpo pequeño parece el de una adolescente delgada y sin busto. Entre lágrimas describió la textura de lija de las manos de su abuelo materno sobre su piel tierna; a sus ochentaitantos años de edad el anciano toqueteó sus senos desde que ella tenía siete años y hasta los once. Por entonces, la conducta de su padre también confundía a Elisa: cuando él terminaba su jornada nocturna como taxista en Ciudad Juárez, Elisa y su mamá escuchaban con paciencia, durante el almuerzo, sus historias sobre los horrores y peligros que enfrentaba en el trabajo y lo bendecido que se sentía de volver a casa tras una larga noche en las aterradoras calles de la ciudad. Al final del almuerzo tomaba a Elisa de la mano para que lo acompañara a tomar una siesta. Sin embargo, algo nunca estuvo bien con esas siestas.

“Tienes que cambiar, tienes que cambiar, porque si no, te mato.” Helián aún recuerda las palabras que su padre repetía insistentemente cuando usaba el pulgar para penetrarlo por el ano durante su infancia, desde los tres hasta los ocho años de edad. Por entonces Helián era un niño con rasgos femeninos que padecía mucho dolor y confusión porque no entendía lo que su padre trataba de decirle con estas horrendas acciones y amenazas de muerte. “¿Pero qué tengo que cambiar?”, se preguntaba. ¿Por qué iba a matarlo su papá? Helián nunca le preguntó; tenía miedo. A los ocho años su padre lo penetró analmente con el pene y lo dejó sangrando en el piso del baño. Recibió atención médica, pero su familia nunca discutió este trágico acontecimiento. Cuando entrevisté a Helián vivía en Monterrey como Heliana, el nombre que adoptó legalmente; era una maestra de escuela de cuarentaitantos años, graduada de la universidad, brillante, muy querida y popular; se autorrecetaba hormonas y vestía de forma modesta. “¿Nunca viste Tootsie?”, me preguntó Heliana con voz animada y me explicó que no era transgénero ni transexual, y que el personaje de Dustin Hoffman le ofreció hace años una forma creativa y humana de sobrevivir en un México homofóbico, donde ser un hombre gay con una expresión de género femenina, de voz suave y amable, equivalía a una sentencia de muerte.

“¡Por qué chingados mis papás me cuidaron tanto, si en su misma casa y sus mismos hijos abusaron de mí, y ni siquiera se dieron cuenta de lo que pasó!”, exclamó Renata entre lágrimas de rabia. Sollozando describió los recuerdos gráficos, fragmentados pero vívidos y claros, que comenzó a experimentar, con espanto y confusión, cuando ella y su esposo asistieron a un retiro espiritual un año antes de que nos encontráramos para la entrevista en la Ciudad de México. Conforme recordaba le fue quedando cada vez más claro que su hermano mayor la forzó a tener sexo con él cuando ella tenía 4 o 6 años y él 17 o 19. Había crecido en una familia de clase media alta a la que le inquietaban los peligros del mundo exterior; Renata y todos sus hermanos terminaron la universidad y siempre disfrutaron una vida mimada, cómoda y llena de privilegios, escuelas privadas y al menos un viaje de vacaciones a Europa. La mamá y el papá de Renata, que ya fallecieron, nunca sabrán lo que experimentó con sus hermanos. Aunque le ha contado a sus hermanas, no sabe si alguna vez los confrontará.

“¿A poco no se está poniendo bonita tu hijastra? ¿Por qué no le echas un ojo?” Aunque a Samuel lo confundían las preguntas que le hacía esa mujer, a quien había conocido en un chat en el que experimentaba con el sexo virtual durante sus horas libres en un cibercafé en Guadalajara, la conversación también despertó su curiosidad. Eventualmente cedió a la tentación de entablar actividad sexual con su hijastra de 11 o 12 años de edad. Cuidó que su esposa no se enterara de lo que hacía, tocó a la niña mientras dormía y luego se desvistió frente a ella y la besó profundamente en la boca. Con el tiempo lo venció la culpa y le confesó a su esposa sobre el sexo virtual y lo que le había hecho a su hijastra; ella se sintió devastada, pero agradeció que fuera honesto y juntos buscaron ayuda profesional.

