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Akal / Cuestiones de antagonismo / 36

Slavoj Žižek

Bienvenidos al desierto de lo Real

Traducción: Cristina Vega Solís

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¿Es la guerra contra el terrorismo lanzada por Bush y llevada a cabo implacablemente por la maquinaria bélica estadounidense la respuesta coherente de un análisis racional del mundo actual, o la expresión atávica de un terror pánico que no cuestiona en absoluto los fundamentos mismos de nuestro pacto con la realidad brutal del capitalismo actual? ¿De qué formas se acomodan la crítica y la política progresistas de los países avanzados –confortablemente instalados en una división insalvable de riqueza, poder y seguridad respecto al Sur global– a la realidad pétrea de la desigualdad de la economía y la sociedad mundiales? ¿Son la democracia y el fundamentalismo los conceptos que nos permiten pensar las opciones estratégicas de los próximos años?, ¿o estos conceptos sobrecodificados tan sólo invitan a una destrucción paroxística de un enemigo imaginario que imposibilita el diagnóstico desapasionado del mundo en que vivimos?

En este libro, Slavoj Žižek penetra agudamente en el trabajo de duelo de nuestros circuitos inconscientes para pactar con lo real tras el impacto inaudito de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y del 11 de marzo de 2004, a los que se acaba de añadir el de Londres del 7 de julio de 2005. Afirma con contundencia que únicamente una política a la altura de la desnudez del poder capitalista realmente existente puede librarnos de los atolladeros del neoliberalismo, el multiculturalismo y la deriva etnonacionalista.

Slavoj Žižek es profesor de Sociología en el Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana, Eslovenia. Entre sus obras cabe destacar: El sublime objeto de la ideología (1989), Enjoy Your Symptom! (1992), The Indivisible Remainder. Essays on Schelling and Related Matters (1996), El acoso de las fantasías (1997), The Ticklish Subject (1999), El frágil absoluto (2000), On Belief (2001), ¿Quién dijo totalitarismo? (2001), The Fright of Real Tears. The Uses and Misuses of Lacan in Film Theory (2001) e Iraq.The Borrowed Kettle (2004).

Diseño de portada

RAG

Director de la colección

Carlos Prieto del Campo

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Nota editorial:

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Título original

Welcome to the Desert of the Real

© Slavoj Žižek, 2002

© Ediciones Akal, S. A., 2005

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4184-9

 

 

Introducción

La tinta perdida

En un viejo chiste de la ya extinta República Democrática Alemana, un trabajador alemán consigue un empleo en Siberia; consciente de que su correo será leído por los censores, les dice a sus amigos: «Establezcamos un código: si la carta que os envíe está escrita con tinta azul, lo que en ella os diga será verdad; si está escrita con tinta roja, será falso». Un mes más tarde, sus amigos reciben una primera carta, escrita con tinta azul: «Aquí todo es maravilloso: la tiendas están llenas, la comida es abundante, los apartamentos son amplios y tienen buena calefacción, en los cines ponen películas occidentales, hay un montón de chicas dispuestas a tener una aventura… Lo único que no se puede conseguir es tinta roja». La estructura del chiste es más refinada de lo que podría parecer: aunque el trabajador no puede indicar que lo que está diciendo es falso de la forma preestablecida, aún así consigue transmitir su mensaje. ¿Cómo? Incluyendo una referencia al propio código en el mensaje codificado, como uno de sus elementos. Por supuesto, nos encontramos ante el clásico problema de la autorreferencialidad: puesto que la carta está escrita con tinta azul, ¿no puede considerarse verdadero todo su contenido? La respuesta es que el hecho de que se mencione la falta de tinta roja indica que debería haber estado escrita con tinta roja. Lo interesante es que la mención a la falta de tinta roja produce el efecto de verdad independientemente de su propia verdad literal: incluso en el caso de que se pudiera conseguir tinta roja, la mentira de que es imposible hacerlo sería la única forma de conseguir que el auténtico mensaje pasara la censura.

