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Miguel de Cervantes Saavedra

Don Quijote de la Mancha
Visión de Barcelona

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-030-7.

ISBN ebook: 978-84-9897-442-3.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La ciudad Capítulo a Capítulo 7

Otras formas de leer este Quijote 9

¿Qué es la «Edición indexada del Quijote»? 10

Capítulo III. Del ridículo razonamiento que pasó entre don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco 11

Capítulo LIX. Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió a don Quijote 19

Capítulo LX. De lo que sucedió a don Quijote yendo a Barcelona 27

Capítulo LXI. De lo que le sucedió a don Quijote en la entrada de Barcelona, con otras cosas que tienen más de lo verdadero que de lo discreto 39

Capítulo LXII. Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse 42

Capítulo LXIII. De lo mal que le avino a Sancho Panza con la visita de las galeras, y la nueva aventura de la hermosa morisca 54

Capítulo LXIV. Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido 63

Capítulo LXV. Donde se da noticia quién era el de la Blanca Luna, con la libertad de don Gregorio, y de otros sucesos 67

Capítulo LXVI. Que trata de lo que verá el que lo leyere, o lo oirá el que lo escuchare leer 72

Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea 77

Libros a la carta 83

Brevísima presentación

Si los impresores catalanes fueron los primeros en publicar las dos partes del El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, en la temprana fecha de 1617; los hechos que le suceden a don Quijote en Barcelona tienen una unidad temática en sí misma.

Las ediciones más recientes de las hazañas de don Quijote en Barcelona, se limitan a los capítulos que transcurren en Cataluña. Hemos decidido incluir en nuestra antología, el cap. III de la primera parte porque define la personalidad de Sansón Carrasco, quien se convertirá en el caballero de la Blanca Luna que vence a don Quijote hacia el final de la novela. También nos pareció importante el cap. LIX, donde Cervantes pone en boca de don Jerónimo el duelo premonitorio del fin de don Quijote como caballero: «(...) y otras justas hay en Barcelona, donde el señor don Quijote podrá demostrar su valor»... De los siete capítulos siguientes (LX-LXVI, LXXII, también de la segunda parte), cinco son propiamente en la ciudad, uno en las afueras, y el último, rememora y define a Barcelona mientras don Quijote regresa a su aldea natal.

En Barcelona don Quijote afronta una serie de acontecimientos que provocarán su transformación definitiva. No fue a buscar aventuras sino a dejar constancia de una ciudad que terminó fascinándolo. Antes de salir a pasear por primera vez, Cervantes le quita las armaduras y cambia a Rocinante por otro caballo. Don Quijote no tiene en sus andanzas por la ciudas armaduras, ni caballo, lo que le permite tomar contacto con la realidad de forma más cercana que en otros momentos de la novela. Es también, en consecuencia, más vulnerable. Su paso por Barcelona es tangible, aún se conservan muchos de los lugares que visitó.

La ciudad Capítulo a Capítulo

Cap. LX. Hoy podríamos pensar que una buena parte del arte contemporáneo está en deuda con el Quijote y con las escenas que transcurren en Barcelona, basta con ver películas como Pulp Fiction o Kill Bill, de Quentin Tarantino, y recordar una observación de Martí de Riquer: «la muerte por agresión y la belicosidad no aparecen en el Quijote hasta que los dos protagonistas entran en Cataluña. [Y] aparece Claudia Jerónima, que acaba de disparar dos balas a su galán, don Vicente Torrellas. Poco después, cuando uno de los bandoleros se muestra disconforme con el reparto del botín apresado, su capitán, Roque Guinart, le abre la cabeza».

Me gustaría añadir que Claudia Jerónima declara que a su ex le disparó con una escopeta y dos pistolas. Releyendo la llegada a las cercanías de Barcelona de don Quijote y Sancho, cuando ven a los hombres ahorcados en los árboles, me viene a la mente una canción cantada por Billy Holiday, Strange Fruit, frutas que no eran más que negros colgados por la intolerancia racista del KKK. O sea, que en Cataluña don Quijote se convierte también en un cronista de la violencia social de una época con un realismo casi periodístico. Asimismo en este capítulo ve el mar por primera vez «hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto». De los barcos, Sancho impresionado dice que «no podía imaginar cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían».