***

Acabas de comenzar a leer un libro con el que será difícil llegar al final. No hace falta decir que este proyecto fue una tarea que presentó muchos desafíos emocionales, pero creo que tras haber escuchado cada una de estas narraciones de recuerdos biográficos habría sido aún más doloroso no haber escrito este libro.

Este libro se ocupa de los relatos de vida (life stories) de sesenta mujeres y hombres mexicanos que, como Elisa, Renata, Helián y Samuel, me hicieron el honor de ofrecerme su confianza y de compartirme sus experiencias de vida más íntimas —y con frecuencia nunca antes contadas— sobre relaciones incestuosas y violencia sexual en la familia. Conocí y entrevisté a profundidad a estas mujeres y hombres en Ciudad Juárez, Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey entre 2005 y 2006, y establecí contacto con ellos gracias al generoso apoyo de activistas, grupos de mujeres, organizadoras comunitarias y otros profesionistas. También incluí las esclarecedoras y provocadoras lecciones que aprendí al entrevistar a 35 de estos especialistas.1 Algunos son activistas cuyos nombres aparecen actualmente en publicaciones sobre los derechos humanos, la formulación de políticas y las leyes destinadas a proteger a mujeres, niñas y niños en México.2

EL INCESTO EN MÉXICO

—Pierrette, necesito tu ayuda para encontrar
mi próximo proyecto de investigación.
—¿Qué comunidad es cercana a tu corazón?
—Ciudad Juárez.
—¿Y qué urge en Ciudad Juárez?
—La verdad, no sé.
—Gloria, ve y pregunta.

¿Por qué escribir un libro de narrativas de vida sobre incesto y violencia sexual en las familias mexicanas? En mi carácter de feminista mexicana que se identifica a sí misma como una socióloga pública que estudia temas y problemas vinculados con la sexualidad que afectan el bienestar y las condiciones vitales de las familias mexicanas me di cuenta, en 2005, de que me tocaba elegir el tema para mi siguiente proyecto de investigación. Por entonces me interesaba involucrarme en algún proyecto que se ocupara de las necesidades urgentes de una comunidad que había llevado cerca del corazón durante unos cuatro años: Ciudad Juárez. Desde 2001 he visitado esta ciudad fronteriza como voluntaria a larga distancia para dirigir talleres sobre violencia contra las mujeres y desigualdad de género para organizaciones de la sociedad civil de la ciudad. Tengo formación profesional y experiencia como terapeuta de pareja y de familia para mujeres migrantes latinoamericanas que radican en Estados Unidos, entre ellas mujeres centroamericanas que fueron violadas durante conflictos bélicos en sus países de origen. Las experiencias de estas mujeres me motivaron a organizar los talleres y en 2005 le pedí a las activistas locales que me dijeran cómo podía ayudarles en mi carácter de investigadora. Durante estas conversaciones siempre hacía la misma pregunta: “¿Qué tipo de investigación necesitan las y los profesionales que trabajan con familias que han experimentado violencia sexual?” Descubrí que otras investigadoras ya estaban muy involucradas en investigar la desaparición y la violencia perversa contra cientos de mujeres en la ciudad, pero había temas que requerían una atención inmediata y que habían permanecido invisibles e ignorados. Gracias a estas conversaciones informales me enteré de que las niñas y las mujeres que buscan ayuda en las organizaciones civiles casi nunca reportan que la persona que está ejerciendo violencia contra ellas es un desconocido. Por el contrario, suele ser alguien dentro de sus familias —no fuera de ellas— quien las ha agredido o acosado sexualmente. Y, sin embargo, los relatos de vida de las personas que padecen estas experiencias no habían sido estudiados y publicados. Descubrí que el incesto y otros actos sexuales dentro de las familias son los secretos mejor guardados de las mujeres y sus parientes. Para las terapeutas y demás especialistas que habían leído poco, o nada, sobre el incesto en México o sobre temas relacionados se trataba de un enigma, un territorio sin explorar. Lo poco que sabían provenía de lo que habían aprendido recientemente en textos escritos y publicados en Estados Unidos, por ejemplo, el importante trabajo del sociólogo David Finkelhor. Durante la investigación preliminar que realicé caí en cuenta que mis amigas activistas de Ciudad Juárez estaban en lo correcto: las ciencias sociales, con su silencio, habían sido cómplices. Hasta el día de hoy las pocas publicaciones que existen sobre el tema del incesto en la sociedad mexicana incluyen narrativas personales o autobiográficas, análisis estadísticos descriptivos, temas legales y judiciales y estudios de la cultura popular provenientes del área de las humanidades. Sin embargo, aún no existe investigación empírica sobre el incesto, la sexualidad, la violencia y la vida familiar en la sociedad mexicana.3