¿Acaso no es ésta la matriz de una crítica eficaz de la ideología, no sólo bajo una situación «totalitaria» de censura, sino, tal vez, incluso de un modo más adecuado, bajo la condición más refinada de la censura liberal? Se comienza por afirmar que uno tiene toda la libertad que quiere para a continuación limitarse a añadir que lo único que falta es la «tinta roja»: nos «sentimos libres» porque nos falta el lenguaje para articular nuestra falta de libertad. Lo que esta falta de tinta roja quiere decir es que hoy en día los principales términos que utilizamos para designar el conflicto actual –«guerra contra el terrorismo», «democracia y libertad», «derechos humanos», etc.– son términos falsos, que mistifican nuestra percepción de la situación en lugar de permitirnos pensarla. En este preciso sentido, nuestra propia «libertad» sirve para enmascarar y sostener nuestra más profunda falta de libertad. Hace un siglo, subrayar la necesidad de aceptar algún dogma determinado como condición previa para cualquier (demanda de) libertad real, Gilbert Keith Chesterton detectaba de forma perspicaz el potencial antidemocrático del principio de libertad de pensamiento:

Podríamos decir en términos generales que el pensamiento libre es la mejor de todas las salvaguardas contra la libertad. En su estilo moderno, la emancipación de la mente del esclavo es la mejor forma de evitar la emancipación del esclavo. Enséñale a preocuparse de si quiere ser libre y nunca se liberará[1].

¿No es esto particularmente cierto en nuestro mundo «posmoderno», con su libertad para deconstruir, dudar y distanciarse de uno mismo? No deberíamos olvidar que Chesterton hace exactamente la misma afirmación que Kant realiza en «¿Qué es la Ilustración?»: «Piensa tanto como quieras y tan libremente como quieras, pero ¡obedece!» La única diferencia entre ambos es que Chesterton es más específico, y señala la paradoja implícita tras el razonamiento kantiano: no se trata sólo de que la libertad de pensamiento no mine la servidumbre social real, sino de que además la sustenta de forma activa. El viejo mandato «¡No pienses y obedece!» contra el que Kant actúa es contraproducente: alimenta la rebelión; la única forma de asegurar la servidumbre social es a través de la libertad de pensamiento. Chesterton es también lo bastante lógico como para realizar una afirmación contraria a la de Kant: la lucha por la libertad necesita una referencia a algún dogma incuestionable.

En un diálogo famoso de una comedia de Hollywood, la chica le pregunta a su novio: «¿Quieres casarte conmigo?» «¡No!» «¡Deja de evitar el tema! ¡Dame una respuesta directa!» En cierto sentido, la lógica subyacente es correcta: la única respuesta directa aceptable es «¡Sí!», de modo que cualquier otra, incluido un «¡No!» rotundo, constituye una evasión. La lógica subyacente es de nuevo la de la elección forzosa: eres libre de elegir siempre y cuando elijas lo correcto. ¿No caería en la misma paradoja un sacerdote que discutiera con un escéptico? «¿Crees en Dios?» «¡No!» «¡Deja de evitar el tema! ¡Dame una respuesta directa!» De nuevo, en opinión del sacerdote, la única forma de respuesta directa es la afirmación de la existencia de Dios: lejos de ser equidistante, la negación atea de la fe es un intento de evitar el tema del encuentro divino. Y ¿no sucede lo mismo con la elección actual «democracia o fundamentalismo»? ¿Acaso no es cierto que, en los términos en los que la elección se plantea, es sencillamente imposible elegir «fundamentalismo»? Lo que resulta problemático en la manera en la que la ideología dominante nos impone esta elección no es el «fundamentalismo», sino la misma democracia: como si la única alternativa al «fundamentalismo» fuese el sistema político de la democracia liberal parlamentaria.

[1] Gilbert Keith Chesterton, Orthodoxy, San Francisco, Ignatius Press, 1995, p. 114 [ed. cast.: Ortodoxia, Barcelona, Alta Fulla Editorial, 2000].