Cap LXI. Se adentra en la vida urbana de la Barcelona de principios del siglo XVII, y descubre personajes y lugares. Si Stephen Dedalus y su tío Leopoldo Bloom son portavoces de Dublín, en el Ulises, de James Joyce; y Arsenio Cué y Bustofredón lo son de La Habana en Tres Tristes Tigres, de Guillermo Cabrera Infante, por citar solo dos ejemplos, don Quijote lo es de Barcelona más que de ninguna otra ciudad. Más si tenemos en cuenta que Cervantes comenzó la novela no queriendo acordarse de un lugar de la Mancha, en cambio, se regodea con el Mediterráneo. Incluso, la música de chirimías que los persigue desde su entrada, lo lleva una noche a bailar hasta caerse en un «sarao» con dos damas de «gusto pícaro y burlonas», que lo tientan de tal manera que tiene que evocar a Dulcinea del Toboso, para no perderse.

Cap LXII. Descubre una imprenta en su paseo, y ve impreso un Quijote apócrifo «escrito por un tal de Tordecillas». Como muy bien afirma Jorge Luis Borges: «en la segunda parte del libro, descubrimos, para nuestro asombro, que los personajes han leído la primera parte y que también han leído la imitación del libro que ha escrito un rival. Y no escatiman juicios literarios y se ponen del lado de Cervantes. Así que es como si Cervantes estuviera todo el tiempo entrando y saliendo fugazmente de su propio libro y, por supuesto, debe haber disfrutado mucho de su juego».

Resulta curioso que Cervantes no disertara sobre lo que pensaba del catalán cuando en la imprenta sí lo hace largo y tendido sobre el toscano. No obstante, deja constancia del uso de dicha lengua entre los bandidos... «diciéndoles en lengua catalana que estuviesen quedos, y se detuviesen hasta que llegase su capitán».

Cap. LXIII. Aquí suben por primera vez a un barco y participan en un combate naval entre moros y cristianos. Hay que tener en cuenta que cuando Cervantes escribe esto la expulsión de los moros (1609) es un hecho reciente. Revivido hoy en este mundo con el triunfo de la intolerancia, el fanatismo y los totalitarismos. Habría que aprender del Virrey, que tras escuchar la historia de Ana Félix, cautiva de moros, es capaz de pedirle al general que perdone la vida de unos turcos, que habían matado a dos cristianos. Los elementos de travestismo y homosexualidad de la narración son otra perla a descubrir.

Cap LXIV. Aquí don Quijote es derrotado en duelo por el Caballero de la Blanca Luna, nada menos que en la Barceloneta. Los siglos XIX y XX se encargaron de apartar a Barcelona del Mediterráneo. Y Cervantes, y su Quijote, siempre ha estado ahí para recordarle a los urbanistas catalanes que tenían una deuda con el mar.

Otras formas de leer este Quijote

Camino de su aldea, derrotado, don Quijote refiriéndose a Barcelona, dice los conocidos elogios: «Archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza única».

Hoy más que nunca Barcelona, es albergue de extranjeros, donde conviven casi todas las lenguas a las que ha sido traducido el propio Quijote, por lo que también pudiésemos decir que Cervantes de alguna manera ha ayudado a diseñar la ciudad que todos conocemos.

¿Qué es la «Edición indexada del Quijote»?

Linkgua ofrece a los lectores capítulos del Quijote que pueden ser adquiridos juntos o separados. Nos interesa que los lectores puedan disponer de uno o varios capítulos que les sean útiles por sí mismos para comprender mejor esta gran novela.

Publicamos ahora los pasajes en que se refieran visiones sobre:

—África;

—el libro, la escritura y lo referente al origen de la novela encontrada en un manuscrito árabe; y alusiones a los medios de impresión;

—las relaciones de poder: las clases sociales, el clero, el reparto territorial del poder en la España de la época y las relaciones internacionales (entre otros el de la Ínsula de Barataria)

También los interesados en el estudio de zonas geopolíticas o sociales de la época podrán solicitar una edición que comprenda palabras clave de lugares como:

África

América

Asia

o de temas concretos como el mundo islámico; el Quijote teatral; el Quijote y la esclavitud; el Quijote y el deseo amoroso.