Este libro es un estudio sociológico feminista que documenta y discute los relatos de vida de mujeres y hombres mexicanos que han experimentado actos, interacciones y relaciones sexualizadas dentro de sus familias y en el contexto de sus contrastantes culturas y economías patriarcales urbanas. En el libro exploro por qué y cómo es que el sexo puede usarse de distintas formas, contra la voluntad de menores y mujeres, y como una compleja forma de poder, control y convivencia cotidiana en el contexto familiar. Las mujeres y los hombres que están representados en estas narrativas crecieron en familias en las que el silencio y la confusión acerca de la sexualidad eran una norma incuestionable. En este libro dejo que las historias personales hablen por sí mismas y evito conceptos como “sobreviviente” y “perpetrador”, que algunas de las personas en este estudio los perciben como demasiado patológicos, ajenos u ofensivos y que ni siquiera nos ayudan a comprender lo complejas que son sus vidas; uso la palabra “víctima” en forma selectiva. Las narraciones también exponen cómo se viven las emociones intensas del sexo voluntario dentro de la cultura de secretos de la familia, infidelidades y mentiras, así como los misterios del amor y el romance.

¿Por qué la violencia sexual en las familias mexicanas es un tema tan poco investigado y analizado? Mis entrevistas me permitieron entender algunas de las razones de este silencio. Por lo general, este silencio que rodea la actividad sexual en las familias mexicanas crea una atmósfera de ambivalencia y ambigüedad en la cual los secretos sexuales se exacerban. Estas ambigüedades culturales se ven reforzadas por los dobles estándares de moralidad que afectan a las mujeres tanto en la familia como en la sociedad y por una ética familiar que fomenta la idea de que las mujeres deben de estar al servicio de sus parientes varones, lo cual coloca a las niñas y a las jóvenes en condiciones de riesgo. En una sociedad patriarcal en la que las mujeres son entrenadas para estar sexualmente disponibles para los hombres, una niña o una joven que, por ejemplo, es forzada por su tío a tener sexo, puede percibirlo como algo “normal” y jamás hablar al respecto. Si estos encuentros se vuelven repetitivos o seductores y la mujer se da cuenta de que su propia madre aprecia a su tío porque es una fuente generosa de apoyo económico para la familia, su vida puede convertirse en un laberinto emocional. Algunos de los hombres que entrevisté que practicaron sexo con otros hombres del mismo grupo de edad (por ejemplo, dos primos adolescentes varones) me dijeron que era difícil saber si sus encuentros sexuales mutuamente consensuales siempre eran totalmente voluntarios o involuntarios. También explicaron que los perturbaba más la idea de tener sexo con otro hombre que el hecho de que este hombre fuera miembro de su familia. Los relatos de vida que recogí me llevaron a cuestionar las definiciones mismas de incesto y a develar el conocimiento de la profunda y compleja interrelación entre familia, cultura y Estado que constituye el contexto de estas experiencias sexuales. También confirmé que México es, sin duda, una sociedad profundamente sexista y homofóbica.

