Título original: Wie wirklich istdie Wirklichkeit?
Traducción: Marciano Villanueva
Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes
© 1979, Herder Editorial, S. L., Barcelona
ISBN: 978-84-254-2776-3
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ÍNDICE
Prólogo
Parte primera: Confusión
Traduttore, traditore
Paradojas
Las ventajas de la confusión
El inteligente Hans
El trauma del inteligente Hans
Influencias sutiles
Percepciones extrasensoriales
Parte segunda: Desinformación
La no contingencia, o el origen de las concepciones de la realidad
El caballo neurótico
La rata supersticiosa
Cuanto más complicado, tanto mejor
La máquina tragaperras de múltiples brazos
Del azar y del orden
Poderes psíquicos
Puntuación, o la rata y el experimentador
Puntuación semántica
Donde todo es verdad, también lo contrario
El experimentador metafísico
Los parabrisas picados
El rumor de Orleans
Desinformación artificialmente provocada
El poder del grupo
La canción del señor Slossenn Boschen
Candid Camera
Formación de reglas
Interdependencia
El dilema de los presos
Lo que yo pienso que él piensa que yo pienso
Amenazas
La credibilidad de una amenaza
La amenaza que no puede alcanzar su objetivo
La amenaza de imposible ejecución
La desinformación de los servicios secretos
Operación Mincemeat
Operación Neptuno
Las dos realidades
Parte tercera: Comunicación
El chimpancé
El lenguaje de los signos
Proyecto Sarah
El delfín
Comunicación extraterrestre
¿Cómo puede establecerse la comunicación extraterrestre?
Anticriptografía, o el «qué» de la comunicación espacial
Proyecto Ozma
Sugerencias para un código cósmico
Radioglíficos y Lincos
¿Un mensaje del año 11 000 antes de J.C.?
Pioneer 10
Realidades inimaginables
Comunicación imaginaria
Paradoja de Newcomb
Planolandia
Viaje en el tiempo
El presente eterno
Notas
Bibliografía
Índice alfabético
PRÓLOGO
Este libro analiza el hecho de que lo que llamamos realidad es resultado de la comunicación. A primera vista, se diría que se trata de una tesis paradójica, que pone el carro delante de la yunta, dado que la realidad es, de toda evidencia, lo que la cosa es realmente, mientras que la comunicación es sólo el modo y manera de describirla y de informar sobre ella.
Demostraremos que no es así; que el desvencijado andamiaje de nuestras cotidianas percepciones de la realidad es, propiamente hablando, ilusorio, y que no hacemos sino repararlo y apuntalarlo de continuo, incluso al alto precio de tener que distorsionar los hechos para que no contradigan a nuestro concepto de la realidad, en vez de hacer lo contrario, es decir, en vez de acomodar nuestra concepción del mundo a los hechos incontrovertibles.
Demostraremos también que la más peligrosa manera de engañarse a sí mismo es creer que sólo existe una realidad; que se dan, de hecho, innumerables versiones de la realidad, que pueden ser muy opuestas entre sí, y que todas ellas son el resultado de la comunicación, y no el reflejo de verdades eternas y objetivas.
Hasta época muy reciente no se ha comenzado a investigar a fondo el problema de la estrecha interdependencia entre realidad y comunicación. Por consiguiente, hace treinta años hubiera sido imposible escribir este libro. Y, sin embargo, no hay nada en él que no se hubiera podido pensar, investigar y aplicar hace ya mucho tiempo. O dicho de otra forma; las afirmaciones que aquí se hacen estaban al alcance de nuestro pensamiento no sólo hace ya algunos decenios sino, por lo que respecta a las premisas en que se apoyan, desde la edad antigua. Pero faltaba la disposición, o acaso sólo la ocasión, de enfrentarse con la naturaleza y los efectos de la comunicación como fenómeno independiente. Cierto que los físicos y los técnicos de la telecomunicación habían resuelto ya en gran parte los problemas de la transmisión de información, que la lingüística había instalado sobre sólidas bases científicas nuestro conocimiento del origen y estructura del lenguaje y que la semántica había iniciado desde hacía mucho tiempo la investigación del significado de los signos y de los símbolos. En cambio, el estudio de la llamada pragmática de la comunicación humana, es decir, del modo cómo los hombres se influyen mutuamente mediante la comunicación, de cómo a lo largo y en virtud del proceso de comunicación pueden surgir «realidades», ideas y concepciones ilusorias totalmente diferentes, este estudio constituye una rama relativamente joven de la investigación.
La pregunta a que este libro intenta dar respuesta es la siguiente: ¿hasta qué punto es real lo que ingenuamente y sin el menor reparo solemos llamar la realidad?