Asimismo los lectores podrán solicitar ediciones a la carta con términos más específicos elegidos según sus necesidades.

Arsenio Rodríguez Quintana

Barcelona, 2005.

Capítulo III. Del ridículo razonamiento que pasó entre don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco

Pensativo además quedó don Quijote, esperando al bachiller Carrasco, de quien esperaba oír las nuevas de sí mismo puestas en libro, como había dicho Sancho, y no se podía persuadir a que tal historia hubiese, pues aún no estaba enjuta en la cuchilla de su espada la sangre de los enemigos que había muerto, y ya querían que anduviesen en estampa sus altas caballerías. Con todo eso imaginó que algún sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamento las habría dado a la estampa, si amigo, para engrandecerlas y levantarlas sobre las más señaladas de caballero andante; si enemigo, para aniquilarlas y ponerlas debajo de las más viles que de algún vil escudero se hubiesen escrito, puesto (decía entre sí) que nunca hazañas de escuderos se escribieron; y cuando fuese verdad que la tal historia hubiese, siendo de caballero andante, por fuerza había de ser grandílocua, alta, insigne, magnífica y verdadera.

Con esto se consoló algún tanto; pero desconsolole pensar que su autor era moro, según aquel nombre de Cide, y de los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas. Temíase no hubiese tratado sus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso; deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro que siempre la había guardado, menospreciando reinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los naturales movimientos; y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía.

Era el bachiller, aunque se llamaba Sansón, no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón; de color macilenta, pero de muy buen entendimiento; tendría hasta veinticuatro años, carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y amigo de donaires y de burlas, como lo mostró en viendo a don Quijote, poniéndose delante de él de rodillas, diciéndole:

—Déme vuestra grandeza las manos, señor don Quijote de la Mancha; que por el hábito de San Pedro que visto, aunque no tengo otras órdenes que las cuatro primeras, que es vuesa merced uno de los más famosos caballeros andantes que ha habido, ni aun habrá, en toda la redondez de la tierra. Bien haya Cide Hamete Benengeli, que la historia de vuestras grandezas dejó escrita, y rebién haya el curioso que tuvo cuidado de hacerlas traducir de arábigo en nuestro vulgar castellano, para universal entretenimiento de las gentes. Hízole levantar don Quijote, y dijo:

—Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía, y que fue moro y sabio el que la compuso?

—Es tan verdad, señor —dijo Sansón—, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aun hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca.

—Una de las cosas —dijo a esta sazón don Quijote— que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa: dije con buen nombre, porque siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará.

—Si por buena fama y si por buen nombre va —dijo el Bachiller—, solo vuesa merced lleva la palma a todos los caballeros andantes; porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pintarnos muy al vivo la gallardía de vuesa merced, el ánimo grande en acometer los peligros, la paciencia en las adversidades y el sufrimiento así en las desgracias como en las heridas, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de vuesa merced y de mi señora doña Dulcinea del Toboso.

—Nunca —dijo a este punto Sancho Panza— he oído llamar con Don a mi señora Dulcinea, sino solamente la señora Dulcinea del Toboso, y ya en esto anda errada la historia.

—No es objeción de importancia ésa —respondió Carrasco.

—No, por cierto —respondió don Quijote—, pero dígame vuesa merced, señor Bachiller: ¿qué hazañas mías son las que más se ponderan en esa historia?

—En eso —respondió el bachiller—, hay diferentes opiniones, como hay diferentes gustos: unos se atienen a la aventura de los molinos de viento, que a vuesa merced le parecieron Briareos y gigantes; otros, a la de los batanes; éste, a la descripción de los dos ejércitos, que después parecieron ser dos manadas de carneros; aquél encarece la del muerto que llevaban a enterrar a Segovia; uno dice que a todas se aventaja la de la libertad de los galeotes; otro, que ninguna iguala a la de los dos gigantes benitos, con la pendencia del valeroso vizcaíno.

—Dígame, señor Bachiller —dijo a esta sazón Sancho—: ¿entra ahí la aventura de los yangüeses, cuando a nuestro buen Rocinante se le antojó pedir cotufas en el golfo?

—No se le quedó nada —respondió Sansón— al sabio en el tintero: todo lo dice y todo lo apunta, hasta lo de las cabriolas que el buen Sancho hizo en la manta.