EL ESTUDIO DEL INCESTO EN MÉXICO:
ESCRIBIENDO ACERCA DE LAS FAMILIAS MEXICANAS

El incesto y la violencia sexual dentro de las familias son prevalentes en la historia de muchas culturas y sociedades, no exclusivos de la mexicana. Se han identificado actividades incestuosas en textos muy influyentes para las sociedades occidentales y occidentalizadas, entre otros la Biblia, y han sido estudiadas por todas las disciplinas académicas que se ocupan del comportamiento humano. Intelectuales varones de Europa y Estados Unidos, como Émile Durkheim, Sigmund Freud, Claude Lévi-Strauss, Talcott Parsons y Edvard Westermarck han teorizado sobre el incesto desde sus distintos periodos históricos, ópticas disciplinarias y perspectivas culturales; la antropología nos ha proporcionado revelaciones y análisis revolucionarios sobre estos comportamientos en distintas culturas, así mismo, la psiquiatría, la psicología y la sociología también han estudiado dichos patrones.

En Estados Unidos se publicaron algunos libros pioneros sobre el incesto, que incluyen Kiss Daddy Goodnight (Dale a papi un beso de buenas noches) (1978), de la escritora y activista feminista Louise Armstrong, Father-Daughter Incest (Incesto padre-hija) (1981) de la psiquiatra de Harvard Judith Herman y The Secret Trauma (El trauma secreto) (1986) de la socióloga Diana Russell, que también realizó investigaciones sobre el incesto en Sudáfrica.4 En un ambicioso y completo estudio de 20 países, el sociólogo David Finkelhor (1994) identificó el abuso sexual de niñas y niños como un “problema internacional” (que incluye a Estados Unidos y otros países desarrollados) y subrayó la prevalencia de incidentes que involucran a parientes consanguíneos y a figuras paternas, tales como padrastros, madrastras y madres y padres adoptivos, en una gran diversidad de culturas y de países.5

A pesar de que me concentro en México es importante hacer énfasis en que el incesto no es un problema exclusivo de este país. El incesto y la violencia sexual dentro de las familias, así como el abuso sexual en general, son fenómenos que aparecen en muchas sociedades del mundo.

En este libro uso la definición —aún en desarrollo— que he sugerido antes y que de hecho surgió a partir del presente estudio: “El incesto se refiere a un contacto sexualizado (involuntario o voluntario, y todas las zonas intermedias y ambiguas) en el contexto de la familia; esto puede ocurrir entre individuos de la misma línea consanguínea o dentro del contexto de relaciones familiares cercanas emocionalmente, e involucran relaciones verticales (por ejemplo, parientes en posiciones de autoridad y menores y mujeres más jóvenes) u horizontales (por ejemplo, parientes próximos en edad)”.6 De manera similar, aún estoy trabajando en las trampas conceptuales que discuto en este libro, y considero que el incesto involuntario ocurre mediante un amplio conjunto de expresiones de violencia sexual.7 El incesto es, de hecho, muy diverso y complejo, y puede involucrar distintos grados y tipos de coerción bastante sofisticados. En el capítulo 5 introduzco el concepto de “sexo con relación de parentesco” (kinship sex) cuando analizo el complejo, multidimensional y no lineal continuum que va de la coerción al consentimiento. Todos estos conceptos —incesto, violencia sexual y sexo con relación de parentesco— están interrelacionados y se estudian dentro del contexto de las dinámicas de poder y control y las relaciones de desigualdad de género que moldean la vida familiar.