Es propósito firme y declarado de este escrito atenerse a un estilo ameno y coloquial y presentar al lector, en forma anecdótica, algunos ejemplos, elegidos al azar, de la investigación de la comunicación, que son sin duda insólitos, curiosos y hasta increíbles, a pesar de que (o acaso precisamente porque) tienen una participación inmediata en el origen y formación de las distintas versiones de la realidad.
A una persona meticulosa podrá antojársele esta forma expositiva superficial y acientífica. Pero esta persona no debería olvidar que existen dos maneras —completamente distintas— de exposición científica. La primera comienza por formular una teoría y aporta luego las pruebas experimentales que confirman su validez [1]. El segundo método consiste en presentar un gran número de ejemplos, tomados de los más distintos campos, para intentar luego descubrir, de esta manera práctica, la estructura común de todos estos ejemplos aparentemente tan dispares y las conclusiones que pueden extraerse. El recurso a los ejemplos tiene, pues, muy diversos significados en cada uno de estos métodos. En el primero, los ejemplos aducidos deben poseer por sí mismos fuerza demostrativa, es decir, deben ser auténticas pruebas. En el segundo tienen una función similar a la de las analogías, metáforas e ilustraciones: su misión es describir, exponer o traducir una cosa a un lenguaje fácilmente comprensible, pero no necesariamente demostrar. Este procedimiento permite recurrir a ejemplificaciones que no tienen por qué ser científicas en el sentido estricto de la palabra. Puede tratarse, por ejemplo, del empleo de citas tomadas de novelas o poesías, de anécdotas y chistes o incluso, en fin, de esquemas mentales meramente imaginarios. Un procedimiento al que Maxwell confirió respetabilidad hace ya muchos años, al postular su «demonio».
Este libro se apoya en el segundo método y espero ofrecer así al lector la posibilidad de acercarse, como quien dice, por la puerta trasera, a los complejos problemas de la concepción de la realidad y acomodación a la misma.
La exposición que sigue no exige un previo conocimiento de fórmulas o de teorías abstractas. Todo lo contrario; el libro quiere narrar, contar algo, quiere ilustrar narrando. El lector puede abrirlo por la página que le plazca y, según el humor del momento, empezar la lectura por ese pasaje o bien seguir hojeando en busca de otro lugar. Si algo despierta su interés y desea más amplia información sobre el tema, las referencias bibliográficas le darán acceso a las fuentes. De similar manera, el estudioso de las ciencias sociales o de las ciencias del comportamiento podrá acaso hallar en estas páginas ideas o estímulos para sus propios proyectos de investigación o para sus disertaciones.
Espero, además, que el libro pueda desempeñar una segunda función. Como ya se ha insinuado, creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión. Pero se hace aún más peligrosa si se la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no. La negativa a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una ideología por ejemplo), la «osadía» de pretender atenerse a la propia visión del mundo y de querer ser feliz a su propia manera, es tachada de think-crime, de «crimen del pensamiento», en el sentido de Orwell. Tal vez este libro pueda aportar una modesta contribución para agudizar la mirada sobre ciertas formas de violencia psicológica y para dificultar la tarea de los modernos cultivadores del lavado de cerebro y sedicentes salvadores del mundo.
El material acumulado en esta obra procede en parte de mis primeros estudios de lingüística y filosofía, y en parte de los veinticinco años de mi actividad profesional como psicoterapeuta, los quince últimos dedicados a tareas de investigación en el Mental Research Institute de Palo Alto, en el campo específico de los aspectos clínicos de la comunicación humana. Otras secciones del libro se apoyan en mi experiencia docente como profesor agregado de psiquiatría de la Universidad de Stanford y como consejero y profesor de cursillos en varias universidades e instituciones de investigación y formación psiquiátrica de los Estados Unidos, Europa e Iberoamérica. Mi contacto con algunos de los temas e investigaciones mencionados no pasa de ser superficial y mis conocimientos sobre ciertos puntos son sólo teóricos e indirectos. Pero ya se entiende que me declaro responsable único de la forma de mi argumentación y de todos sus errores y deficiencias.
Tal como el subtítulo indica, el libro consta de tres partes. La primera trata de la confusión, es decir, de las perturbaciones de la comunicación y de las deformaciones de la vivencia de la realidad que de aquí se derivan. En la segunda parte se analiza el concepto, un tanto exótico, de desinformación, en el que se pretenden englobar aquellas complicaciones y alteraciones de la realidad interhumana que pueden surgir en la búsqueda activa de información o en el ocultamiento y retención voluntaria de dicha información. La tercera parte está dedicada a los fascinantes problemas del establecimiento de comunicación donde todavía ésta no existe, es decir, a los problemas que se refieren a la creación de una realidad accesible a otros comunicantes, ya sean animales, habitantes de otros planetas o seres puramente imaginarios.