El propósito de este libro es ofrecer un acercamiento al incesto y la violencia sexual allí donde existen en las familias mexicanas y al mismo tiempo ampliar el lente analítico desde la sociología feminista para ofrecer un análisis más estructural de estos fenómenos. En otras palabras, este libro no se ocupa de las familias mexicanas en sí, ni es acerca de la vida familiar en las culturas mexicanas. Este libro solamente trata de las familias mexicanas en las que las actividades incestuosas y la violencia sexual se han convertido en intrincados laberintos que sus miembros deben descifrar. Aunque en México las fronteras entre las familias no incestuosas y las incestuosas a veces se vuelven muy delgadas y borrosas, este libro ofrece una perspectiva crítica sobre las formas en las que las creencias y las prácticas patriarcales que se consideran inofensivas y “normales” en las familias convencionales, no incestuosas, pueden dar un giro perverso y crear sutiles y complejas condiciones y circunstancias sociales que exponen a las niñas, los niños y las mujeres a las expresiones de violencia sexual que analizo en este libro. En otras palabras, estos casos específicos de México ofrecen una oportunidad para explorar el incesto y la violencia sexual como un fenómeno sociológico, y no a través de un lente excesivamente psicologizado.

Puesto que este libro ofrece un análisis contextual, hay algunas características de la sociedad mexicana que resulta muy importante conocer para poder explicar el incesto y la violencia sexual en el nivel de las instituciones sociales. En mi papel de crítica social, el libro The Children of Sánchez [Los hijos de Sánchez] viene a mi mente como uno de los textos influyentes que ha fomentado estereotipos sobre las familias mexicanas.

The Children of Sánchez (1961) es un libro repudiado por algunos y celebrado por otros, que fue publicado originalmente en inglés por el antropólogo estadunidense Oscar Lewis, a modo de “autobiografía” de una familia que vivía en Tepito, un barrio de estrato socioeconómico bajo ubicado cerca del centro de la Ciudad de México. Años después se produjo una película basada en el libro y estelarizada por Anthony Quinn y otras estrellas de cine. Yo leí el libro por primera vez en su versión en español—Los hijos de Sánchez—en Monterrey, cuando estaba en la universidad. Durante la investigación tuve algunos flashbacks etnográficos de este libro, en particular cuando mis informantes me describían con detalle las viviendas y vecindades atestadas que recordaban. Al final de mis entrevistas tomé conciencia de lo sofisticadas que eran las experiencias de vida que mujeres y hombres me habían compartido con tanta honestidad. Pensé sobre las preocupaciones y limitaciones de relevancia metodológica y conceptual. Por ejemplo, los así llamados conceptos de “cultura de la pobreza” y “machismo” son limitados para ilustrar, por razones específicas, la complejidad y la riqueza de las narraciones biográficas que escuché.

En primer lugar, Lewis sugiere el que sería su controvertido paradigma: la cultura de la pobreza. Desde esta perspectiva la gente que crece en medio de una pobreza persistente desarrolla actitudes y comportamientos específicos, todo un sistema de valores que se reproduce y se conserva a lo largo de generaciones. Es decir, los pobres que están atrapados en círculos viciosos de pobreza desarrollan una cultura propia: “la pobreza es inherente a la cultura de los pobres”.8 Desde un punto de vista que también se ha utilizado para patologizar a las familias afroamericanas pobres, la gente que vive en pobreza generalizada termina siendo culpada por su propia marginalidad socioeconómica, y su sociedad y cultura se perciben como fijas y estáticas, por lo tanto, cualquier forma de intervención o cambio social es prácticamente imposible.9

En segundo lugar, Lewis se basó en el machismo como el paradigma que explicaba el patriarcado, las vidas de los hombres y la masculinidad; este concepto fue útil para denunciar y para comprender la desigualdad de género en el México de fines de la década de 1950 y principios de la de 1960. Resulta interesante notar que la idea del machismo sigue siendo popular; la gente la usa en sus conversaciones cotidianas para entender la desigualdad de género y los círculos académicos lo emplean para discutir temas relacionados con el patriarcado en la sociedad mexicana (yo hice lo mismo muy al inicio de mi carrera). Sin embargo, han pasado 50 años desde la publicación de este importante libro y han surgido nuevas perspectivas para estudiar la desigualdad de género y el tema de la hombría. De acuerdo con intelectuales en estudios críticos de género, el machismo como una idea y un paradigma está pasado de moda, y es limitado y problemático, en particular a la luz de los avances que se han realizado durante las últimas décadas en los estudios de género y en la investigación sobre los hombres y la masculinidad en poblaciones de origen mexicano.10

Por las razones expuestas, escribí este libro muy consciente del problema de generalización excesiva y de los peligros de perpetuar algunas percepciones culturales engañosas. La socióloga Josie Méndez-Negrete ha sido acusada de “reproducir una cultura de la pobreza” y el paradigma de “culpar a la víctima” en su revelador libro Las hijas de Juan: Daughters Betrayed (Las hijas de Juan: hijas traicionadas), una conmovedora autoetnografía del incesto en el contexto de la migración mexicana y la vida familiar en California. Su trabajo allanó el camino para hacerle justicia a las inquietudes culturales que me expresaron muchos de las y los especialistas que entrevisté y para que estuviera atenta de no perpetuar imágenes dañinas sobre las mujeres y los hombres mexicanos y sus familias; el testimonio de Josie tiene un profundo eco en los relatos de vida que escuché. Escribí este libro con el corazón abierto y receptivo, acogiendo todas estas responsabilidades intelectuales.

MÁS ALLÁ DE CULPAR A LA CULTURA

“Nomás no me vengas con la misma historia de Los hijos de Sánchez.” Estas palabras iban acompañadas por las severas advertencias, los dedos acusadores y mirada incrédula que recibí de algunas de las especialistas que entrevisté.11 Sus reacciones se hicieron evidentes cuando les pregunté si creían que había algo particular en la sociedad mexicana que provocara que las niñas, los niños y las mujeres fueran más vulnerables a la violencia sexual dentro de la familia. Les aseguré que me parecía importante cuestionar las imágenes arquetípicas, estereotipadas y patológicas de menores, las mujeres, los hombres y las familias mexicanas que se retratan en las publicaciones sobre la “cultura mexicana”, y recalqué mi interés por ofrecer una comprensión sociológica de un fenómeno complejo.

Fue entonces cuando especialistas en derecho, activistas y otros profesionales me contaron cómo la pobreza y las familias pobres, de clase trabajadora, han sido distorsionadas y satanizadas en algunos textos sobre la vida familiar en México que suelen hacer referencia al libro que Oscar Lewis publicó hace décadas. El testimonio de Consuelo en dicho libro sirve como ejemplo del tipo de imagen familiar que inquietaba a las profesionistas que escuché:

Acabando de cenar todo mundo se iba a acostar. Marta en la cama grande con sus niñas; Mariquita, Conchita y yo en mi pequeña cama; Alanes, Domingo y Roberto pasando frío en el suelo; y ahora también la sirvienta con sus niños en el suelo. Noche tras noche éste era el triste cuadro que tenía ante mis ojos. Yo quería mejorar las cosas, pero para entonces ya tenía miedo hasta de hablar. [Lewis, 1961: 417.]

Estos especialistas me compartieron narraciones de incesto y violencia sexual en familias mexicanas de clase alta, destacando la gravedad de este problema social en otros países y otras culturas. Algunos reflexionaron también sobre la forma en que publicaciones amarillistas como la revista Alarma!,12 ávidas de historias con destinos fatales, han explotado y expuesto algunos casos escandalosos de violencia sexual en familias pobres. Las familias pobres, a diferencia de sus contrapartes de clase media y alta, no tienen ni el dinero ni el poder necesario para encubrir sus tragedias y desgracias familiares. Mis entrevistados también me contaron que puesto que las familias pobres son las que buscan la ayuda de organizaciones no gubernamentales (ONG) e instituciones públicas, sus casos por lo general suelen ser más visibles y pasan a engrosar las estadísticas y con frecuencia son percibidas como “las únicas” que experimentan estas experiencias de vida tan complejas y dolorosas. En resumen, me advirtieron que no fuera clasista y que no contribuyera aún más a oprimir a las familias pobres.

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